Réquiem por el referéndum
En paralelo
El Parlament de Catalunya aprobó en 1989 la primera resolución a favor del derecho de autodeterminación de Catalunya. Desde entonces, se acumulan otras 23 votaciones que lo reivindican, y los registros de sondeos del Centre d’Estudis d’Opinió han insistido en la última década en que entre el 70% y el 80% de los catalanes están de acuerdo en votar un referéndum de independencia. Hasta esta semana. El debate de política general ofició el réquiem por el procés y dio carpetazo institucional a la demanda del referéndum.
La “revolución de la normalidad” de Salvador Illa pasa por la gestión. Jordi Pujol explicaba que pasaba apuros en el extranjero para que no confundieran la Generalitat con una famosa compañía de seguros, e Illa presume de serlo: “Si usted me pregunta cómo quiero ser recordado, pues como un buen gestor”. Ahí no caben proclamas. Los gestos y la agenda del president están dirigidos a normalizar la relación de la Generalitat con el resto de instituciones. Vuelta a la inauguración del año judicial en Catalunya y a los actos del día de la Hispanidad en Madrid... Y los hechos sirven para desterrar proclamas de otros mandatos.
El Parlament ha rechazado, con los votos de PSC, PP y Vox, la resolución de ERC que definía “el referéndum de independencia reconocido y acordado” como herramienta para resolver el conflicto político en Catalunya. Junts emplazó a los republicanos a evitar la derrota retirando el texto, pero se impuso la realidad. No hay mayoría independentista para gobernar, ni estrategia común ni objetivos compartidos... Frente a la incapacidad soberanista, se impone el pragmatismo del PSC, que sí esquiva castigos a la agenda del reencuentro de Illa evitando someter a votación la apuesta por el diálogo en busca de una solución que sume un “consenso amplio” en la sociedad catalana.
Illa no pierde votaciones; el PSC en minoría opera como mayoría holgada sin alternativa
Los hechos son que el Govern no pierde votaciones y la minoría del PSC opera como una mayoría holgada por la falta de alternativa. En la pasada legislatura, el Govern en solitario de ERC perdía el 20% de las votaciones en el Parlament, derrotas infligidas básicamente por la alianza instrumental PSC-Junts (aeropuerto, sequía, B-40, ¿qué fue del Hard Rock Café?). No hay geometría variable, hay necesidades e intereses compartidos.
Con ERC ahogada con su propia bilis, sus diputados están obligados a defender el pacto de investidura con los socialistas, y la competencia independentista facilita el trabajo de Illa a la hora de defender la financiación singular para Catalunya dentro y fuera. Si los barones del PP protestan por el “cuponazo” catalán, el Parlament les desmonta el argumento. El PSC vota en contra de la propuesta de Junts de un “concierto económico” –ERC la apoya por compromiso–, y el rechazo de la Cámara se registra en el boletín oficial.
Sin oposición viable, el PSC se convierte en partido bisagra repartiendo juego a derecha e izquierda, independentista o españolista. Junts sacó adelante 36 votaciones y hasta el PP vio la luz verde en 17 ocasiones para sus propuestas.
Una 'senyera' ondeará en un megamástil de 25 metros junto al Parlament
Mientras Pedro Sánchez sufre un revés con el caso Koldo, Illa disfruta de su particular oasis catalán. “Yo no mezclo carpetas”, responde ante las amenazas de Junts, que maniobra en el Congreso mientras se aferra a la explotación del simbolismo de las ausencias parlamentarias: sin título de jefe de la oposición, lazo amarillo en dos escaños por Carles Puigdemont y Lluís Puig y despacho vacío para el expresident aún residente en Waterloo. Aunque es el president del Parlament, Josep Rull, quien da rango institucional al simbolismo.
En el 2012, Rull fue el artífice de que el escudo de la Generalitat volviera a la fachada del Parlament en sustitución del blasón de Felipe V, como hizo Francesc Macià en 1932 y después la dictadura franquista obligó a retirar. La senyera y la bandera de Aran presiden ahora la sala de reuniones de la Mesa y la junta de portavoces. En la Diada se izó una senyera gigante provisional frente a la fachada de la Cámara, y este otoño se instalará en el lateral del edificio un megamástil de 25 metros, más alto que el del Born... de 17,14 m.