De Otero a Giró

De Otero a Giró

Julia Otero empezó su primer Días de tele (TVE) con un aviso: “Esto no va de nostalgia”. Dos horas y cuarto más tarde, se confirmaba la sensación de haber vivido una revisión indulgente del pasado televisivo, un filón que Televisión Española ha explotado en todo tipo de formatos, a veces con un sentido impúdico del aprovechamiento integral de la memoria. El de Otero es un tono de proximidad inteligente, que aporta un gran conocimiento del medio y una diversidad de recursos poco habituales en periodistas más festivaleros y agresivos. Imágenes de archivo ordenadas y cuidadas –que hemos visto tanto en los programas nostálgicos de Santiago Segura como en la historia fragmentada de Ana Pastor en La Sexta– pero un repertorio de temas (¡Uri Geller!) e invitados que parecían una parodia sobre la complacencia retrospectiva. La novedad: la voluntad de introducir una lectura actualizada del pasado, con, por ejemplo, referencias a los diabólicos programas de suplantación de personalidad (como la que cuenta la extraordinaria serie The Capture) y un clima de conversación que huye de la truculencia, la estridencia, el dinamismo histérico y el mal gusto. Como guarnición, también invitaron al pequeño Nicolás, maquillado como si tuviera que participar en una película de Tim Burton. Siguiendo la inercia vintage, Nicolás (Fran) volvió a exhibir su notable talento a la hora de no decir casi nada siguiendo los consejos de su abogado y, al mismo tiempo, mantenerse como uno de los prodigios de la picaresca celtibérica posmoderna.

Para los invitados de ‘Late xou’, el reto consiste en ponerse a rebufo de la energía del presentador Marc Giró

GIRÓ. El plató de Late xou (TVE) repite todos los clichés de un género que, igual que los centros comerciales de todas las grandes ciudades, propone un paisaje televisivo despersonalizado e indistinto. La diferencia radica en el anfitrión, que en este caso es Marc Giró. Siguiendo la estrategia (si es que se puede hablar de estrategia en una mente tan hiperactiva y efervescente) de su programa de radio (Vostè primer , RAC1), Giró dejó claras sus preferencias: un híbrido de energía petarda al servicio de las causas de género más combativas y una curiosidad centrada en las formas más diversas y actuales de cultura. Para los invitados, el reto es ponerse a rebufo de la energía del presentador, no caerse de la moto y desear que alguien con poder de influir entienda que se puede hablar de cultura sin ser enfáticamente trascendente ni refugiarse en el recurso narcótico de la tabarra.

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