El documental ¿Yo fui mujer florero?, emitido por MAX, ha desatado una ola de reflexiones sobre el rol de la mujer en la televisión española durante las décadas de los 80 y 90.
Una de las voces más impactantes ha sido la de Patrizia Guzzi, exintegrante del icónico grupo de bailarinas conocido como las Mama Chicho. Con firmeza y sinceridad, Guzzi desmantela los prejuicios que han acompañado a estas mujeres.
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“Ellos pensaban que éramos tontas, pero yo hablo casi siete idiomas”, declaró, aludiendo al menosprecio que sufrió durante su paso por la televisión. En esta producción de dos capítulos, figuras como Makoke, Carmen Russo y Loreto Valverde comparten sus experiencias en una época marcada por estereotipos y desigualdades de género.
La italiana recordó cómo inició su carrera tras ser seleccionada en un casting para Canale 5, el canal de Berlusconi, que la llevó a trabajar en el fenómeno de las Mamá Chicho en Telecinco.
Las condiciones laborales que disfrutó en aquel entonces fueron excepcionales: viajes en clase business, un apartamento en Madrid y lujosos regalos navideños firmados por el propio Berlusconi.
Sin embargo, Guzzi desapareció de los medios cuando ese modelo de entretenimiento llegó a su fin. Con suma rotundidad, dejó claro que su retiro no fue por falta de talento: “Seguramente estaría todavía en pantalla si hubiese aceptado alguna proposición indecente”.
“Ellos piensan que eres tonta”
El documental no solo recoge los testimonios de las protagonistas, sino también el análisis de presentadores, periodistas y expertos que aportan contexto sobre la televisión de esa época.
Andoni Ferreño, Ramón García y la periodista Rosa María Calaf, entre otros, señalaron cómo esos programas reflejaban una sociedad marcada por la cosificación de la mujer.
Las propias bailarinas reflexionan sobre si se consideraron “mujeres florero” o si sienten orgullo por haber marcado una época. Patrizia, por su parte, reivindicó su valor más allá de su apariencia: “Éramos bailarinas, no adornos”. Frases como “bajaban al plató a cazar” y “casi tenía que ser un halago que un directivo te tocara el culo” evidencian las dinámicas de poder abusivas que vivieron.
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