La psicología define la mitomanía como un trastorno caracterizado por la necesidad compulsiva de mentir y distorsionar la realidad sin una razón aparente.
A diferencia de la mentira ocasional, la mitomanía no busca un beneficio claro ni se planifica de manera premeditada, sino que surge como un impulso incontrolable.
Según los expertos, este comportamiento puede estar relacionado con problemas de baja autoestima y una necesidad de aceptación social, lo que lleva a quienes lo padecen a construir una realidad ficticia en la que se sienten más seguros.
Las personas con mitomanía suelen crear historias fantásticas o exageradas para encajar en un grupo, impresionar a los demás o escapar de una vida que perciben como insatisfactoria. En muchos casos, acaban creyéndose sus propias invenciones, lo que refuerza el ciclo de la mentira compulsiva.
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Mentiras
Aunque no existe una única causa identificada para el desarrollo de este trastorno, los especialistas coinciden en que su origen suele ser multifactorial, combinando factores emocionales, psicológicos y ambientales. La mitomanía también se asocia con trastornos como la depresión y la ansiedad, lo que indica que, más allá del acto de mentir, existe un problema subyacente más profundo.
Este trastorno puede tener su origen en experiencias traumáticas, una infancia marcada por la inestabilidad familiar o la falta de afecto, lo que lleva a la persona a refugiarse en la mentira como un mecanismo de defensa.
Tratamiento de la mitomanía
A medida que las mentiras se acumulan, la persona corre el riesgo de quedar atrapada en una espiral de engaño que afecta su vida personal, laboral y emocional.
El tratamiento de la mitomanía se basa en terapias psicológicas, principalmente la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a los pacientes a identificar las causas de su comportamiento y a modificar los patrones de pensamiento que los llevan a mentir.