Un hombre dedicado al negocio de las criptomonedas ha sido secuestrado en Marbella por un grupo de individuos que exigieron 30.000 euros como rescate, según ha avanzado el Diario Sur.
La víctima consiguió avisar a la policía utilizando una táctica astuta: hizo creer a sus captores que estaba en contacto con un cliente para acceder a una de sus carteras de criptomonedas, mientras en realidad aprovechaba para avisar a un amigo en Londres, quien alertó a las autoridades. Este inteligente movimiento permitió que se iniciara rápidamente la operación de rescate.
La policía inició la operación 'Espino', que buscaba el sitio exacto donde el hombre estaba retenido
El pasado 1 de febrero, una mujer acudió a la comisaría de Marbella para denunciar el secuestro de su hijo, un 'trader' de criptomonedas. A través de unas fotos proporcionadas por la madre, la policía inició la operación 'Espino', que buscaba el sitio exacto donde el hombre estaba secuestrado en una urbanización de Estepona. A pesar de las limitadas pistas iniciales, los investigadores trabajaron sin descanso, rastreando el teléfono móvil del secuestrado durante varias horas.
El avance llegó cuando los agentes notaron movimientos sospechosos en una terraza de un edificio de Estepona. En un momento, uno de los secuestradores intentó escapar saltando desde el balcón, cayendo desde unos 10 metros de altura. Aunque se rompió los calcáneos, se identificó rápidamente como la víctima del secuestro, quien les reveló que había tres hombres armados en el interior de la vivienda.
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Con esta información, las autoridades rodearon la urbanización y solicitaron la entrada al domicilio, lo que llevó a la detención de los secuestradores. Durante la operación, interceptaron a tres hombres a bordo de un coche con un paquete de 8.600 euros escondido debajo del asiento. Además, encontraron armas dentro de la vivienda. La Policía detuvieron a los culpables, que se encuentran bajo cargos de secuestro, lesiones graves, tenencia de armas y tráfico de drogas.
Según la víctima, el secuestro empezó después de un encuentro casual con los secuestradores en Marbella. Tras una charla amigable y una invitación a su casa, la situación se volvió violenta. Los secuestradores, al conocer que él trabajaba gestionando criptomonedas, lo agredieron, lo ataron y le exigieron un rescate. Además, no le prohibieron el uso del móvil, lo que permitió que la víctima enviara un mensaje a su amigo en Londres, solicitándole que alertara a su madre para que hiciera la denuncia.