Cuando el general del Aire Julio Rodríguez Fernández, ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), anunció en 2015 que se sumaba a Podemos, hubo una cierta conmoción en la opinión pública. Un militar de alta graduación se sumaba al partido de los indignados. Nadie argumento entonces que las Fuerzas Armadas españolas estaban virando hacia la extrema izquierda en plena resaca de la crisis económica. Habría sido una apreciación incierta. Tiempos después, un agente de la Guardia Civil, Juan Antonio Delgado, fue elegido diputado de Podemos por la provincia de Cádiz. Eran otros tiempos. No, el Ejército no viraba a la izquierda. Era una decisión muy significativa y a la vez muy singular. Ya en sus tiempos en la academia, Julio Rodríguez era apodado “Julio, el rojo”, por algunos de sus compañeros de promoción. De todos los militares retirados que han optado por la política en los últimos años, el teniente general Julio Rodríguez ha sido el oficial de mayor rango que ha dado ese paso, puesto que entre 2008 y 2011 fue el más alto mando de las Fuerzas Armadas.
Cuando en 2019, Vox presentó a cuatro generales en sus listas, en señal de replica a Podemos, ese gesto también llamó la atención, pero nadie llegó a la conclusión de que cuatro años después las Fuerzas Armadas se habían desplazado en bloque hacia la extrema derecha. Sin embargo estaremos de acuerdo en que las opiniones de Vox tienen más predicamento que las de Podemos entre los mandos y oficiales de las Fuerzas Armadas, incluida la Guardia Civil. Los generales retirados Alberto Asarta (Ejército de Tierra), Agustín Rosety Fernández de Castro (Infantería de Marina), Fulgencio Coll (ex Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra) y Manuel Mestre (Ejército del Aire) se adhirieron públicamente a Vox. Los generales Asarta y Rosety, habían firmado anteriormente un manifiesto ensalzando la figura de Francisco Franco. Posteriormente, Coll encabezó la candidatura de Vox a la alcaldía de Palma. Fue un estudiado golpe de escena que obligó a la ministra de Defensa, Margarita Robles, a recordar la neutralidad política de las Fuerzas Armadas.
La implicación de los militares retirados en la vida política también es una tendencia creciente en otros países europeos
Entre noviembre y diciembre del 2020, en plena epidemia, en un momento de verdadera conmoción social, más de setenta mandos militares retirados firmaron un manifiesto dirigido al Rey pidiendo la destitución del Gobierno “social-comunista, apoyado por filoetarras e independentistas”, términos habitualmente utilizados por Vox. En tanto que militares retirados tenían pleno derecho a dar a conocer públicamente sus ideas políticas sin ser sancionados por ello. Ese manifiesto fue apoyado al cabo de poco tiempo por otro documento similar firmado por más de doscientos militares retirados. La ministra Robles volvió a verse en la obligación de recordar la neutralidad política de las Fuerzas Armadas por mandato constitucional. Hace ahora un año, en noviembre del 2023, poco después de la última investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, un nuevo manifiesto de militares retirados pedía a los “responsables de la defensa del orden constitucional” la destitución de Sánchez y la convocatoria inmediata de nuevas elecciones.
La implicación de los militares retirados en la vida política también es una tendencia creciente en otros países europeos. Mil oficiales retirados del Ejército francés firmaron en 2021, en plena epidemia, un manifiesto en el que alertaban del riesgo de guerra civil en Francia, vaticinando una posible desintegración del país, razón por la cual expresaban su apoyo a Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, hoy Reagrupamiento Nacional.
En Italia, país en el que la milicia se ha mantenido escrupulosamente apartada de la política desde la derrota del nazi-fascismo en 1945, el general de división Roberto Vannacci, antiguo jefe de la brigada paracaidista Folgore y antiguo comandante de las fuerzas italianas desplegadas en los Balcanes y Afganistán, llamó la atención del público con un libro titulado Il mondo al contrario (El mundo al revés), en el que expresaba sus opiniones sobre diversos temas de actualidad: calificaba de “anormales” a los homosexuales, advertía del riesgo de aniquilación de Occidente, calificaba a Benito Mussolini de estadista, afirmaba que los rasgos de las personas negras de nacionalidad italiana no representan a la italianidad, ensalzaba a la Decima Mas, una unidad de combate del régimen fascista, que sembró el terror en el norte de Italia durante el periodo de la denominada República de Salò, proponía la salida de Italia de la OTAN y el establecimiento de relaciones fraternales con Rusia. El jefe de Estado Mayor del Ejército italiano abrió una investigación sumaria sobre el libro de Vannacci, escrito cuando aún estaba en activo. Se le suspendió por un periodo de once meses con la mitad del salario. Vannacci se presentó a las elecciones europeas del pasado mes de junio, encabezando la candidatura de la Liga de Matteo Salvini, la antigua Liga Norte, ahora convertida en un partido de derecha radical. Vannacci ayudó a la Liga a recolectar el 9% de los votos emitidos.
Llaman la atención las declaraciones de Gan Pámpols indicando que no aceptará “directrices políticas” en su labor
La última novedad en España en el ámbito de los generales retirados es el reciente nombramiento del general Francisco José Gan Pámpols (Figueres, 1958), como nuevo vicepresidente segundo del gobierno de la Generalitat Valenciana con el encargo de dirigir la reconstrucción de las zonas afectadas por la terrible riada del pasado 29 de octubre. Una de las primeras decisiones de Gan Pámpols, general de división del Ejército de Tierra, con un brillante expediente militar, ha sido el nombramiento del general de brigada en la reserva, Venancio Aguado, como jefe de gabinete. En calidad de reservista, el general Aguado deberá solicitar al Ministerio de Defensa el pase a la situación de servicios especiales.
Han llamado la atención unas primeras declaraciones del nuevo vicepresidente de la Generalitat Valenciana indicando que no aceptará “directrices políticas” en su labor, que juzga eminentemente “técnica”. Son palabras que pueden invitar a un malentendido. Ni el Ejército toma el mando en Valencia, ni las zonas a reconstruir van a ser militarizadas. El nuevo vicepresidente ejercerá una importante responsabilidad política en tanto que civil, con una dilatada experiencia profesional en la carrera militar. Sus decisiones serán políticas y como gobernante civil deberá ser tratado. Deberá responder de sus actos ante el presidente de la Generalitat, deberá dar cuenta de su gestión ante las Corts Valencianes y su labor podrá ser objeto de la libre crítica de los medios de comunicación y de la opinión pública en general. Nadie ha decretado un ‘estatuto militar’ para la delicada situación valenciana.
Cabe desear que el señor Gan Pámpols y su equipo logren desempeñar con éxito su nueva misión en la vida civil.