“Nos va la vida”, advirtió Pedro Sánchez en la noche del jueves desde Bruselas, tras confirmar su determinación de alcanzar el 2% del PIB en gasto en defensa antes del 2029, para justificar el incremento de la inversión militar al que empuja a toda la Unión Europea el nuevo escenario geopolítico abierto tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Ante la aceleración de los acontecimientos en Ucrania, en todo caso, España se sumerge así de golpe en un controvertido debate político, económico y social en el que Alemania, Francia o Italia llevan tiempo inmersos.
El propio Sánchez recalca que España es un país “pacifista”, y él mismo se muestra contrario a una nueva carrera armamentística. Pero advierte que lo que ahora está en juego es la propia supervivencia de Europa y llama a “proteger” el continente, tanto en el frente oriental como en el flanco sur. Y, por tanto, apela al “europeísmo” de la sociedad española y de la mayoría de los grupos parlamentarios –salvo, a su juicio, la ultraderecha de Vox– para elevar el gasto en defensa.
La cuestión es cómo, en qué cantidades, en qué plazos y mediante qué mecanismos. Es justo lo que ahora tiene que determinar el Gobierno, donde admiten que están explorando cuáles son las mejores vías para lograr este objetivo de incrementar la inversión militar a más velocidad de la inicialmente prevista. El jefe del Ejecutivo evitó el jueves concretar: “Estamos ahora mismo en conversaciones con todos los países europeos y los aliados para acordar exactamente cuándo vamos a materializar ese 2%”.
En primer lugar, Sánchez quiere tomar la temperatura de los grupos parlamentarios, en las reuniones a las que su equipo ya empezó a convocar ayer a Alberto Núñez Feijóo y a todos los líderes políticos –con la única exclusión de Santiago Abascal–, para el próximo jueves en el palacio de la Moncloa.
“Invertir en defensa es invertir en democracia”, alega Bolaños ante la ronda del próximo jueves
En el Ejecutivo reconocen que la mejor opción sería contar con el respaldo de una mayoría transversal, que incluyera a formaciones de derecha y de izquierda. Pero no se llaman a engaño: “Será difícil”, asumen. En todo caso, quieren pulsar el clima que existe al respecto entre los grupos en la ronda del jueves. “Tenemos que buscar cuál es la mejor vía para convencer a la totalidad de los grupos parlamentarios de que estamos hablando de invertir en democracia”, señaló ayer el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños. “Invertir en defensa es invertir en la seguridad de nuestro país, es defender la democracia, la libertad y nuestros valores”, alegó.
La empresa, no obstante, se antoja complicada para el PSOE. Empezando por su propio socio de coalición. Aunque la sucesión de movimientos geopolíticos ha hecho que Sumar haya abandonado el rechazo frontal que, hasta ahora, mantenía –y que todavía defiende alguna de las fuerzas coaligadas como es el caso de Izquierda Unida–, el grupo plurinacional condiciona su apoyo al aumento del gasto a que el plan incluya “criterios de seguridad y no solo belicistas”.
Los de Yolanda Díaz entienden que una política de defensa eficiente no debería depender exclusivamente del gasto, sino de una mayor coordinación entre los países de la UE para gestionar mejor los recursos disponibles. “Europa debe tener mayor autonomía estratégica y no depender de quién gobierne en la Casa Blanca”, ha explicado su portavoz en el Congreso, Verónica Martínez Barbero.
Entre los socios de investidura, el PNV apunta a ser quien menos dificultades le ponga a Sánchez. En su última intervención en el pleno del Congreso, su portavoz Aitor Esteban ya reclamó al presidente del Gobierno que trabaje “sin dilación” la defensa del continente para que “Europa siga siendo adalid de la democracia”.
Sumar se abre a estudiar el aumento del gasto en defensa “siempre que no sea con fines belicistas”
En el otro extremo se encuentra EH Bildu quien, por boca de su diputado Oskar Matute, recalcó ayer que “la escalada armamentística no nos va a hacer personas más libres ni más seguras. Seguimos apostando por reforzar la vía del diálogo, la negociación y la diplomacia”, señaló tras conocer el compromiso de Sánchez.
Aunque el portazo más ruidoso corrió a cargo de Podemos, quien acusó a Sánchez de “lamer las botas” a Trump. “Este gobierno está cavando su propia tumba. Cada euro en armas es un recorte a nuestra sanidad y educación publicas. Así no”, manifestó la secretaria general, Ione Belarra, contribuyendo a que, a una semana vista, la lista de apoyos al aumento del gasto en defensa esté muy lejos de conformar una mayoría transversal como ansían en la Moncloa.