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La intensa vida sentimental de Ardines complicó la investigación

Asesinato en Llanes

La Guardia Civil no halló ADN de los autores en la escena del crimen

El concejal asesinado de Llanes tenía una relación abierta con su esposa

Fotografía de archivo del concejal de IU asesinado en Llanes, Javier Ardines

Alberto Morante / EFE

De todos los enemigos que tenía el concejal de Izquierda Unida de Llanes Francisco Javier Ardines González, de 52 años, fue el que tenía más cerca, en su familia, el que presuntamente pagó para que lo mataran. Tras seis angustiosos meses de rumores e intrigas en un pequeño pueblo de la costa asturiana en el que reinaba la desconfianza y muchos se sentían señalados, la Guardia Civil resolvió ayer el misterioso asesinato del concejal. Fue un crimen por encargo, con los celos en el centro de un triángulo sentimental y sexual que no ha pillado a casi nadie por sorpresa.

A las seis de la mañana, la Guardia Civil realizó tres detenciones en el País Vasco. El cuarto sospechoso había huido a Suiza tras el crimen y hace varias semanas que ingresó en prisión, tras ser arrestado por tráfico de drogas. La orden para su extradición ya se ha cursado.

El cerebro de la trama es Pedro Luis Nieva , de 48 años, gerente de una pequeña empresa de electricidad, Instalaciones Mugarra, que él mismo puso en marcha en el 2002, con 40 empleados. Un tipo malcarado, protagonista de enfrentamientos violentos con sus vecinos y extremadamente celoso y posesivo. Padre de dos hijos de 18 y 22 años, y casado más de media vida con Katia B. R.

Crimen en Llanes

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La familia disfrutaba desde hacía tiempo de una casa en Llanes, a escasos metros de la vivienda de la familia del concejal asesinado. La cercanía fue buscada. Las mujeres de ambos, Katia y Eva B., eran primas hermanas y bien avenidas. Anoche se podían encontrar fotografías con todos los protagonistas de este drama en alguno de los felices momentos que compartieron en el paraíso asturiano.

Javier Ardines y Katia iniciaron una relación sentimental y sexual que, tras las primeras sospechas, acabó siendo confirmada por el marido. El hombre decidió vengarse. Y preparó con mucha meticulosidad lo que él aseguró en el día de ayer que sólo tenía que ser un toque de atención al concejal, pero que a los matones contratados, insistió el detenido, se les fue de las manos.

Las mujeres de Pedro Luis Nieva (centro) y Javier Ardines (derecha) son primas

LVE

El electricista contactó con uno de sus mejores amigos, Jesús, al que confió primero sus planes y le pidió ayuda. Este detenido, que durante el día de ayer negó a los investigadores su implicación en la trama, habría puesto en contacto al marido celoso con dos argelinos con antecedentes por tráfico de drogas, vecinos de Bilbao y que nunca habían pisado Asturias. Un elemento importante porque difícilmente se les vincularía con el suceso.

Llegar hasta estas conclusiones no resultó nada fácil a los investigadores. Al trabajo inicial de la policía judicial de la comandancia de Gijón se unió enseguida la unidad central operativa de la Guardia Civil, la UCO. Nada más poner un pie en este precioso municipio de 14.000 habitantes, el octavo más turístico de España, los investigadores entendieron que aquello no iba a ser nada fácil.

A cada paso que daban, descubrían un nuevo enemigo. Los había políticos y también personales. Ambas hipótesis se trabajaron durante las primeras semanas, sin descartar ninguna.

El recodo del camino en el que los asesinos del concejal le tendieron una emboscada, el pasado 16 de agosto

EFE

Javier Ardines era un hombre de gran envergadura física, pescador, de ideas muy firmes que no se amedrentaba con nada ni nadie. En el 2014 aceptó asumir el cargo de concejal de Pesca, Medio Rural, Playas y Personal del Ayuntamiento de Llanes. Su partido, Izquierda Unida, se alió con Vecinos por Llanes, Foro y el Partido Popular para formar un gobierno cuatripartito, que terminó desalojando a los socialistas tras 28 años en el poder.

En los años que estuvo al frente de esas responsabilidades, por las que nunca quiso cobrar un sueldo y sólo aceptó el pago del kilometraje, Ardines paralizó proyectos urbanísticos de dudosa legalidad e inició un conflictivo proceso de ordenación de la contratación de los funcionarios municipales, obligando a los interinos a presentarse a concursos para conseguir una plaza.

Los investigadores interrogaron a todos sus enemigos políticos, a los funcionarios interinos, incluido el turno de noche al completo de la plantilla de la policía local de Llanes. A muchos de ellos se les pidió una muestra de ADN, a lo que todos accedieron voluntariamente.

Complicaciones para la Guardia Civil

Los investigadores tuvieron que sortear infinidad de rumores y descartar a enemigos de la víctima

Los investigadores creyeron haber logrado restos genéticos de los asesinos del concejal en la escena del crimen, pero finalmente el laboratorio descartó esta posibilidad. Hombre metódico, el pasado 16 de agosto, madrugó y a las seis de la mañana salió de su casa en la pedanía de Belmonte de Pría, para ir al puerto a pescar. A unos 700 metros del camino, se vio obligado a detener su furgoneta porque tres vallas de obra le barraban el paso. Dejó las llaves puestas, la puerta abierta y el motor encendido. Uno de los vecinos de las únicas cinco casas de los alrededores escuchó unos gritos, pero no le dio importancia.

La Guardia Civil sostiene que los argelinos golpearon al concejal con un objeto contundente por la espalda en dos ocasiones, pero que éste se revolvió y se defendió. Aún pudo andar otros 70 metros, hasta que cayó desplomado. Sus agresores decidieron entonces rematarlo en el suelo y le asfixiaron con sus propias manos.

El mismo vecino que escuchó los gritos, se encontró dos horas después con su cuerpo. Hasta allí se acercó un médico que no pudo hacer nada más que certificar la muerte de su amigo. Precisamente esa mañana, Ardines había quedado con Begoña, la mujer del doctor, para llevarla en su barca y que ella pudiera hacer fotos.

Poco más encontraron los investigadores, en un camino sin cámaras. El día anterior al crimen, el 15 de agosto, había sido fiesta mayor en Llanes y el municipio estaba abarrotado de turistas y curiosos. La UCO solicitó el registro de todos los números captados por los repetidores de la zona en la franja horaria del crimen, pero las mediciones con ese volumen de personas no eran certeras.

El plan del marido celoso era perfecto para sus intereses. Ese fin de semana, su familia no estuvo en Llanes y se pasó el 16 de agosto entero en su casa de Amorebieta con su mujer y el móvil encendido, para que en caso de que le interrogaran, su teléfono se posicionara en ese lugar, a casi 200 kilómetros del escenario del crimen.

Aproximadamente en noviembre, las sospechas de los investigadores se centraron sobre Pedro tras confirmar que su mujer estaba entre la larga lista de amantes del concejal asturiano. Nada del sospechoso le relacionaba con el asesinato, salvo sus celos y sus reacciones desmesuradamente violentas. Había que llegar hasta los ejecutores del crimen, y en eso han trabajado sin descanso los guardias civiles en estos últimos meses hasta ayer.