La prudencia me alerta de que hacer una crítica de un programa de televisión que todavía no se ha estrenado no es lo más sensato, pero mi sexto sentido también tiene ganas de protagonismo y ha encendido todas las alarmas después de ver la promoción del nuevo espacio de entretenimiento que prepara Mediaset. Me llama especialmente la atención el título que han elegido: Quiero ser famoso . Así. Sin más. Quiero fama.
Este es el mensaje que difunde el propio espacio a la hora de hacer su particular reclamo para encontrar los futuros protagonistas de este nuevo proyecto. “Ya queda poco para que puedas enseñarnos todo lo que puedes aportar, para que puedas alcanzar la fama, para demostrar que llegas pisando fuerte, que sabes conectar con tus seguidores y que puedes ser viral en menos de un minuto”. Vaya, que no solo se trata se incitar a la gente a que se haga famosa sino que puedan lograrlo en un tiempo récord.
Preocupante. Ante todo porque pienso que la fama no debe ser jamás una meta o un objetivo a alcanzar, sino una consecuencia de un trabajo más o menos bien hecho. Hablo, por supuesto, de la categoría de famosos que lo son por sus profesiones, no de los que lo son contaminados por su ámbito familiar, de pareja o que la tienen en su ADN desde la cuna porque han tenido la suerte o desgracia de formar parte de un clan mediático.
Luego está la rapidez con lo que parece que algunos miembros de las nuevas generaciones se están a acostumbrando a tener o a lograr las cosas, lo que les sume en una profunda frustración cuando eso no sucede. Estamos dejando de lado la cultura del esfuerzo para creer de forma errónea que solo con tener talento basta. Y no es así. Al talento, por muy innato que sea, hay que unirle horas, mimo, trabajo, perseverancia, tolerancia a los obstáculos y una regularidad y constancia que, en la mayoría de casos, es lo más complicado de lograr. Un minuto puede bastar para enganchar a la gente pero hay un trabajo y esfuerzo detrás que no podemos ni invisibilizar ni desdeñar, y menos en un medio de comunicación que debería tener una tarea educativa importante. No estaría mal que se hicieran charlas en escuelas e institutos de lo que comporta la fama. La cara B. Aquella que tiene que ver con las presiones, bloqueos mentales, pérdidas de intimidad y acoso de paparazzi y redes sociales. De hacerlo, quizás el mantra cambiaría al no quiero ser famoso. Por nada del mundo.