Mientras el Gobierno de España se halla en una situación de máxima tirantez con el Gobierno de Israel a raíz del reconocimiento del Estado palestino, un sector de la Iglesia católica española encabezado por el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal (CEE), el arzobispo de Valladolid Luis Argüello, está intentando reactivar la beatificación de Isabel la Católica, causa que el Vaticano mantiene congelada desde hace más de veinticinco años.
El expediente de Isabel I de Castilla se encuentra en Roma desde 1972, y obtuvo la luz verde de una comisión de historiadores que se pronunciaron sobre los fundamentos históricos de los documentos aportados por los defensores del proyecto de elevarla a los altares. Es una propuesta antigua, iniciada en 1959 por la diócesis de Valladolid, que obtuvo un especial apoyo de la curia de los claretianos (Misioneros del Corazón Inmaculado de María), orden a la que pertenecía el primer postulador de la causa, el padre Anastasio Gutiérrez.
El proceso se halla paralizado desde 1998 y el arzobispado de Valladolid trabaja ahora para revitalizarlo, sin que pueda afirmarse, en estos momentos, que cuente con el apoyo formal de toda la Conferencia Episcopal española, ni con el entusiasmo de la Santa Sede.
En 1993, la Secretaría de Estado vaticana, entonces encabezada por cardenal Angelo Sodano, aconsejó una mayor reflexión sobre ciertos aspectos, especialmente la expulsión de los judíos de España, a finales del siglo XV. En 1998, la Santa Sede congeló el proceso para no abrir un foco de tensión con Israel, mientras el papa Juan Pablo II preparaba la reconciliación con el pueblo judío con motivo del Jubileo del 2000.
Desde Roma, La Vanguardia informó en exclusiva de esa decisión. La causa de beatificación de Isabel la Católica quedaba congelada después de la publicación de un importante documento sobre la responsabilidad histórica del catolicismo en el antijudaísmo. Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoa , se titulaba el documento presentado por el cardenal australiano Edward Cassidy, presidente de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo. El documento, elaborado bajo la directa observación del cardenal Joseph Ratzinger, admitía una directa responsabilidad del catolicismo en la génesis histórica del antijudaísmo. La Iglesia católica reconocía por primera vez que una “interpretación errónea del Nuevo Testamento” había favorecido durante siglos las persecuciones contra los judíos, alimentando la creación de un sustrato cultural del cual se había aprovechado el nazismo, calificado por el documento como una “ideología pagana” del todo ajena al cristianismo.
La causa fue paralizada en 1998 en pleno acercamiento de Juan Pablo II al pueblo de Israel
La publicación de ese documento era incompatible con la beatificación de la reina Isabel de Castilla. El Papa quería celebrar el Jubileo con un viaje de reconciliación a Israel, que tuvo lugar en marzo del 2000 en medio de una fuerte expectación internacional. Antes de la congelación del proceso, diversas comunidades judías de Europa habían manifestado su disgusto al Vaticano y el episcopado francés había emitido un documento que calificaba la beatificación de Isabel la Católica como perjudicial para las relaciones entre cristianos y judíos.
En la presentación del documento sobre la Shoa, el cardenal Cassidy invitó a las conferencias episcopales nacionales a reflexionar sobre la persecución de los judíos en sus países. El episcopado español, entonces presidido por el cardenal Elías Yanes, no efectuó ninguna declaración al respecto. El documento vaticano sobre la Shoa apenas fue objeto de debate intelectual en España. Ni derecha ni izquierda polemizaron al respecto. Al gobierno de José María Aznar no le gustó la decisión del Vaticano sobre Isabel la Católica, pero se mantuvo en silencio. Aznar había sido presidente de Castilla y León entre 1987 y 1989. A finales del siglo XX, Aznar aún no había descubierto Israel de la mano del Likud. El mundo era otro.
Han pasado veintiséis años y el arzobispado de Valladolid desea desempolvar el expediente. Como arzobispo de Valladolid, Luis Argüello lleva tiempo trabajando en su Castilla natal para que algún día pueda alcanzarse la beatificación. El pasado mes de febrero, poco antes de ser elegido presidente de la CEE en sustitución de Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, Argüello capitaneó una delegación que peregrinó a Roma coincidiendo con los 520 años de los funerales que se hicieron en la ciudad eterna tras la muerte de Isabel de Castilla.
Respondiendo a preguntas de La Vanguardia , Argüello asegura que quieren revivir la causa porque la reina Isabel “dio en su tiempo un testimonio de virtud en la vida cristiana, impulsó la evangelización y la promoción de la dignidad de los indígenas, siendo pionera en lo que siglos después se llamaron derechos humanos”. “Las actuales corrientes del pensamiento woke y de la ‘cultura de la cancelación’ hacen más oportuna la promoción de la figura de Isabel”, apostilla, a este diario.
En su viaje a Roma, Argüello fue recibido por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, para una visita de cortesía. El arzobispo Argüello informa que la causa no está clausurada, sino “ralentizada”, por “motivos de oportunidad política y pastoral”. Según dice a este diario, Semeraro les “animó a seguir promoviendo la devoción popular a la reina Isabel y profundizar en los estudios para abordar las dificultades que se han presentado y se puedan presentar”.
El arzobispo Argüello, presidente de la CEE, sostiene que la causa de Isabel combate la ideología ‘woke’
Sin embargo, círculos vaticanos sugieren que no es difícil imaginar que el actual momento geopolítico no es el idóneo. Sobre todo, teniendo en cuenta que una de las prioridades del pontificado de Francisco es el diálogo interreligioso. Fuentes del Dicasterio para las Causas de los Santos sentenciaron a la revista de información religiosa Vida Nueva que, “sin margen de dudas”, la Santa Sede ha dado cerrojazo a la causa de beatificación. Además, indicaban que en Roma estaban “molestos” por las expectativas generadas. Otras fuentes eclesiales consultadas por La Vanguardia indican que, observada desde Roma, “la propuesta tiene poco recorrido”.
El actual postulador de la causa, el sacerdote trinitario Javier Carnerero, oficial de la Secretaría de Estado vaticana, es más ambiguo: “Para el Dicasterio de las causas de los Santos es importante percibir el interés del episcopado, la vivacidad de la devoción con noticias de publicaciones, eventos y señalaciones de gracias atribuidas”. “Que en este caso es espectacular”, apunta.