El rotativo Le Monde es un referente del periodismo de calidad a nivel mundial. Sus periodistas y empleados, así como sus lectores dentro y fuera de Francia, están inquietos por los cambios en su accionariado y luchan para que el rotativo parisino conserve a toda costa su independencia editorial.
Hace pocos días, más de 460 periodistas y trabajadores del diario –fundado en 1944– publicaron una tribuna en la que reclamaron el mantenimiento del “derecho de aprobación ”, una cláusula interna que permite vetar la entrada como copropietario de alguien que pueda comprometer la independencia de su labor profesional al servicio de la información. El motivo de su preocupación es la presencia como accionista del empresario checo Daniel Kretinksy, quien podría aumentar pronto su participación en el capital del diario.
Ayer salió otra tribuna, esta vez de más de 500 personalidades, francesas y extranjeras, en la que se solidarizaron con quienes hacen Le Monde y “su defensa de un valor inalienable, la independencia de su diario”. En este texto, los firmantes constataron que en un momento en que la prensa es objeto de “juegos de influencia y apetitos industriales”, “el modelo de libertad editorial y de desarrollo económico encarnado por este grupo está amenazado”. “En esta época en la que incluso los hechos son contestados, la libertad y la independencia de la prensa son unos bienes públicos más preciosos que nunca”.
La presencia en el accionariado del empresario checo Kretinsky suscita temores
Entre las figuras que suscribieron el llamamiento había escritores como Paul Auster o Salman Rushdie, artistas como Juliette Binoche e Isabelle Huppert, el arquitecto italiano Renzo Piano, el expresidente polaco Lech Walesa y el sociólogo Edgar Morin.
Kretinsky ha invertido ya en numerosos medios franceses. Participa en la propiedad de las revistas Marianne, Elle, France Dimanche, Ici Paris y otras. El caso de Le Monde es más delicado, pues es una institución emblemática del pensamiento libre y de un periodismo valiente frente al poder. Para apaciguar los ánimos, el empresario proclamó hace poco su “ambición de apoyar el periodismo tradicional”, de “apoyar la democracia europea” y de “luchar contra la manipulación y el populismo”.
Los periodistas de Le Monde no se fían de Kretinsky y piden un compromiso claro de respetar la “cláusula de aprobación”, como ya han hecho otros accionistas principales. Una operación de Kretinsky para comprar partes del grupo español Prisa, que a su vez está presente en Le Monde, ha generado preocupación.
En la tribuna interna de Le Monde se destacó que la publicación, pese a los movimientos en su accionariado en los últimos años, “no ha perdido ni su alma ni su sustancia”. Los periodistas y empleados subrayaron que su filosofía ha sido de “no considerar jamás la información como un producto o una simple fuente de beneficio”, y recordaron que, pese a la tendencia a rebajar la inversión en información y en recortar efectivos, Le Monde incrementó su plantilla y les ha permitido publicar “investigaciones e informaciones inéditas que han sacudido poderes políticos y económicos tanto en Francia y como en el extranjero”.