Gary Lineker, exfutbolista y bien pagado conductor de una emisión deportiva de la BBC, tiene ideas propias sobre la nueva política inmigratoria del Gobierno (conservador) del Reino Unido. Las ha expuesto en su cuenta personal de Twitter, y por hacer eso la BBC le ha despedido. No por opinar en Twitter (venía haciéndolo regularmente desde tiempo atrás), sino por el sesgo antigubernamental de su opinión, contraria a aspectos de la nueva ley de inmigración. Su despido es un acto de censura clásica, vertical, desde arriba (distinguible de la cancelación, horizontal, ejercida desde los lados).
¿Y quién está arriba? El director de la BBC (Tim Davie), y aún más arriba, el primer ministro (Rishi Sunak). Gary Lineker ha tuiteado que el Gobierno de Sunak ha redactado una ley de inmigración cuya fraseología le parece similar a la de la Alemania de los años treinta. Gary Lineker ha opinado esto en una red social, no en su programa de la BBC. Entonces, yo me pregunto: ¿puede o no la dirección de un medio de comunicación despedir a uno de sus más notorios presentadores en función de lo que opine en sus redes? Así ha obrado la BBC: poder, sí puede. Pero yerra.
¿Puede o no la dirección de un medio despedir a uno de sus presentadores en función de lo que opine en sus redes?
Tim Davie (antes de director general de la BBC fue político tory ) se equivoca por dos razones. La primera: lesiona la legendaria reputación de imparcialidad política atesorada por la BBC, televisión pública de la que ahora sospecharemos que es una sesgada terminal del Gobierno (como en Catalunya y España). Y la segunda: penar la palabra libre de un ciudadano mediante su despido laboral atenta contra su vida digna en una sociedad liberal y democrática que se define por cruzar y confrontar ideas, nunca por acallarlas.
Populares presentadores de por aquí también han opinado personalmente en sus redes. Me opongo a que se les penalice laboralmente ni por opinar ni por el contenido de sus opiniones. Distinto es que las difundan mientras trabajan, desairando principios rectores de ese medio: si el medio es público, todos (directivos, colaboradores, telespectadores) debemos conocer tales principios para saber a qué se juega y así entender un eventual despido con argumentos. Y si el medio es privado, ya decidiremos como telespectadores si preferimos dejar de mirarlo porque nos disgusta o decidimos mirarlo por lo mismo, y así regalarnos una borrachera de santísima ira. – @amelanovela