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El encanto de las fórmulas menores

El programa Hoy no, mañana (TVE) se anuncia como un producto de la fábrica José Mota y de algún modo lo es. Pero es el típico plan B, el intento de convencer a Mota con una propuesta insuficiente o inoportuna rebatida con un sucedáneo aproximado pero distante del posible prototipo original. Quizá porque no tiene tiempo para asumir el control absoluto de un programa de estas características o porque no le ofrecen los medios honestamente necesarios, Mota se limita a ser el director de la sucesión de gags que conforman el programa. Delega en Santiago Segura la misión de presentarlos pero sin demasiada convicción, actuando como la vinagreta que aliña los ingredientes pero sin aportar ninguna personalidad singular más allá del conocido amiguismo entre ambos. En el invento también colaboran miembros de la fábrica del ¡Vaya semanita! y el resultado es experimental porque los gags que identificamos como típicos de Mota siguen siéndolo, casi tanto como los pocos que recuerdan la fórmula de humor vasco. La voluntad de colaborar, sin embargo, es una buena noticia, como también lo es que Mota no renuncie a una intención crítica con la política española repartiendo collejas felizmente transversales. El problema es que a menudo la intención se limita al valor intrínseco de la crítica y desatiende la responsabilidad de provocar la risa. No obstante, hace ilusión ver como en la televisión pública aparece un Pedro Sánchez convertido en Supersánchez “que se contradice a la velocidad de la luz”. Y en el ámbito en el que Mota sigue siendo imbatible es en el retrato de la cultura del cuñadismo y sus derivadas más grotescas, transformadas en artefactos de una extraña comicidad de proximidad, un espejo en el que todos podemos vernos reflejados.

OTRA LIGA. En plena vorágine de nominaciones a los Emmy, y con el furor jerárquico de los expertos seriéfilos absolutamente desatado, apetece ver una serie de tono menor como Wild Bill, en la que el gran Rob Lowe interpreta a un policía norteamericano encargado de solucionar casos policiales en Inglaterra. El juego del contraste cultural entre países aliados pero sociológicamente diferentes, tan explotado en las intrigas policiales modernas, vuelve a funcionar. Sobre todo a través del interés por definir a los personajes (protagonistas y secundarios) más allá de clichés y aportar una verosimilitud que funciona trenzando situaciones aparentemente previsibles pero que no acaban de serlo del todo. Contra la grandilocuencia y el estrépito supuestamente glamuroso de los Emmy, Wild Bill nos propone un entretenimiento de ficción que no aspira a ninguna posteridad pero sí a acompañarnos de un modo honesto.

José Mota no renuncia a hacer crítica política a través de los gags de su nuevo programa

TRILOGÍA. Si establecemos una trilogía documental sobre la España de la transición formada por El caso Alcàsser, El pionero y Parchís, el que cuenta la peripecia del grupo Parchís sería el menos truculento y ambicioso. Pero es una pieza importante en este intento de explicar la historia a través de la televisión y de fenómenos masivos que, mientras se estaban produciendo, siempre tenías la sensación de que necesitaríamos la perspectiva del tiempo para contarlos.