Prejuicios seriéfilos

Prejuicios seriéfilos

Ser humano quiere decir tener filias, fobias y prejuicios. No hay más. Estamos marcados por una identidad, una edad, las vivencias, los traumas y unas preferencias que afectan a nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Eso también se traduce en la experiencia televisiva. ¿Por qué motivos seleccionamos unos títulos y no otros? No hay caso más claro que las series teen o de adolescentes. Hay espectadores que en un momento indeterminado de sus vidas pierden el chip que los conectaba con su yo adolescente, aquel saco de inseguridades y de dramatismo excesivo, y por lo tanto pasan de estas series. No importa la cantidad de veces que les expliques que Friday night lights es una de las mejores series del milenio: como va sobre un equipo de fútbol americano de un instituto, no entra en sus esquemas.

Otro caso relevante era el de The good wife , víctima de un combinado doble de prejuicios. Había quienes descartaban la serie porque se centraba en una mujer, Alicia Florrick, en un momento donde las series con pedigrí eran de hombres corruptos. Otros pasaban porque los episodios se estructuraban en torno a casos semanales y asumían que en consecuencia sería tan vacía como un episodio de NCIS . Y muchos la disfrutaban pero permanecían callados porque no se adecuaba a los cánones más esnobs de la televisión de calidad. Sin embargo, cuando los creadores Robert y Michelle King escribieron una cuarta temporada con tramas más serializadas, salieron los admiradores de bajo las piedras. Ya era correcto enorgullecerse de verla cuando en realidad siempre había sido una serie fantástica.

Y cuando en julio del 2017 la plataforma Netflix estrenó Ozark , la reacción de un servidor fue la siguiente: “No necesito ver la enésima serie sobre un padre de familia con una moral corrupta”. ¿Por qué esta temática parecía la única válida para convencer a la crítica? ¿Que quizá Los Soprano, Mad men y Breaking bad no habían sido suficiente? Después de ver un episodio ya estaba descartada. Pero en estos últimos meses en los que Netflix no ofrece muchas joyas, tocaba dar una oportunidad real a la familia Byrde, especialistas en lavar dinero de narcotraficantes en el lago de Ozark. Y cuál ha sido mi sorpresa al darme cuenta de que es la serie ideal para quien esté harto de la testosterona que desprenden las obras criminales. Con las actrices Laura Linney, Julia Garner, Janet McTeer y Lisa Emery, la serie creada por Bill Dubuque y Mark Williams es una fiesta de personajes femeninos redondos y a menudo inquietantes. Pocas series justifican mejor los más de sesenta minutos que suelen durar los episodios. Así que, ahora que se avecina una cuarta temporada que será la última, quería pedir disculpas por mis prejuicios. Sí, Ozark es genial.

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