‘Raptus’ o la erótica del poder

Muchos votantes de izquierda, hombres y mujeres, están perplejos ante las acusaciones de maltrato y abuso a uno de sus líderes más apreciados. Buen orador, rápido en sus réplicas a la oposición y sensible ante cuestiones como la salud mental.

Ha dimitido aludiendo al desgaste de su profesión y a la necesidad de sostener un semblante “alejado de la empatía y los cuidados”. Su propia contradicción le ha llevado a renunciar. No hay mención a las denuncias. La justicia determinará, pero no sería el primer caso de político brillante, de izquierdas, juzgado por abusos machistas. Tenemos el antecedente del socialista Dominique Strauss Kahn (DSK), director del FMI.

El portavoz de Sumar en el Congreso, Iñigo Errejón, durante una rueda de prensa posterior a la Junta de portavoces, en el Congreso de los Diputados, a 25 de junio de 2024, en Madrid (España).

Iñigo Errejón. 

Eduardo Parra / Europa Press

El agresor también necesitará apoyos para recuperar la dignidad perdida

Las denunciantes, de uno y de otro, coinciden en señalar un modus operandi basado en acciones repentinas, fruto de un empuje libidinal aparentemente impulsivo, que el psicoanalista Jacques-Alain Miller nombró como raptus . Algo se les impone, directamente en el cuerpo, al que solo pueden obedecer pasando al acto, sin que el pudor o sus propios ideales funcionen como freno. Ante esa intrusión violenta, la mujer queda perpleja y paralizada: “parece mentira que me esté pasando contigo”.

Sabemos que no son casos excepcionales porque muchos agresores sexuales operan así cuando ese empuje pulsional no ha sido frenado ni sublimado y solo el pasaje al acto lo resuelve. Aquí, la perplejidad surge al tratarse de personajes brillantes y adalides de los derechos humanos, especialmente de la mujer. ¿Por qué destruirse así? Auto boicot que apena y angustia a sus seguidores.

La llamada erótica del poder cuenta porque en esa escena de dominio es clave manifestar ese poder y exhibirlo, lo que suele incluir al propio miembro viril. Aunque sea de manera inconsciente, la tesis de que ella quiere eso –el trofeo fálico que les ofrecen de manera cruda– los guía. Este fantasma de abuso es compatible con su capacidad de seducción y encanto, con la convicción íntima de ser ellos la causa de su propio deseo.

Nos queda otra pregunta (hay más, sin duda): ¿por qué tantos cerraron los ojos? Ahora, y también con DSK, parece que muchos lo sabían, pero callaban. ¿Temor a represalias, fascinación por la escena y el personaje, horror y parálisis…? Seguramente, todo y alguna otra razón.

Ya han empezado las voces de los que se presentan como inocentes, dispuestos al linchamiento. La satisfacción de ver al ídolo caído, el deleite de verlo dividido entre lo que quiso ser y lo que resultó alimentará el goce voyeurista en los próximos días. La primera ayuda la necesitan, sin duda, las víctimas y de manera discreta, sin exhibirlas. Luego, el agresor también necesitará apoyos para separarse de su raptus y recuperar la dignidad perdida.

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