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El estrés más oculto de la maternidad

El estigma sobre la salud mental durante el periodo perinatal

Una de cada cuatro mujeres desarrolla algún trastorno psiquiátrico durante el embarazo o el primer año de vida del bebé

Imagen de archivo de una madre con su bebé en brazos

Llibert Teixidó

Usted me salvó la vida’, me dijo aquella mujer en una conferencia. Al instante se levantó una chica joven que estaba sentada a su lado y gritó ‘¡Y a mí también!’”. Habían pasado 20 años desde que el psiquiatra Ian Brockington las había conocido en Birmingham, en Reino Unido. Entonces la primera mujer acababa de parir y estaba segura de que su bebé –la chica joven de la conferencia– moriría y eso la angustiaba de tal manera que tenía el impulso de matarla. “Había desarrollado una fobia puerperal”, recuerda este nonagenario pionero en salud mental perinatal e impulsor de las unidades madre-bebé en el Reino Unido.

“He tratado a mujeres incapaces de dormir por miedo a que su bebé sufriera muerte súbita y que lo despertaban de madrugada para comprobar que respiraba, a madres con altos niveles de ansiedad que temían arrojar al bebé por la ventana o golpearlo con un martillo y a otras incapaces de generar vínculo con su hijo”, cuenta Brockington, que visitó Barcelona para participar en la VII Jornada de Salud Mental Perinatal de la Sociedad Marcé Española (Mares), coorganizada por investigadoras de la Universitat Autònoma de Barcelona, el hospital Clínic y el hospital Dexeus.

Situación grave

Casi el 75% de los casos no se diagnostican ni tampoco reciben el tratamiento adecuado

Se estima que una de cada cuatro mujeres sufre durante el embarazo y posparto algún tipo de trastorno mental, uno de los problemas de salud más incapacitantes durante el periodo perinatal. El más habitual es la depresión, que en los países industrializados desarrollan entre un 10% y un 13% de las madres y el doble en los países en vías de desarrollo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Le siguen la ansiedad y, con menos frecuencia, psicosis, fobias, trastornos obsesivo-compulsivos, trastornos bipolares, ideas suicidas o trastornos alimentarios.

A pesar de su gravedad y de que pueden acarrear consecuencias muy graves para la madre y el bebé, alrededor del 75% de estos trastornos no se diagnostican ni tampoco reciben el tratamiento adecuado.

Dolencias comunes

La depresión es lo más habitual pero también se detectan ansiedad, psicosis y fobias

“No se presta suficiente atención a la salud mental de la mujer”, afirma Susana Subirà, investigadora principal de la unidad de psicopatología y género del departamento de Psicología Clínica y Salud de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). “El embarazo y, sobre todo, el puerperio son un periodo de extrema vulnerabilidad para la mujer en el que se da por supuesto que debe estar bien porque debe ser feliz. Y eso genera dos dificultades: que se invisibiliza el problema y que la propia mujer, por la presión social, no es capaz de decir que no está bien”, añade.

Diversos factores pueden contribuir a que la madre desarrolle un trastorno psiquiátrico. Para empezar, el enorme baile hormonal durante esta etapa: en la gestación los niveles de progesterona y estrógenos son muy elevados y, tras el parto, en 24 horas se desploman, lo que repercute en los niveles de neurotransmisores cerebrales y puede originar un trastorno, aunque “no en todas las mujeres, depende de la genética de cada una”, especifica Gracia Lasheras, coordinadora de la unidad de salud mental perinatal y reproductiva del hospital universitario Dexeus.

Presión social

Pese a que se asocia a la felicidad, la mujer es muy vulnerable en el embarazo y puerperio

A ello se suman los factores sociales: el entorno de la madre, si cuenta o no con apoyo familiar, si está sola, tiene problemas laborales o económicos, el estrés y también las expectativas sobre la maternidad. “Tenemos una maternidad idealizada, bastante irreal y de color de rosa, en que todo consiste en comprar cosas para el niño, con mitos como que el bebé duerme toda la noche y que puedes seguir con tu vida como si nada. Esas ideas chocan de bruces con la realidad”, apunta Ibone Olza, psiquiatra infantil y perinatal al frente del Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal.

Un mal parto también puede ser el detonante de un trastorno. “Hay demasiadas cesáreas innecesarias, inducciones, episiotomías, partos instrumentales que tienen un impacto brutal en la salud física y mental de las mujeres. Un 5% de las mujeres sufren estrés postraumático tras el parto”, advierte Olza.

Que una madre acabe generando un trastorno afectivo le causa mucho sufrimiento a ella e incluso puede poner en riesgo su entorno y su vida, ya que la OMS incluye el suicidio entre las causas de muerte de las mujeres puérperas. Una madre con depresión no logrará establecer un vínculo con la criatura “y sabemos que establecer una relación afectiva entre madre e hijo es crucial para el correcto neurodesarrollo del recién nacido”, destaca Subirà.

Iniciativa pionera

El hospital Clínic de Barcelona ha abierto la primera unidad de día madre-bebé

Por eso, considera Brockington, “es crucial diagnosticar a estas mujeres cuanto antes mejor y tratarlas adecuadamente, porque se pueden recuperar, pero necesitan apoyo y acompañamiento”.

En este sentido, Catalunya es pionera en España en haber implementado hace un año, por un lado, un test de evaluación mental de la madre durante los controles de embarazo y también un hospital de día madre-bebé, una iniciativa surgida en el Clínic que atiende de forma conjunta a madres con trastorno mental perinatal y a sus bebés. En el Reino Unido o Francia, este tipo de unidades son habituales, pero en España aún es la única.

“Durante unos tres meses acompañamos a la madre mientras se recupera del problema de salud mental que padece. La ayudamos a vincularse con el bebé, sin juzgarla, intentando desmontar el estigma doble a que se enfrenta, de enfermedad mental y de que ocurra en el periodo supuestamente más feliz de su vida”, explica Lluïsa Garcia, coordinadora de esta unidad.

“La depresión –insiste García– es siempre una enfermedad social, por eso es crucial que la madre nueva se sienta acompañada, apoyada y querida para superar cuanto antes su enfermedad”.

La maternidad en Occidente se vive en total aislamiento, entre las paredes de la casa, y “eso no lo aguanta nadie”, asegura Olza, para quien “hay que visibilizar el problema y, como sociedad, tomar conciencia de que es grave, para que así las madres puedan expresar su malestar, sintiéndose seguras, y buscar ayuda y curarse. Y sobre todo, no hay que dejarlas solas. Nos hace falta la tribu”.

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