Serían hoy tiempos políticamente muy incorrectos para una canción tan bella como la de Serge Gainsbourg. El cantautor, un mito francés, interpretó Dieu est un fumeur de havanes (Dios es un fumador de habanos), a dúo, con Catherine Deneuve. Era 1980. Y ella le contestaba: Tu n’es qu’un fumeur de Gitanes (Tú no eres más que un fumador de Gitanes).
A Gainsbourg, fallecido en 1991, víctima de sus múltiples excesos, no le hubiera importado pagar 10 euros por un paquete de Gitanes, la legendaria marca de tabaco francesa. Incluso quizás le hubieran mandado el tabaco gratis a casa. Era un fumador empedernido. Lo delataba su voz ronca. Hasta cedió su imagen para uno de los paquetes de Gitanes, aquellos de color azul que mostraban a una gitana con peineta.
Francia sigue siendo una nación muy fumadora
Francia sigue siendo una nación muy fumadora y se ve todavía a muchos tipos, cosecha de mayo del 68, con pinta de Gainsbourg. Pero la cruzada antitabaco, bajo la presidencia de Emmanuel Macron, es aquí muy violenta, especialmente para el bolsillo. El objetivo es hacer pagar el humo de tabaco a precio de oro. Hubo ya una subida el pasado noviembre. Y a partir del primero de marzo, el precio medio de los cigarrillos se aumentará de nuevo un euro por paquete. Para el 2020, el umbral habrá llegado a los 10 euros. Es el plan del Gobierno. Los fumadores están advertidos.
La administración francesa pretende, con este encarecimiento drástico del tabaco, acelerar una auténtica revolución cultural ya en marcha. Los 8.000 estancos franceses tienen que reconvertirse. El deseo es que abandonen progresivamente su función histórica de expendedores de tabaco para pasar a ser “comercios de proximidad”, tiendas en las que pueda comprarse casi de todo, un proceso que en muchos casos ya está en curso. Para ellos se ha aprobado un paquete de medidas fiscales. Se trata de que compensen la prevista pérdida de ingresos por el tabaco –contando con que los precios disuasorios llevarán a muchos a dejar el hábito– con más beneficios por la venta de todo tipo de loterías y otras ventajas. En el sector se estima que el encarecimiento de los cigarrillos provocará una caída de ventas de entre el 15 y el 20%.
El presidente de la Confederación de Estanqueros, Philippe Coy, ha adoptado una actitud resignada y pragmática ante la nueva realidad. “Quien no se adapte, será barrido –advirtió Coy–.Yo participo de una visión nueva, que implica un cambio de lógica. Antes que nada soy un empresario con un compromiso de responsabilidad. Mi ambición es transformar los estanqueros en nuevos comerciantes de proximidad. El paquete a 10 euros es una realidad, no una fatalidad”.
Entre los estanqueros también reina una cierta resignación y no poco escepticismo
Entre los estanqueros también reina una cierta resignación y no poco escepticismo. Didier, que regenta un estanco anexo a un bar en Garches, un municipio de la periferia este de París, piensa que sus colegas en las zonas de frontera y en la Francia rural lo pasarán muy mal, porque costará que la reconversión funcione. “En la región parisina puede funcionar, pero en las regiones fronterizas se acaba el negocio –alerta Didier–. La gente irá a Bélgica o a España a comprar más barato. Ese es problema. Los estancos allí morirán, poco a poco. También en las zonas rurales lo tienen difícil porque la gente suele ir a comprar a grandes superficies, en coche. ¿Comercio de proximidad?”
–¿Piensa que, al menos, bajará la adicción, como espera el Gobierno?
–Es duro privarse del tabaco. Uno puede privarse de un bistec o de ir al cine, ¿pero del tabaco? Veremos qué sucede el mes de marzo con el aumento. El problema es que han añadido productos químicos, si sólo fuera tabaco…
Uno de los temores ante la brusca subida del tabaco es que crezca aún más lo que, de modo puritano, se llama aquí “el mercado paralelo” (contrabando). Las cifras son ya de vértigo. En tres años se han decomisado 1.500 toneladas de cigarrillos. El tabaco de contrabando entra en Francia por todas las vías imaginables. En julio del año pasado, por ejemplo, en un control rutinario en la autopista A-11, los agentes de aduanas pararon a una camioneta que, en teoría, transpor-taba piezas de cerámica desde Túnez, vía Italia. Detrás de las pocas cajas de verdadera cerámica se ocultaban 6.200 cartones de Marlboro. En total, 1.240 kilos de tabaco, con un valor de mercado de 403.000 euros. Otro caso extraordinario fue el de un ciudadano ruso que había aterrizado en el aeropuerto de Rennes Saint-Jacques en un vuelo procedente de Barcelona. Llevaba maletas llenas sólo de tabaco. En total, 179 cartones.
Entre los consumidores franceses, hay opiniones para todos los gustos. “Tendrían que aumentar a diez euros de golpe, ya que así, de pasito en pasito, la gente se acostumbra a la subida –argumenta Basile, un librero de 25 años–. Tendría que subir a más de diez euros, aunque fuera a 10,10, o a 10,50 para que la gente no tuviera suficiente con un billete de 10 euros para pagar un paquete. Eso haría efecto”.
“Es un poco hipócrita –añade el joven fumador parisino–. Se dice que lo hacen por la salud de la gente, pero en realidad es para llenar las arcas del Estado. Han esperado a que fuéramos adictos y ahora aumentan el precio. El Estado sabía desde el principio que el tabaco era nocivo y no dijo nada”.
El paso dado por el Gobierno francés es el que desde hace años los médicos y las sociedades científicas reclaman en España, un país con un porcentaje de fumadores algo más bajo que el de Francia (28%) pero muy alto respecto a los vecinos europeos del norte (entorno al 15%). Los expertos están convencidos que subir el precio es el instrumento más eficaz para combatir el tabaquismo, especialmente entre los grupos sociales con menos ingresos (las más fumadoras) y en la prevención de que los jóvenes comiencen a fumar (la edad de inicio se sitúa a los 13,9 años). Un aumento de precio del tabaco de un 10% supone una disminución del consumo en un 4% en los países de ingresos altos y hasta en un 8% en la mayoría de países de bajos y medianos ingresos, señalan desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
El precio del tabaco en España ha ido subiendo paulatinamente hasta alcanzar los 5 euros de media (de los más baratos de Europa), aunque de manera paralela han surgido productos más baratos que han encontrado en los adolescentes y los jóvenes un nicho enorme de consumidores. El CNPT piden que se suban los impuestos del tabaco de liar porque está siendo la puerta de entrada de nuevos fumadores y, encima, con la creencia de que este producto es “menos nocivo” que el tradicional pitillo de las cajetillas. Desde la CNPT se desmiente este extremo: contiene 7.000 sustancias aditivas diferentes, muchas de las cuales son cancerígenas. Aunque es cierto que los fumadores de tabaco de liar consumen menos cigarrillos al tener que hacérselos ellos mismos (una media de 18 frente a los 27 de los fumadores de cajetilla), se ha demostrado que los primeros dan más caladas y más profundas. Los fumado-res de tabaco de liar tienen más del doble de probabilidades de desarrollar cáncer de boca, faringe o laringe.