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Una serie de Netflix para ver en un suspiro

‘Special’

Cómo sobrevivir siendo homosexual con parálisis cerebral entre tanta superficialidad

Ryan O'Connell se basa en su vida para escribir la serie.

Courtesy of Netflix / Netflix

Ryan O’Connell tiene parálisis cerebral. Un día, en la veintena, le atropellaron en la calle. Apenas se hizo nada. Cuando entró a trabajar en una revista en Nueva York, consideró que era más simple decir que le habían atropellado y que por esta razón tenía problemas de movilidad. Le daba pereza tener que explicar en qué consistía la parálisis cerebral y todo su periplo vital hasta llegar a esa oficina. Y, cuando un día escribió esta anécdota en unas memorias, el actor Jim Parsons (The big bang theory) quiso reunirse con él. ¿Había pensado en convertir sus experiencias en una serie de televisión? El resultado es Special, la primera serie de Netflix con episodios de 15 minutos y que te puedes ver en un suspiro.

Es una comedia modesta. No se puede decir que la plataforma de contenidos invirtiera un dineral en contar esta historia que podríamos calificar como necesaria. Siempre es de agradecer cuando una minoría encuentra una forma de expresarse y hacernos llegar su voz. En el caso de O’Connell, estamos hablando de una persona que nos habla de diversidad funcional y de sobrevivir en una comunidad tan superficial como la homosexual, sobre todo en una ciudad como Los Angeles, donde los cuerpos perfectos están por todas partes.

Ryan hace amigos por primera vez en su vida.

Netflix

Special tiene un poco de webserie de toda la vida. A ratos parece un conjunto de anécdotas y buenas ideas amontonadas una sobre la otra, con personajes a medio cocer, con un presupuesto ajustado con el que O’Connell no se habrá comprado una mansión en California. Por suerte, estas buenas ideas son virtudes como la relación de Ryan con su madre (Jessica Hecht), la radiografía que se hace de los medios que sólo cuentan historias personales cuyo valor periodístico es muy cuestionable y la valentía de exponer la validez de un cuerpo con parálisis cerebral al lado de esos cuerpos Danone que se cruzan por su camino.

Ryan O’Connell, que conste, cuenta una historia desde un punto de vista personal. No tiene que ser políticamente correcto, ni tampoco es una oda a la diversidad. De hecho, sus propios valores se filtran en las escenas. En la serie, Ryan no es una activista que luche por la diversidad funcional sino que tiene sus propios prejuicios: él querría ser un cuerpo diez más, como los homosexuales de las fiestas de su jefa, y acostarse sólo con esos cuerpazos.

La relación entre Ryan y su madre es lo mejor de la serie.

Courtesy of Netflix / Netflix

Y, mientras el creador puede mostrar la hipocresía de su propio discurso, hay momentos donde la serie se beneficiaría de un mayor distanciamiento creativo. No se acaba de vislumbrar si la superficialidad se critica desde dentro o si toda la serie vende la misma superficialidad que disecciona. Es difícil de distinguir cuando todas las personas que aparecen en la serie son bastante ideales.

Sea como sea, bienvenida sea Special. Se ve en un tres i no res, tiene un punto de vista distinto y hay cierta curiosidad por ver si O’Connell sabrá dar un paso adelante con una hipotética segunda temporada. Netflix, ¿le das unos dólares más y que eleve el material? De mientras, el hombre está escribiendo el revival loco de Sensación de vivir.