Las circunstancias de la muerte del joven coruñés de 32 años Diego Bello Lafuente en la isla turística de Siargao sigue estando rodeada de oscuridad. La familia del pequeño empresario, abatido por la policía a primeros del pasado mes de enero, reclama nuevamente, esta vez a través de un vídeo, que se haga justicia y que se lleve a cabo una investigación en profundidad concluyente y que se limpie el buen nombre de Diego. La familia niega cualquier vinculación del fallecido con el tráfico de drogas como alega la policía filipina para explicar su muerte.
El vídeo se ha distribuido a través de la plataforma Justicia para Diego y quiere servir como un mecanismo para captar más la atención de la opinión pública así como de las administraciones española y filipina. Las investigaciones en marcha del lado filipino no acaban de aportar luz y datos relevante como los de la autopsia afloran muy lentamente.
La embajada de España en Manila ha hecho diversos requerimientos a las autoridades del país que preside el controvertido Rodrigo Duterte, cuyo mandato se caracteriza, entre otras cosas, por una lucha despiadada y a muerte contra los clanes filipinos de la droga, que ha levantado las más airadas críticas y denuncias de las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos.
El relato que llega desde Filipinas evoca un ambiente turbio que contrasta con las características del empresario que todos sus conocidos relatan y que se aleja por completo del de alguien cercano a las drogas o capaz de portar un arma. La policía filipina afirma que durante una operación antidroga, el fallecido quiso vender una papelina de droga a una agente encubierto y que, al sentirse descubierto, extrajo un arma del calibre 45 para hacer frente al policía y que éste y su apoyo no tuvo más remedio abatirlo.
Diego Bello había puesto en marcha un hostal y una pequeña tienda de artículos de surf y otros efectos vinculados con el mar, su gran pasión. que se concretaba en el buceo, deporte del que también era instructor.