Cuando la misma tarde del 19 de junio de 2014, por primera vez como Rey, Felipe VI entró en su despacho recordó el día en el que su padre se lo enseñó por primera vez. Desde que era un niño, Felipe de Borbón tenía por costumbre asomarse al despacho de Juan Carlos I, cuando regresaba del colegio. En ese espacio pasó parte de la noche del 23-F de 1981 cuando, recién cumplidos los 13 años, su padre quiso que compartiera aquellas horas en las que la democracia estuvo en peligro. Ya ejerciendo de príncipe heredero, tras concluir en 1995 sus estudios Georgetown (Washington D.C, EE.UU), las reuniones de Felipe de Borbón con el entonces Rey eran constantes, casi siempre en el despacho, donde junto a sus asesores repasaban los asuntos pendientes y analizaban la actualidad y aquellos actos a los que el heredero acudiría en razón de sus funciones y siempre representando a la Corona.
Tras su proclamación, Felipe VI tomó posesión del espacio, una habitación de unos 20 metros cuadrados, con dos ambientes separados: la zona de trabajo, con el escritorio, la estantería con libros, fotos y recuerdos, dos sillas tapizadas delante, donde se sientan las visitas, y la que ocupa el titular, una moderna y giratoria, adaptada a su altura y a su espalda, junto a un ventanal que se abre al jardín posterior del edificio principal de la Zarzuela. En otro extremo del recinto, se ubica una mesita redonda baja, rodeada de sillas tapizadas en blanco, con el cuadro “El atleta cósmico” de Dalí, propiedad de Patrimonio Nacional, ocupando una pared, y otra donde, sobre una chimenea, aún está colgado un retrato de Alfonso XIII, pintado por Laszlo.
Felipe VI no cambió casi nada cuando ocupó el despacho que durante décadas había usado su padre, excepto el cuadro situado detrás de la mesa del escritorio. El Rey trasladó desde su residencia privada, ubicada en el recinto de la Zarzuela a un kilómetro del edificio principal, un retrato de Carlos III pintado por Antonio Rafael Mengs en la segunda mitad del siglo XVIII. Anteriormente ese lugar lo ocupaba un retrato del infante Felipe de Borbón, futuro duque de Parma, fundador de la dinastía Borbón-Parma, un óleo sobre tela de Jean Ranc, fechado en 1732. Tanto el retrato de Carlos III como el del infante Felipe de Borbón pertenecen al Museo del Prado.
Desde su proclamación, el Rey ha trabajado en ese despacho, el mismo que ocupó su padre. En ese espacio ha recibido audiencias privadas y públicas y ha sido el escenario de las nueve rondas de consultas que se han celebrado en los últimos años con los representantes de los partidos con representación parlamentaria a los que el Rey ha recibido antes de proponer un candidato a presidente del Gobierno. Por el despacho real ha pasado la historia política e institucional de los últimos diez años.
Con motivo de cumplirse el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI, la Zarzuela ha hecho públicas siete fotografías, cuatro en color y tres en blanco y negro, tomadas recientemente su despacho por José Jiménez, uno de los fotógrafos del equipo oficial de la Casa del Rey. En tres de las fotos en color se ve al Rey sentado tras la mesa del escritorio, con el cuadro de Carlos III, tras él. V vestido con traje gris, camisa blanca de rayas finas y corbata verde con dibujos, en otra de las fotos, un medio plano, el monarca ha prescindido de la chaqueta por lo que puede apreciarse que en la camisa lleva bordadas sus iniciales F.B.
Las otras tres imágenes, en blanco y negro, un ejercicio de claroscuros en los que, sobre todo, en la foto en la que el Rey está mirando el móvil apoyado en una mesa auxiliar se refleja una cierta soledad de quien ocupa un puesto único.
En las fotografías no se ve la estantería lateral situada a la izquierda del Rey sentado, donde además de decenas de libros se ubican algunas fotografías familiares y objetos de recuerdo. En el escritorio no se ve el ordenador, uno portátil que está situado en una mesita lateral, pero sí el marco de una foto de Letizia y sus dos hijas, así como un pote con bolígrafos y la reproducción en miniatura de la Copa del Mundo de Fútbol que la selección española ganó en 2010 en Sudáfrica,
En una de las mesas que aparece en las fotos se adivina el título de dos de los libros: Todos los cielos conducen a España del eurodiputado del Partido Popular y exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, y La gran ilusión de Michel Barner.