¿Por qué retrocede el PP?

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Los datos directos de CIS indican que la estrategia popular genera pérdidas por el flanco derecho pero también por el centro

MADRID, 10/06/2024.- El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (d), junto en la cabeza de lista del PP en laso elecciones europeas, Dolors Montserrat (c), y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (y), celebran el triunfo de los populares en laso elecciones europeas, hoy domingo en la sede del PP. EFE/Juanjo Martín

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la cabeza de lista en las elecciones europeas, Dolors Montserrat, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso 

JUANJO MARTIN / EFE

La política es siempre una cuestión de expectativas. Más aún con un gobierno en el alambre. Por eso, el fracaso acecha cuando las expectativas no se cumplen. Sobre todo si además no se materializan algunos pronósticos calamitosos que se han inoculado concienzudamente sobre un determinado espectro de electores. ¿Es eso lo que le está ocurriendo silenciosamente al Partido Popular? ¿Le están pasando factura las expectativas incumplidas de conquistar el poder hace un año? ¿O se trata de una factura aplazada que se ha reactivado tras el resultado de las europeas, que algunos presentaban como el punto final del Gobierno Sánchez?

El PP mantiene una alta fidelidad de voto pero ve reactivarse los flujos hacia Vox y el partido de Alvise

Los datos directos de las series del CIS parecen confirmar esa hipótesis, aunque sugieren también otra conjetura: la que se deriva de una estrategia de augurios tremendistas que tampoco acaban de hacerse realidad… Es decir, diagnósticos apocalípticos sobre la evolución política y económica del país que siguen sin confirmarse. La consecuencia más visible del naufragio de esas estrategias es un doble impacto sobre el espacio ideológico al que van dirigidas: radicalizan aún más al flanco radical y desconciertan al segmento moderado.

La confianza del votante conservador en su líder ha caído 13 puntos desde que dirige el partido

Las cifras del último año reflejan ese impacto de forma inequívoca. Los populares han perdido más de cinco puntos de apoyo entre los electores que se sitúan en el centro de la escala ideológica. Y como resultado de ese retroceso, PP y PSOE se reparten ahora en porcentajes muy similares el voto de ese signo (que también ha elevado la tasa de indecisos). Además, el descenso de apoyos al PP se ha acentuado entre los votantes de derecha moderada (entre ocho y 11 puntos) y se ha disparado entre los conservadores más férreos (hasta 15 puntos menos). Finalmente, en el extremo derecho, Vox vuelve a ponerse por delante del PP tras la fiebre del voto útil que le lastró durante el 2023.

Solo la mitad de los electores populares prefiere a Feijóo como presidente, 16 puntos menos que hace un año

A ese problema se añade otro, que afecta muy especialmente a Núñez Feijóo: la pérdida de apoyos y de confianza que está sufriendo el líder popular desde que se hizo con las riendas del partido. Y no es solo el deterioro de esos indicadores en el ámbito general. Lo verdaderamente relevante para Feijóo es la pérdida de ascendiente entre sus propios votantes. Por ejemplo, el presidente del PP concitaba la confianza del 82% de sus votantes cuando fue elegido. Ahora, en cambio, la confianza ha caído por debajo del 70%. Y, simultáneamente, la tasa de electores populares que desconfían de su líder se ha duplicado hasta alcanzar el 30%.

El Partido Popular debe arañar más de cuatro puntos al resto de derechas para no depender de los ultras

El otro indicador especialmente preocupante para Núñez Feijóo es el relativo a las preferencias como presidente del Gobierno entre sus votantes, como ya se explicaba hace unos días en La Vanguardia en una crónica de Enric Juliana con datos del politólogo Oriol Bartomeus. Esas preferencias arrancaron en abril del 2022 con una tasa cercana al 60%, rozaron el 70% en julio de hace un año, pero han caído a la mitad en los últimos meses. Solo un 52% de sus votantes prefieren a Feijóo como presidente del Gobierno. Esa tasa supone 13 puntos menos que las preferencias que registra Sánchez entre sus seguidores.

Las malas noticias para el Partido Popular se entrelazan con sus expectativas electorales de una victoria insuficiente. Es cierto que el PP mantiene una elevada fidelidad de voto, cercana al 80%, pero el PSOE ha recortado distancias en ese ámbito y, lo más significativo, se ha reactivado el flujo de votantes desde el Partido Popular a Vox y el partido de Alvise. Y esa es la peor noticia para un PP que, ciertamente, está dispuesto a llegar al poder con el voto ultra, pero que preferiría no depender de Abascal a la hora de mirarse en el espejo europeo.

El resultado de una oposición tremendista es que radicaliza aún más al flanco extremo y desconcierta al segmento moderado

Ahora bien, para lograr una cosecha parlamentaria que le permitiera resucitar la clásica mayoría viable con los nacionalistas periféricos de centro derecha, los populares necesitarían mejorar su cuota de voto en al menos cuatro puntos y superar el 37% (lo que se traduciría en un cómputo en torno a los 160 escaños). Al menos así se desprende de las proyecciones territoriales del sufragio. El problema es que Vox resiste en su búnker electoral alrededor del 10% del voto y ahora, además, ha surgido un competidor por la derecha a través de Se Acabó La Fiesta. Es decir, la tendencia de coyuntura no induce a concentrar el voto conservador sino a dispersarlo y a desmovilizarlo. Y si la validez de una estrategia se mide por sus resultados, los datos hablan por sí solos.

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