Estudiar en inglés: los beneficios de la educación bilingüe
La transformación de la enseñanza
Nuevas investigaciones revelan que la educación bilingüe añade destrezas y afianza los conocimientos
En España, más de un millón de niños cursan parte de sus estudios obligatorios en inglés. La educación bilingüe –trilingüe en el caso de Catalunya, Galicia y País Vasco– está de moda, y en los últimos años se ha disparado el número de centros que aplican programas de aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera, es decir, que usan el inglés para impartir otras asignaturas del currículo escolar, desde historia hasta ciencias naturales pasando por educación física o música.
Los modelos de educación bilingüe-trilingüe o de inmersión lingüística son muchos, varían por comunidades autónomas e incluso de un centro a otro, pero en torno a todos ellos se han levantado muchos mitos y expectativas. Pero ¿qué pasa con esos niños? ¿Acaban la escuela hablando bien inglés? ¿Aprenden bien las materias que estudian en ese idioma? ¿Pierden vocabulario y capacidad de expresión en su lengua materna?
Los investigadores detectan que los niños de centros bilingües se expresan mejor
A juzgar por las ponencias y los resultados de las investigaciones presentadas durante el último congreso internacional sobre Lengua y Sociedad organizado por la Uned –centrado precisamente en los desafíos, límites y soluciones del bilingüismo y la interculturalidad–, la educación bilingüe resulta rentable para los escolares. Estudiar algunas asignaturas en inglés tiene un efecto positivo tanto en el aprendizaje de este idioma como en el de la lengua materna, y aunque implica avanzar más lento en el temario de la asignatura en cuestión, logra que los niños afiancen mejor los conocimientos y desarrollen más destrezas de aprendizaje útiles para su futuro académico y laboral.
Según el informe English impact, con el que el Ministerio de Educación –en colaboración con el British Council y el Australian Council for Research in Education– ha evaluado las habilidades de lectura, escritura, comprensión auditiva y expresión oral de 1.800 estudiantes de 170 escuelas madrileñas, los alumnos de centros bilingües obtienen mejores resultados en todos estos ámbitos que los que estudian en centros no bilingües. Y su mayor destreza se nota sobre todo a la hora de comprender cuando se les habla en inglés, así como al escribir o leer en este idioma. En cambio, no hay tanta diferencia entre los unos y los otros a la hora de hablar en inglés.
En inglés se cubre menos temario, pero se trabaja más cada tema y desde más perspectivas
“Los niños que van a centros bilingües aprenden mejor el idioma porque están más expuestos a esa lengua, más horas y de forma más intensiva” que los que la aprenden como una asignatura más, justifica Ana María Pérez-Cabello, profesora de Didáctica de la Lengua y Literatura de la Universidad de Sevilla. Pero a continuación matiza que ese mayor nivel que logran quienes estudian otras asignaturas en inglés “no siempre es el más deseable, porque que conozcan ciertos contenidos de ciencias naturales en inglés no quiere decir que sepan desenvolverse en esa lengua”. Y alerta que los padres y las autoridades educativas están muy interesados en crear estudiantes bilingües pero el contexto español no es bilingüe, y el bilingüismo exige algo más que dar asignaturas en inglés, requiere que lo que se aprende en clase se use fuera de las aulas y que los niños aprendan a desenvolverse en inglés en situaciones de la vida cotidiana.
También Ana Llinares, que coordina el grupo de investigación Clil (acrónimo en inglés de aprendizaje integrado de contenidos y lengua) de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y ha llevado a cabo un estudio sobre los alumnos de los centros bilingües madrileños, apunta que el hecho de estar más expuestos al idioma mejora su nivel de inglés, pero no en todas las áreas, porque no garantiza que aprendan todos los aspectos de la lengua y siguen siendo necesarias las clases de lengua inglesa para aprender los aspectos formales y gramaticales.
Su investigación también deja claro que estudiar parte de las asignaturas en inglés no resta a los escolares competencias para expresarse en su idioma materno, sino que se produce una transferencia de estrategias entre ambas lenguas, de modo que el que tiene buenas estrategias discursivas en inglés también las tiene en castellano. Y al revés, el que tiene dificultades para expresarse en una lengua suele tenerlas también en la otra.
