Una comediasocial

Una comediasocial

Los dos primeros capítulos de la tercera temporada de El encargado (Disney+ la emite en contenidas dosis semanales) siguen explotando el filón de la psicopatía y el cinismo individualista de su protagonista, Eliseo Basurto, el encargado-conserje de un edificio de un barrio residencial de Buenos Aires. Las temporadas anteriores se centraban en la inteligencia paranoide del protagonista, capaz de maniobrar y manipular con una eficacia y una elocuencia más propias de un Richelieu y de un Maquiavelo que de un conserje. El encargado es una comedia, sí, pero también es una reflexión sobre la lucha de clases y el instinto de supervivencia darwiniano confrontado a la capacidad de organizarse colectivamente. La estructura de una comunidad de propietarios es la metáfora perfecta para acumular conflictos en los que Eliseo siempre se siente amenazado, ninguneado o humillado. Si en principio el espectador simpatiza con las maniobras del protagonista para defender lo que cree que le corresponde, en la tercera temporada el argumento se expande hacia una premisa fascinante: Eliseo se convierte en empresario, director general de su propia empresa. Una empresa que propone soluciones integrales para reducir drásticamente los costes comunitarios y, de paso, los derechos de los conserjes. Paradoja: que alguien tan quisquilloso con sus propios derechos adquiridos sea capaz de, en nombre de la plusvalía capitalista, cargarse derechos ajenos.

La estructura de una comunidad de propietarios es la metáfora perfecta para acumular conflictos

ANARQUISMO NEOLIBERAL. Si Bellas artes ridiculizaba las imposturas de las subvenciones culturales y las solidaridades falsamente altruistas, los dos primeros capítulos de esta tercera temporada juegan con una idea tan perversa como narrativamente atractiva: ¿qué pasaría si el conserje fuera, al mismo tiempo, el líder del sector de conserjerías gestionadas con criterios neoliberales, al margen de cualquier tradición colectivista, sindicalista o marxista? (Que el actor, el extraordinario Guillermo Francella, simpatice con Javier Milei añade cierto morbo al equilibrio, siempre precario, entre realidad y ficción). Al final del segundo capítulo, sin embargo, la aparición de un personaje femenino fundamental en la vida de Eliseo nos invita a intuir que, sin dejar de explicar los insaciables delirios de grandeza del protagonista, la serie también profundizará en sus miserias y cicatrices sentimentales.

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