El documental No me llame Ternera , dirigido por Jordi Évole y Màrius Sánchez, fue objeto de una polémica previa a su estreno en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián que se disipó, prácticamente por completo, una vez que se pudo ver. Ahora, Netflix estrena hoy este audiovisual, de manera que el público se podrá formar una opinión en torno a una obra arriesgada que repasa, en 101 minutos, la historia de la banda terrorista de la mano de José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera , miembro o dirigente de la organización durante medio siglo.
La polémica en torno a la cinta surgió cuando 500 ciudadanos, entre quienes figuraban personas del mundo de la cultura y víctimas de ETA, solicitaron por carta al festival de San Sebastián que retirase el film, al entender que formaba “parte del proceso de blanqueado de ETA y de la trágica historia terrorista en nuestro país”. El director del certamen, José Luis Rebordinos, negó la mayor e invitó a los firmantes a esperar al estreno para opinar. Esta controversia se evaporó cuando varias víctimas pudieron finalmente verlo y fueron contundentes al afirmar que no existe un ápice de justificación del terrorismo. Muy al contrario, coincidieron al apreciar que Urrutikoetxea sale muy mal parado, una percepción que se vio corroborada por las críticas de dirigentes de Sortu o del propio exdirigente de ETA.
Antes del estreno, 500 personas pidieron por carta al Festival de San Sebastián que lo retirase
El documental se despidió en ese punto de San Sebastián, hasta su esperada llegada a Netflix. La cinta se estrena hoy entre la expectativa por conocer la gestión que Évole hizo de una entrevista tan controvertida y la duda sobre cómo responderá el público. Las películas y series sobre la temática del terrorismo en el País Vasco han demostrado capacidad para convertirse en éxitos de audiencia y casi siempre han ido acompañadas también de críticas viscerales.
En este caso, Jordi Évole y Màrius Sánchez apuestan por acercarse al drama de la violencia en Euskadi a través de una larga entrevista con Urrutikoetxea, que entró en ETA a finales de los sesenta y fue uno de los encargados de leer el comunicado de disolución en el 2018, siete años después de que dejasen las armas de manera definitiva.
A lo largo de la entrevista, filmada al estilo de los productos audiovisuales de Évole, el entrevistador repasa el contexto en el que entró en ETA, su participación en el atentado contra Carrero Blanco o en el asesinato de Víctor Legorburu, el alcalde de Galdakao en 1976, los únicos atentados en los que reconoce haber participado de manera directa.
La entrevista se detiene también en atentados como el de la casa cuartel de Zaragoza, en 1987, que le imputa la Audiencia Nacional ya que era dirigente de ETA, la matanza de Hipercor o el asesinato de Dolores González Katarain, Yoyes . El entrevistador busca una reflexión ética en torno al terrorismo y sitúa a Urrutikoetxea ante el espejo del terrorismo yihadista. Enfrente, el testimonio de Francisco Ruiz, herido en el atentado contra Legorburu, cierra un documental sobre una vida entregada al fanatismo de la violencia. “Entro voluntario con 17 años. Tengo 71 pasados. Es indudable que ETA forma parte de mi vida”, señala el protagonista.