Catalunya, no vayamos tan rápido
Enfoque
Esquerra se convierte en el nuevo eslabón débil de la política catalana
Está lloviendo bastante en Catalunya estos días y los embalses ya han alcanzado un 26% de su capacidad, un punto porcentual por encima del agua almacenada hace un año. El verano será bastante mejor de lo esperado. La Generalitat ya ha relajado algunas restricciones y es posible que pronto decida dar nuevos pasos en esta dirección. La Catalunya de las piscinas puede respirar tranquila: este verano las piscinas comunitarias no serán asaltadas por masas abrasadas y sedientas en busca de un “refugio climático”. Aún no está evaluado el daño que pudo hacer a ERC el anuncio de una socialización de las piscinas comunitarias, medida mal anunciada el pasado 21 de abril y rápidamente convertida en bulo: las piscinas privadas podrían ser okupadas. Cuando llegaron las matizaciones ya era demasiado tarde. Los grupos de Whatsapp ya habían reventado. El desenlace de unas elecciones puede decidirse con la inflamación descontrolada de esos nódulos. Así son los tiempos.
(No me estoy refiriendo exclusivamente a una posible fuga de votos por este asunto concreto, que quizás no fuese muy elevada. Me estoy refiriendo a la plasmación de un clima adverso al partido gobernante que ya venía dado y que se intensificó durante la campaña).
Convocadas las elecciones, empezó a llover a raudales. Sigue lloviendo en estos momentos y los embalses comienzan a estar a salvo. Con estos datos sobre la mesa es probable que Pere Aragonès no hubiese decidido adelantar las elecciones. Mejor dicho, es muy posible que no hubiese presentado unos presupuestos con un anzuelo (el complejo Hard Rock en Tarragona), para que los comunes picasen y su voto negativo sirviese para justificar el adelanto electoral. Aragonès se formó políticamente en las JERC, las juventudes de Esquerra, y como la mayoría de los dirigentes políticos educados en las organizaciones juveniles de los partidos, aprendió pronto a moverse con sigilosa astucia.
Aragonès quiso ser astuto y seguramente cometió el error de querer ir demasiado deprisa
Astucia y rapidez de reflejos son dos de las asignaturas que se imparten en las juventudes de los partidos. Aragonès quiso ser astuto y seguramente cometió el error de querer ir demasiado deprisa. Con el actual nivel de agua en los pantanos y con la perspectiva de un verano menos angustioso, el presidente de la Generalitat no habría dispuesto las cosas para poder adelantar las elecciones. Si hubiese podido leer los resultados del 12 de mayo en una bola de cristal, no las habría adelantado ni en broma. Pero las bolas vidriosas que muestran el futuro son una leyenda y no es fácil prever con cierta anticipación el régimen de lluvias en el Mediterráneo. No había adivinación posible. Hay momentos en los que sólo funciona el instinto y el sentido común. Y alguien hizo creer a Aragonés que había llegado el astuto momento de adelantar los comicios. Su jefe de gabinete y principal hombre de confianza, Sergi Sabrià, acaba de anunciar que deja la política, siguiendo los pasos de su jefe.
En tiempos de máxima aceleración, las prisas son malas consejeras. Hay que ser contracíclico. Hay que militar contra las prisas excesivas. “Todo pensamiento crítico deberá fundamentarse en una crítica a la velocidad”, auguraba hace unos años el filósofo alemán Peter Sloterdijk en un breve ensayo titulado Eurotaoísmo, en el que sostiene que Occidente ha transferido aceleración a Oriente, mientras que Oriente exporta a Occidente técnicas de relajación a destajo. En las grandes ciudades europeas hay en estos momentos más centros para la práctica de las técnicas de relajación oriental que templos cristianos. En el otro extremo del mundo, el capitalismo asiático no conoce ni sábados ni domingos. En China se está comenzando a poner en cuestión la cultura 996: trabajar de 9 de la mañana hasta las 9 de la noche durante seis días a la semana.
El 'procés' se eclipsa una vez cumplido el principal objetivo para el que nació: evitar la desaparición factual de Convergència
No vayamos tan deprisa con los resultados de las recientes elecciones catalanas, de las cuales aún no ha transcurrido una semana. Esas elecciones contienen una verdad insoslayable y muchos matices. La verdad más sólida es que el independentismo ha perdido la mayoría absoluta en el Parlament por primera vez desde que en noviembre del 2012 Convergència i Unió se convirtiese de manera explícita en una formación de carácter soberanista, enarbolando el dret a decidir. El independentismo ha perdido trece diputados después de los indultos y de la aprobación de la ley de Amnistía en el Congreso, en medio de una de las más agresivas tormentas políticas que ha vivido la política española desde 1977.
Esta es la realidad más inapelable. Después vienen los matices, sobre los que versa el video blog de esta semana. Esquerra Republicana se convierte en el nuevo eslabón débil de la política catalana y el procés se eclipsa una vez cumplido el principal objetivo para el que nació: evitar la desaparición factual de Convergència, como fuerza hegemónica del nacionalismo catalán. Así lo ha observado el politólogo Oriol Bartomeus en la revista Política & Prosa, y seguramente acierta. Las elecciones contienen otras dos verdades: ha ganado Salvador Illa en número de votos y regresa Convergència, aunque ese nombre no vuelva a aparecer impreso nunca más en una papeleta electoral. Todo lo demás son matices que ahora se someterán al tamiz de las elecciones europeas.
Cuidado con las prisas excesivas a la hora de valorar los resultados electorales en Catalunya.