No hace falta fijarse demasiado para ver que el machismo en las empresas sigue siendo un tema espinoso. Aunque se hable cada vez más de igualdad, basta con echar un vistazo a algunos organigramas para ver cómo los puestos altos suelen tener nombres masculinos.
Es como si hubiera un techo invisible que las mujeres siguen topándose cada vez que intentan subir de nivel. Y no es casualidad: en muchas ocasiones, la elección de líderes parece responder a una lógica anticuada, donde el poder y la toma de decisiones aún parecen cosa de hombres.
Reflejo de la sociedad
Sin ninguna mujer en el equipo
Por ejemplo, en Gran Hermano, la última prueba semanal ha puesto el tema sobre la mesa sin quererlo. Los concursantes debían montar una empresa ficticia, y, tras una votación, resultó que los tres puestos de jefatura cayeron en manos masculinas: Ruvens, Juan y Óscar.
Para añadirle algo más de pimienta, estos jefes improvisados eligieron a tres hombres como encargados y, sin mucho miramiento, dejaron fuera del organigrama a dos compañeras, Nerea y Violeta, bajo el argumento de que “son las que menos hacen en la casa”.
¿Casualidad o reflejo de lo que ocurre fuera de la casa? Es difícil saberlo, pero la coincidencia dio que pensar y la decisión no tardó en levantar ampollas. Jorge Javier Vázquez no pudo evitar lanzar un comentario muy crítico a la peculiar estructura organizativa que los chicos habían armado: “Fijaos cómo son las empresas españolas... Son tres jefes, han elegido a tres manos derechas, que son tres hombres, y han echado a tres mujeres. Yo, ahí lo dejo...”.
Juan, uno de los concursantes elegidos como jefe, intentó desviar el asunto asegurando que “no van por ahí los tiros”, pero la respuesta no terminó de convencer al presentador catalán: “Es decir, en los tres mandos intermedios, no se ha elegido a ninguna jefa, y de los mandos superiores, no se ha elegido a ninguna jefa...”