Adolfo Carretero es un juez de carrera y de familia. Ha sido decano de juzgados y lleva sin retrasos el Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid. La relación con su oficina judicial, es decir, con los funcionarios, es la propia existente en cualquier juzgado. Así lo definen fuentes jurídicas próximas al magistrado. Dicho esto, hay un dato indudable: Carretero es un juez de fuerte temperamento y eso lo sufren a aquellos a los que interroga, así como las personas que trabajan con él.
Nada más conocer que le había tocado por reparto la denuncia de la actriz Elisa Mouliaá contra el exportavoz de Sumar Íñigo Errejón era consciente que mediáticamente iba a dar mucho de que hablar.
Estas fuentes explican que Carretero intuía que su interrogatorio tanto a la denunciante como al denunciado podría acabar filtrada en los medios de comunicación. Él venía de instruir la causa de las mascarillas, con el famoso Luis Medina como principal investigado. Su interrogatorio, incisivo, incómodo, sin rodeos y en ocasiones con tono agresivo, también acabó en los medios de comunicación.
Por tanto, y después del revuelo con la dimisión de Errejón y una denuncia por agresión sexual, este juez sabía que iba a estar en el punto de mira.
Sin embargo, y según estas fuentes, él decidió mantener su forma de interrogar, a pesar de que acabaría siendo escrutado. Carretero ha utilizado la misma técnica de interrogatorio para un investigado por corrupción que para una presunta víctima de agresión sexual y eso es lo que tendrá que analizar ahora el promotor de la acción disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha abierto diligencias informativas, tras recibir 900 quejas contra él.
Asociaciones feministas e incluso la ministra de Igualdad han criticado ferozmente la dureza de Carretero en el interrogatorio a Mouliaá, con formas “reprobables” y tono “insoportable” llevándola a una revictimización por tener que volver a recordar todo lo que dejó registrada en la denuncia contra Errejón.
Incisivo o excesivo
Sin embargo, fuentes jurídicas indican que el magistrado, ante ciertos puntos no concordantes de la denuncia, quiso hacer un interrogatorio incisivo para conocer si la versión ofrecida por la actriz era fidedigna. Al otro lado, hay un denunciado por un delito de agresión sexual.
De hecho, Carretero recriminó a Errejón durante su interrogatorio que no ha sido hasta que le han denunciado a él cuando se ha desligado de su partido, que defiende que todas las denuncias, aunque sean anónimas, son válidas, lo que va en contra de la presunción de inocencia.
El CGPJ tiene ahora que estudiar si la manera de interrogar a la denunciante excedió a la libertad de un juez para dirigir un interrogatorio. Carretero le hizo preguntas como: “¿le intentó bajar usted las bragas?”; ¿Cuánto tiempo le estuvo chupando las tetas?“; o afirmaciones como:”usted en la denuncia no dijo que fuera ebria. ¿Estaba muy ebria, seguro?"
Tranquilo ante la respuesta del CGPJ
Cuando Mouliaá le relató que Errejón la introdujo en el dormitorio durante una fiesta en casa de unos amigos de ella y que ella se sintió incómoda, el magistrado le preguntó si le llegó a decir “que me dejes en paz, que no me toques”, o si se calló.
Fuentes jurídicas sostienen que Carretero está tranquilo por las repercusiones que pueda tener su interrogatorio, entre otras cosas, porque considera que ha sido filtrado ilegalmente a la prensa. Mientras tanto, él sigue trabajando en su juzgado, que según estas fuentes lleva al día y no ha tenido hasta ahora quejas por retrasos.
Este asunto no es el único mediático que ha tratado. Instruyó el de las mascarillas por una estafa al Ayuntamiento de Madrid por parte del comisionista Alberto Luceño y su socio Luis Medina. Una vez finalizada la instrucción, la Fiscalía pide 15 años de prisión para el primero y 9 años para el segundo por “enriquecerse exageradamente” en el peor momento de la pandemia de covid, con comisiones desorbitadas a cambio de material sanitario.
Ha habido otros asuntos que han hecho fijarse en su nombre como la causa contra el cómico Dani Mateo por un delito de ultraje a la bandera, tras un gag en el que se sonó la nariz con la enseña nacional; o la investigación a la monja sor María Gómez en relación con un caso de bebés robados. Desde luego se trata de un juez que no pasa desapercibido y que ahora el CGPJ dirá si se ha pasado de la raya.