Presentadores al borde de la lava: la cuestionada imagen que ofrece la televisión
¿Necesario?
Críticas por la proximidad a la erupción del volcán de La Palma por parte de reporteros y presentadores
Los famosos se vuelcan con La Palma
En pleno siglo XXI podría decirse que aquello que no se ve, no existe. Y eso se ha grabado a fuego durante años en las generaciones que crecieron delante de una pantalla de televisión. Sin imágenes las cosas dejan de ocurrir (o, al menos, ocurren con menos intensidad). Y ahora que cualquier ciudadano es un cámara en potencia, la necesidad de imágenes obliga a replantear todo el discurso audiovisual.
Las hipnóticas imágenes del volcán de La Palma es una muestra de cómo ha cambiado el relato. Ya no vale con ver una imagen fija y alejada del magma saliendo expulsado a 200 metros de altura. Hay que acercarse a la lava, sentir el calor y transmitir a los espectadores las sensaciones que provoca algo tan excepcional como estar a escasos metros de roca fundida a más de mil grados de temperatura.
El primero en acercarse a la lava fue el reportero de Cuatro al día Alejandro Rodríguez, que narraba de forma excepcional cómo la lengua de roca fundida avanzaba lenta pero inexorable por las calles de El Paso. Su hazaña informativa recibió numerosas críticas de muchos espectadores e incluso de portales especializados en televisión que hablaban de "temeridad".
La realidad es que un equipo de Protección Civil marcaba el límite de hasta dónde se podía acercar el reportero de Cuatro. Además, no estaba solo. Junto a él, Carlos Franganillo, presentador del Telediario de TVE, se acercaba hasta la lava para mostrar a sus espectadores la magnitud de lo que está ocurriendo en La Palma.
Tras ellos llegaron otros reporteros de otras cadenas que buscaban esa misma imagen: llegar donde no llega el resto, porque ese es su trabajo. Se sumaron otros presentadores como Pedro Piqueras o Susanna Griso, que micrófono en mano veían cómo las rocas incandescentes caían a su lado o cómo la ceniza les caía encima.
Muchos espectadores no han dudado en criticar esta proximidad, a su parecer "innecesaria" de los informadores. Una proximidad que se olvidan de criticar cuando estos mismos reporteros y presentadores nos muestran, a escasos metros, cómo centenares de familias pierden sus casas en segundos. Porque no es lo mismo verlo que contarlo. Y la tragedia se hace mucho más palpable al ver cómo toda una vida se calcina en diez segundos, que no verlo.
La labor del reportero y del periodista de televisión, es acercarse al máximo a la noticia para dejar constancia de todo cuanto ocurre. Y en este caso, además, se ha hecho siguiendo siempre las indicaciones de los cuerpos de seguridad, que indican cuando hay que alejarse y dejar de grabar.
Y la audiencia responde consumiendo cada minuto de televisión que se acerca al volcán con voracidad. Las audiencias registradas en todos los programas que tratan el tema de todas las cadenas han aumentado, en algunos casos, un 100%. Y eso no se consigue con una imagen fija y alejada de un volcán escupiendo magma. Sino bajando al barro (a la ceniza en este caso) y contando, lo más cerca que se pueda, lo que está ocurriendo. Porque en 2021, aquello que no se ve, existe... pero quizás un poquito menos.