Que alguien traiga esta serie con aroma de los noventa, por favor
Big Sky
David E. Kelley dominó esa década con ‘El abogado’ y ‘Ally McBeal’ y quiere volver a ella tras escribir ‘Big little lies’ y ‘The Undoing’
Los canales y las plataformas nos traen centenares de series cada temporada. Hay que reconocer el esfuerzo por buscar producciones interesantes y encontrarles huecos en las parrillas o catálogos. Pero siempre hay alguna serie que te llama la atención (como mínimo como periodista seriéfilo) y no ves que nadie esté interesado en comprarla. Y, por favor, alguien tiene que traer Big Sky.
Big Sky es la nueva serie de David E. Kelley que el canal estadounidense ABC estrenó esta semana. Se la compara con Twin Peaks (al mismo tiempo que se advierte que en realidad no es sucesora de la obra de culto de David Lynch), se ha llevado unos cuantos titulares por sorprender con el primer episodio y sobre todo está llamando la atención porque es el regreso del guionista a la televisión en abierto. Y esto sí que es una inmensa noticia.
Para entender este último aliciente, hay que colocar a David E. Kelley en perspectiva. Él había mandado en la televisión de los noventa. No es una exageración. Se llevó hasta cinco premios Emmy a la mejor serie por creaciones que firmaba él: al mejor drama con Picket Fences en 1993 y 1994, con El abogado en 1998 y 1999 y uno a la mejor comedia por Ally McBeal en 1999 (sí, esa temporada dominó en las dos categorías reina).
Esto sin contar que se había llevado tres premios Emmy al mejor drama como productor ejecutivo de La Ley de Los Angeles en 1989, 1990 y 1991, una serie por la que recibió dos estatuillas al mejor guión. Estar casado con Michelle Pfeiffer contribuyó todavía más a verle como el rey del medio, aparte de firmar series como Chicago Hope (otra habitual de los premios Emmy en los noventa).
Pero, tras despedir Boston Legal en el 2008 (la serie con la que James Spader ya mostraba ser una presencia televisiva hipnótica antes de volver con The blacklist), se había quedado sin cartuchos. Se enfrentó a una combinación de dos inconvenientes: por un lado la industria detectaba una falta de inspiración (el intento de remake de Wonder Woman era atroz y Harry’s Law con Kathy Bates era otro desastre) y por el otro su modelo de ficción daba la impresión de estar caducado en un contexto donde triunfaban Perdidos, Mujeres desesperadas, House y Anatomía de Grey.
Se podría decir, de hecho, que el pobre David E. Kelley estuvo casi una década sin encontrar su hueco en una televisión que antes le aplaudía cualquier cosa que escribiera. La resurrección artística comenzó en 2016 con Goliath en Amazon Prime Video con Billy Bob Thornton, donde aprovechaba su dominio del género legal pero abandonando los casos episódicos para centrarse en un caso por temporada. Era Kelley aceptando que habían cambiado las normas.
En 2017, sin embargo, se consolidó ese proceso de transformación. Firmó la adaptación de Mr Mercedes de Stephen King, un thriller tan sólido como convencional, y enamoró a la crítica con Big little lies , donde había trabajado a las órdenes de Nicole Kidman y Reese Witherspoon. Los premios Emmy respondieron con el Emmy a la mejor miniserie con un guión dramático que presentaba personajes icónicos y de diálogos impolutos, de los que llevan a los actores a llevarse todos los premios habidos y por haber: Nicole Kidman, Laura Dern y Alexander Skarsgard se llevaron tanto el Emmy como el Globo de Oro.
Y, mientras es cierto que este 2020 está sirviendo para demostrar que también puede tropezar con The Undoing en HBO, su movimiento más interesante es su regreso a la televisión en abierto de Estados Unidos con Big Sky. ¿Por qué? Pues porque David E. Kelley se deja de comportarse como un guionista de cable y de plataforma de contenidos para abrazar una vez más la naturaleza accesible y muy estructurada de la televisión en abierto, con la promesa de volver a los personajes histriónicos y peculiares que le convirtieron en una firma reconocible.
El argumento no es nada del otro mundo: Cassie (Kyle Bunbury) y Cody (Ryan Phillippe), dos detectives privados, unen fuerzas con la ex de él, Jenny (Katheryn Winnick de Vikings), para encontrar a dos chicas desaparecidas. Resulta que en la zona ha habido un exceso de desapariciones de mujeres jóvenes al que nadie había prestado atención.
La presentación de personajes es característica: Jenny tiene un humor de perros, está peleada con Cassie porque las dos quieren el mismo hombre, y también corren por allí un policía inquietante (John Carroll Lynch de Fargo o Zodiac) y un camionero con el que mejor no cruzarse (Brian Geraghty de la franquicia de Chicago).
¿Y qué se puede esperar de la serie? ¿Será buena o mala? Todavía no está claro. Lo que necesitamos es que un buen samaritano compre los derechos de Big Sky, la emita por estos lares y nos permita comprobar con nuestros ojos si David E. Kelley ha sabido actualizar la televisión de los noventa y recuperar ese aroma. Porque, a ver, en esa década se hizo muy buena televisión y él fue responsable de gran parte de ella.