El milagro de Donald Trump

El escaparate

Cuentan que el psicópata que, en 1981, disparó contra Ronald Reagan lo hizo porque estaba obsesionado con Jodie Foster y consideró que, asesinando al presidente de EE.UU, impresionaría a la actriz. Había visto la película Taxi driver quince veces, lo cual confirma que la cinefilia también puede ser una variante de antecedente criminal. La leyenda afirma que, al entrar al quirófano, Reagan le comentó a los cirujanos: “Espero que seáis todos republicanos”. A Donald Trump lo salvó el instinto de, mientras arengaba a los asistentes a un mitin, mover la cabeza para fijarse en las imágenes de una pantalla. Este milagroso reflejo neuroaudiovisual le salvó la vida y le ayudará a ganar las elecciones.

El sábado todos los medios tuvieron que asimilar la trascendencia planetaria de la noticia. En TV3, la corresponsal Lídia Heredia encadenó varias crónicas y, unas horas más tarde, ya iba de camino hacia Wisconsin para explicar la convención republicana que convertirá a Trump en un superhéroe (más de The Boys que de la Marvel). Ayer, el informativo de El món a RAC 1 proporcionaba puntos de vista fiables a los oyentes sobre la repercusión, tan compleja como fragmentada, del atentado. Las cabeceras respetables actuaban como prescriptores de garantías hasta que, siguiendo la imparable corriente, hablaron de la expansión desatada de las teorías de la conspiración, instigadas por “algunos usuarios en la red”.

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Imagen de Donal Trump siendo escoltado por los agentes del servicio secreto tras recibir el disparo de bala

Gene J. Puskar / Ap-LaPresse

Compaginar la verdad de los hechos con un contexto diabólico no es fácil

Es el signo de los tiempos: incorporar un concepto como “algunos usuarios en la red” a la conversación global. Es como si, tras el atentado contra Reagan, el relato periodístico hubiera incluido la figura de algunos “bocazas de varias tabernas”. Sabemos que el periodismo solo sobrevivirá si se encapsula en unos valores deontológicos sólidos. Pero también observamos que necesita el magnetismo del entretenimiento arbitrario para atraer a la audiencia más reactiva. Mientras tanto, cometemos el error de analizar la realidad con criterios de ficción. Compaginar la veracidad de los hechos con el contexto diabólico de los rumores no es fácil. La prueba: todavía hoy, la película Fly me to the moon incorpora la leyenda urbana de la falsa llegada del hombre a la Luna como parte de un argumento que, siendo ficción, tiene el aval de muchos usuarios en la red.

La diversidad también explica el mapa de las alegrías y decepciones de kilómetro cero. En pocas horas, Barcelona ha acogido la euforia por las victorias de las selecciones española y argentina y las reivindicaciones combativas de los manifestantes convocados por la ANC, que llaman a desobedecer a los jueces españoles. Una de las crónicas explica que unos manifestantes lanzaron ba­rras y trozos de pan contra la fachada del Palau de la Generalitat en homenaje-referencia a la canción del cantautor Ovi­di Montllor, que dice: “Ya no nos ali­mentan las migajas / queremos el pan entero”.

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