"No me sueltes, que me estoy muriendo"
Denuncian que intentaron ayudar a los atrapados, pero agentes de seguridad se lo impidieron
Dos jóvenes que asistieron anoche a la fiesta de Halloween en el Madrid Arena relatan los momentos de pánico que se vivieron
Madrid. (Efe).- Dos jóvenes que asistieron anoche a la fiesta de Halloween en Madrid Arena , donde fallecieron tres chicas en una avalancha, han asegurado que vivieron momentos de pánico y que trataron de ayudar a los atrapados, uno de los cuales, agarrado a ellos, les gritaba: "No me sueltes que me estoy muriendo".
Unas palabras desgarradoras, pero que no sirvieron para poder ayudarle porque, según han denunciado a Efe, los servicios de seguridad del recinto impedían que pudieran socorrer a las personas atrapadas.
Los dos jóvenes, Javier, de 19 años, y Guillermo, de 20, han acudido esta tarde al hospital Doce de Octubre para ponerse a disposición de la familia de la menor ingresada en la UCI que continúa en estado muy crítico, Belén Langdon, para facilitar cualquier información que pueda servir para esclarecer lo sucedido.
Con el fin de que los familiares puedan contactar con ellos les han facilitado sus números de teléfono y se prestan a colaborar ante cualquier posible denuncia. Han contado que era tal el agobio que sobre las cuatro de la mañana decidieron abandonar la fiesta y marchase a casa, momento en el que se vieron sorprendidos por una multitud que llenaba uno de los pasadizos de acceso al recinto.
Pudieron ver hasta "cinco pisos" de personas amontonadas , que gritaban desesperadamente y que se agarraban a sus manos y a sus pies, pero ante la imposibilidad de poder auxiliarles ellos mismos, pidieron ayuda al personal de seguridad al que advirtieron de que si no se actuaba con rapidez "iba a morir gente".
Durante estos momentos tan confusos llegaron a ver cómo un camarero hacía maniobras de reanimación sobre una de las barras de copas a una de las chicas, que finalmente resultó muerta.
En cuanto consiguieron salir del recinto, se marcharon directamente a casa, llorando, después de una noche que, han asegurado, "ha sido la peor" de sus vidas. Una de las cosas que más les ha sorprendido de lo ocurrido, han señalado, es que en ningún momento se decidiera suspender el concierto de música.
Ellos habían adquirido la entrada con antelación y habían pagado 33,80 euros por cada una, aunque luego en la reventa llegó a costar 54 euros, han señalado. Al igual que otros testigos, han subrayado que, en general, no se requirió el DNI ni se registraron bolsos y mochilas por si había algún objeto peligroso.