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Las claves del caso Mainat

Sucesos

La causa encierra problemas conyugales, tratamientos anti-aging y malas compañías

Alina asegura que Ángela quería convertir la casa de Mainat en un prostíbulo

Josep Maria Mainat colgó ayer en las redes la canción No time to die (no hay tiempo para morir) de Billie Eilish, en alusión al intento de asesinato por parte de su mujer. El productor televisivo y exmiembro de La Trinca reaccionaba con sorna al torbellino de informaciones que se entrometen en su vida privada desde que La Vanguardia destapó el pasado jueves la noticia sobre su asesinato fallido.

Desde entonces, Mainat no se ha pronunciado públicamente pero ayer añadió más carne en el asador al destacar y traducir uno de los pasajes del tema. “¿Era obvio para todo el mundo que me había enamorado de una mentira?”. Sin tapujos señalaba a su mujer, de la que se estaba separando, de haberlo engañado. El caso cuenta con varios ingredientes: conflictos conyugales, tratamientos anti-envejecimiento, consumo de sustancias y compañías de dudosa reputación de la mujer que se convirtieron en un cóctel explosivo que estalló la madrugada del 22 al 23 de junio. Su esposa, Angela Dobrowolski, de 37 años, le inyectó dos dosis de una sustancia que provocó que Mainat cayera súbitamente en coma. El productor es diabético pero no necesita insulina para controlar el nivel de azúcar. En su casa tampoco la hay. Sin embargo, los Mossos d’Esquadra creen que su esposa, con ánimo de acabar con su vida, llevó insulina a casa de Mainat, se adentró en la habitación donde dormía su marido y de forma sorpresiva le administró dos dosis que a punto estuvieron de costarle la vida. Para entender si aquella aproximación a la habitación de Mainat era habitual o no lo era cabe comprobar si la vida matrimonial seguía intacta tras 11 años de matrimonio. Todo apunta que ya se habían separado y ultimaban los trámites del divorcio con lo que Dobrowolski quedaba excluida de la multimillonaria herencia. Para los Mossos aquello era el móvil del fallido crimen. Ante el juez, sin embargo, la esposa negó que la pareja tuviera problemas, declinó que se estuvieran separando e incluso llegó a afirmar que la noche de los hechos tuvieron relaciones de pareja. Pero la realidad es que desde enero vivían cada uno por su lado y solo se reunían para cenar junto a sus hijos a los que la mujer de vez en cuando acunaba hasta que se quedaban dormidos. Luego se marchaba a su casa.

¿Por qué insistió la mujer para pincharle dos dosis y luego estuvo midiéndole el nivel de azúcar?

La noche de los hechos, Dobrowolski pasó largas horas dando vueltas. De la habitación de Mainat hacia la cocina. Hasta 13 veces. Allí había cámaras. La mujer lo sabía porque hasta pocos meses antes vivía allí. Consciente de ello, preparó las inyecciones con las que supuestamente pretendía matar a Mainat resguardándose detrás de la puerta de la nevera y así tapar el ángulo de visión de las cámaras. Cuando se dirigía a la habitación caminaba con la mano en el bolsillo escondiendo la jeringuilla debajo de la sudadera que llevaba puesta. “Le puse vitaminas porque él me lo pidió”, reconoció ante el juez. En cambio, Mainat dijo que la mujer insistió para pincharle pese a que estaba durmiendo.

Abanderado del anti-aging, Mainat, de 72 años, se resiste a envejecer, y era habitual que su mujer –que está en sexto curso de Medicina– le inyectara sustancias tipo vitaminas dentro de su tratamiento rejuvenecedor. Pero si ya no estaban juntos, ¿por qué ella le inyectó las vitaminas aquella noche? ¿Por qué lo despertó a las dos de la madrugada para ponérselas? ¿Por qué insistió tanto? ¿Por qué ocultó cómo preparaba las dosis tras las puertas de la nevera? Y aún hubo otro movimiento sospechoso. Con su esposo dormido la mujer se pasó una hora y media midiendo su nivel de azúcar con un glucómetro hasta que cayó en coma. Luego esperó 20 minutos para llamar a una ambulancia. La mujer pensaba que ya era irreversible, según los Mossos.

Los Mossos entienden que el móvil fue económico: la esposa iba a quedar fuera del testamento

Para Mainat, como él mismo aludió en la canción de James Bond, tampoco era el tiempo para morir y recobró la conciencia en la misma ambulancia advirtiendo ya desde el primer minuto que su mujer había querido matarle.

A pesar de los minutos invertidos en televisión en desgranar el caso, todos los interrogantes se dirimirán en un juzgado donde Mainat y su mujer expondrán sus diferencias. En los próximos días serán citados a declarar.