A la misma conclusión llega Francisco Lorenzo, profesor de Filología y Traducción de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, en el informe que acaba de presentar a la agencia andaluza de evaluación educativa. “Nuestra investigación sobre una muestra representativa de escolares de Andalucía revela que los alumnos de centros bilingües escriben mejor en castellano, y la razón está en que las lenguas se complementan, comparten estrategias cognitivas”, dice Lorenzo. Y explica que el inglés también beneficia al castellano porque la metodología que usan los centros bilingües implica más lectura, más trabajo de textos y más escritura, y aunque puede producirse alguna interferencia a nivel ortográfico, son más las competencias que se ganan en comprensión, análisis crítico, escritura...
No todos los docentes dominan el idioma ni la metodología para enseñar en otra lengua
Algo muy similar a lo que ha detectado el grupo de investigación de la UAM en las escuelas madrileñas. “Hemos visto que los profesores que explican contenidos en inglés quizá van más lentos y cubren menos temario, pero abordan cada tema desde más perspectivas, desmenuzan los conceptos para explicarlos en un lenguaje más sencillo y luego los vuelven a componer como conocimiento abstracto, usan medios audiovisuales, trabajan en grupo, analizan textos..., y todo ese andamiaje hace que los alumnos aprendan mejor y que, al margen de memorizar, se expongan a destrezas de alto nivel como argumentar, interpretar, explicar, ser críticos con las fuentes..., competencias muy importantes para su futuro académico y laboral”, resume Llinares.
Ahora bien, tampoco es oro todo lo que reluce en la educación bilingüe. Entre otras razones, como quedó claro en el congreso de la Uned, porque si los centros no cuentan con profesores cualificados para ello o no les proporcionan los recursos necesarios, el bilingüismo queda en algo cosmético. Y la rapidez con que se han implantado programas bilingües en las escuelas hace que muchos docentes estén impartiendo clase sin un dominio suficiente en inglés o sin conocer la metodología de enseñanza en entornos bilingües, de modo que se limitan a traducir el temario al inglés sin enmarcar sus clases en un plan global y coordinado de desarrollo de competencias comunicativas.
En esta línea, Inmaculada Senra Silva, profesora de Filologías Extranjeras y sus Lingüísticas de la Uned, explica que según un cuestionario online remitido a profesores de instituto de toda España que ya están impartiendo asignaturas en inglés, la mitad no se siente cómodo hablando en una lengua que no es la materna, les parece teatral y poco natural explicar así su asignatura, y un porcentaje similar admite no tener conocimientos de metodología Clil para trabajar en el aula.
Además se quejan de que les cuesta más llegar a los alumnos y transmitirles el contenido porque en inglés no pueden tirar de ironía y humor, y les faltan horas para coordinarse con otros departamentos del centro, como los profesores de lengua.
Bilingües no es hablar como nativos
“Hay muchas falsas expectativas sobre lo que significa ser bilingüe, sobre todo entre las familias, que llevan a los niños a centros de educación bilingüe pensando que saldrán hablando como un estudiante de Liverpool”, afirma Rubén Chacón, director del congreso Lengua y Sociedad y coordinador del máster de Lingüística Inglesa Aplicada de la Uned.
“Ser bilingüe no quiere decir tener la misma competencia en dos lenguas; para ser realistas, deberíamos interpretarlo como que los jóvenes acaben su educación pudiendo mantener una conversación fluida en la lengua extranjera y se manejen en ella sin miedos ni ansiedad”, dice Ana Llinares.
Y anima a desterrar la idea de hablar inglés como un nativo. “¿Por qué es tan importante hablar como un británico si quizá trabajarás con una empresa de India o compartirás proyecto con unos holandeses?”, enfatiza.
Ana M. Pérez-Cabello cree que lo importante es que los niños aprendan a desenvolverse en inglés en su día a día, para lo que reivindica una mayor inmersión y que en los centros se hable en inglés en clase, pero también en los patios, con el personal administrativo, con el de limpieza... Y que los profesores que imparten materias en inglés se centren primero en el aspecto oral y luego en los textos, como se aprende la lengua materna.
Chacón alerta de que la fuerte inversión que los padres hacen en la formación en inglés de sus hijos –no sólo al elegir escuela sino también a través de viajes, clases particulares, etcétera– no se evalúa y puede estar falseando los resultados de los programas de educación bilingüe.
Con todo, Francisco Lorenzo apunta que uno de efectos beneficiosos que ha detectado en su investigación es que los centros bilingües neutralizan en mayor medida los factores socioculturales: en ellos el éxito educativo está menos condicionado por el nivel económico o educativo de los padres.