El triángulo: Sánchez, Illa y Puigdemont

The Situation Room

La investidura de Salvador Illa como molt honorable podría ser inminente. La victoria de Illa el 12-M necesita de este acuerdo de investidura, refrendado por las bases de ERC, para que sea la primera victoria estratégica real de Pedro Sánchez desde hace tres años, pero ERC también necesita su victoria estratégica. Comenzar su andadura posprocés , dejar a Junts en la derecha y volver como oferta autónoma a un independentismo de izquierdas. Éste es el contexto de la reciente visita del presidente Sánchez al Palau de la Generalitat y a Ajuria Enea. Hay mayorías más allá la M-30: periféricas, plurinacionales y transversales. Y hay que atenderlas a todas.

Un año después de un 23-J táctico, la amnistía va dando también sus primeros pasos. Personas amnistiadas según lo esperado y el Tribunal Supremo presentando su cuestión de inconstitucionalidad también según lo previsto, hasta que se produzca la “amnistía total”, que llegará. De momento hay además en el Congreso una mayoría bajo el aglutinante de la amnistía y un programa plurinacional de reformas que es la que permite a Sánchez ser presidente. Con el añadido de un punto ciego: Carles Puigdemont, que es ese punto en el camino que no puede ser visto por el conductor (el presidente) cuando éste mira al frente (la investidura de Illa), a los costados (el PP y Vox) o por el espejo retrovisor (Sumar y Podemos).

Ser nación y tener un buen gobierno no está reñido. Es lo que siempre quiso Pujol o Maragall

El riesgo es evidente. Pero la Generalitat es una institución fundamental para España tal y como la conocemos, porque es la medida de todas las cosas. ¿O acaso el debate autonómico empezó por la voluntad del pueblo de Madrid, por poner un ejemplo, de tener su propio autogobierno para encauzar su sentimiento nacional? El restablecimiento de la Generalitat republicana fue la piedra angular de la transición democrática y lo será de la España plurinacional, transversal y periférica que todavía no termina de arrancar. La Generalitat y, cómo no, el Gobierno vasco, dan carta de naturaleza al andamiaje institucional vigente y en esas dos naciones o nacionalidades, como ustedes las quieran llamar, se dirimirá el futuro del país. Por tanto, esto no va de “un presidente suplicante”, sino del líder que reconozca las bases institucionales para la convivencia y las reformas que queremos. Y eso hoy pasa hoy por el Palau de la Generalitat y por Ajuria Enea.

Durante una década, tras la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut de Catalunya, el consiguiente procés y la crisis institucional en España, la Generalitat literalmente se fue. Muchos lo lamentamos. Las fuerzas independentistas creyeron que el derecho legítimo de una amplia mayoría de catalanes que se sienten nación se debía de vehicular a través de la independencia, algo inaudito e imposible en la actual UE, pero era una salida ante el colapso de aquellos años. Tenían su propuesta. Aquello terminó sacando a la Generalitat del carril de la gobernabilidad de España y con unas consecuencias judiciales inasumibles. E hizo inoperante a Catalunya como garantía de convivencia y clavo del abanico que es.

FOTO ALEX GARCIA REUNION EN EL PALAU DE LA GENERALITAT ENTRE EL PRESIDENT CARLES PUIGDEMONT Y EL LIDER DEL PSOE PEDRO SANCHEZ 2016/03/15

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, el 15 de marzo de 2016, en la Generalitat.

Àlex Garcia / Archivo

Este contexto va mucho más allá de sus protagonistas actuales que forman un triángulo: Sánchez, Illa y Puigdemont. El mismo triángulo que otros en sus respectivos puestos formaron en el pasado. Por momentos, claro que uno de cada dos catalanes hubiera votado en un referéndum por la independencia. También es cierto que cuatro de cada cinco catalanes se vieron identificados con lo que se llamó el derecho a decidir. Y que otros tantos sienten que Catalunya es una nación, más allá de la vehiculación que se le dé a ese derecho legítimo de sentirse nación o nacionalidad, si a través de un referéndum o bien a través de un acuerdo institucional. Así es como se funciona en la UE.

Seré claro: estos sentimientos y anhelos están ahí, refrendados en todas las convocatorias electorales en Catalunya. De la misma manera que una gran mayoría también están preocupados por los servicios públicos, el estado del bienestar o los grandes debates que acontecen en sociedades europeas como Francia, Alemania o Italia. De hecho, ser nación y tener un buen gobierno no está reñido. Es lo que siempre quiso Jordi Pujol o Pasqual Maragall . Por tanto, quién lo entienda sobrevivirá al triángulo. Illa vive, resuelta su investidura, saliéndose del triángulo y quedarían Sánchez y Puigdemont. Uno de los dos va a morir (políticamente). Salvo que formen un nuevo triángulo.

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