La Comisión Europea, la sede del ejecutivo de los 28, iniciará investigaciones formales en materia de competencia sobre las prácticas de Apple con su tienda de aplicaciones, más conocida comúnmente como App Store. La apertura de esta revisión de negocios llega tras la queja formal por parte de Spotify sobre las condiciones que Apple impone a quienes distribuyen sus programas en iPhone y iPad.
La App Store es la única forma legal de instalar aplicaciones en los más de 1.000 millones de iPhones y iPad en todo el mundo. Spotify, la plataforma de música bajo demanda con sede en Estocolmo, considera que Apple es a la vez árbitro y jugador al establecer las reglas de este único método de distribución de software.
La queja principal de Spotify reside en la cifra del 30% de cada pago que toma lugar en la App Store”
Los escollos son dobles. Al no poder distribuir aplicaciones nativas por métodos alternativos a la App Store, los desarrolladores ven dos frentes: competir con los programas ya instalados de Apple y luego perder un 30% de los ingresos brutos que se produzcan en esta tienda. En el caso de Spotify, tiene que competir con Apple Music, que viene instalado por defecto en todos los iPhone y iPad, y que —al ser propiedad de la propia Apple— no debe pagar ese 30%.
Según Daniel Ek, fundador y máximo ejecutivo de Spotify, los que pierden son los consumidores, puesto que su compañía se vería forzada a subir los precios a sus clientes para hacer frente a este 30%. Apple no permite a ningún desarrollador ofrecer pagos por métodos alternativos como tarjeta de crédito, PayPal o similares. Los únicos cargos que pueden ejecutar los clientes es a través de las propias pasarelas de pago de la compañía, estableciéndose Apple como puerta entre clientes y vendedores.
Apple no permite a ningún desarrollador ofrecer pagos por métodos alternativos como tarjeta de crédito o PayPal”
Apple tampoco permite a los vendedores ofrecer enlaces para realizar las compras fuera de su plataforma. En el caso de Spotify, los clientes deben adquirir su cuenta de suscripción por métodos alternativos como un ordenador, para poder utilizar el servicio de suscripción a fondo. Quejas formales similares han sido descritas en el pasado por otros gigantes como Amazon, que vio como Apple impedía la venta directa libros electrónicos Kindle desde su app de iPhone en 2010.
Durante los últimos años, Apple ha relajado los términos y condiciones para los desarrolladores. Una de las normas que mayor impacto ha tenido trata el caso de las suscripciones recurrentes. En estas, Apple se quedará solo con el 15% de los ingresos brutos una vez que transcurran 12 meses después de ser activada.
Según Apple en una respuesta oficial a la queja de Spotify en el mes de marzo, esta tarifa del 30% está justificada para mantener la seguridad de su tienda de aplicaciones, la confianza de sus usuarios, los costes de la transacción financiera y además el valor técnico de mantener la infraestructura técnica disponible para los distribuidores. La App Store de Apple es el mayor centro de distribución de software por ingresos, y cada año gestiona miles de millones de aplicaciones instaladas en un catálogo con una variedad superior a los 2 millones de programas.
Esta investigación se trata de la segunda en menos de dos años por parte de la Unión Europea a Apple. La anterior tuvo que ver con los impuestos que la República de Irlanda defirió a la compañía durante años. Bruselas acabó fallando en contra de los deseos de Dublín y de la propia Apple, obligando a la compañía californiana a abonar los 13.000 millones de euros en materia de impuestos atrasados.