Vista desde el enjambre madrileño, la situación es así de enigmática: 1) ¿Qué quiso decir Puigdemont cuando exigió al PSOE que cumpla sus compromisos? ¿Es que Sánchez le prometió su apoyo para volver a la presidencia de la Generalitat? 2) ¿Ese supuesto compromiso obliga a dejar caer a Salvador Illa? ¿La jugada es que Illa se estrelle en la investidura con el beneplácito de la Moncloa? 4) ¿Alguien quiere forzar la repetición de elecciones, en la creencia de que la crisis de Esquerra dará la victoria a su competidor directo? 5) ¿Con qué bazas cuenta Pedro Sánchez para que el reparto del poder catalán no perjudique su mayoría en el Congreso? 6) ¿Por qué el 42% de los votantes se abstuvieron el 12 de mayo? ¿Hay un divorcio de la sociedad y su clase política? Y 7) ¿Cuál es el estado de salud del procés después de las urnas? ¿Ha muerto, o disfruta de la fortaleza que le presta Pedro Sánchez, según la tesis de Feijóo?
Las dudas e interrogantes pueden hacerse interminables, y algunas nunca tendrán respuesta. Este cronista, como escribió aquí hace una semana, entiende que el juego político se resolverá, aunque sea con lágrimas sanchistas, con sacrificios personales o volviendo a las urnas. Lo trascendente para la historia del país es la evolución del independentismo, interpretada, como haría un sociólogo, por la tendencia que deja ver el único lenguaje válido a estos efectos, que es el lenguaje de los votos.
Personalmente creo que el procés atraviesa un momento poco estimulante para sus partidarios, pero mantiene las constantes vitales. Es decir, que está herido, pero vivo. El secesionismo está teniendo más implantación rural que urbana, pero habrá procés o intentos de procés mientras en Catalunya haya ciudadanos que exijan el derecho a decidir y mientras haya líderes cuya aspiración sea construir el Estado catalán. La retirada de primera línea de Pere Aragonès y quizá de Oriol Junqueras supone una crisis relevante, le regala a Puigdemont el monopolio momentáneo del soberanismo, pero este líder no solo no renuncia a nada, sino que confiesa que ahora ya sabe cómo hacerlo mejor. Cuenten Sánchez y Feijóo con esa declaración de intenciones, porque se suelen cumplir.
Lo peor de los resultados del 12-M es el efecto exterior. Perder la mayoría absoluta parlamentaria es perder lo mejor de su discurso ante los países del entorno. Desde un punto de vista estrictamente democrático, no es lo mismo defender la independencia con una mayoría incontestable que con idearios siempre discutibles y escasamente compatibles con la política de fronteras de la Unión Europea.
En resumen: independentismo herido, pero no muerto; propensión al pasotismo, en parte atribuible al cansancio por la esterilidad del esfuerzo previo; tendencia a disminuir la gravedad de diagnósticos anteriores y ansia de normalidad que no dependerá solo del activismo soberanista, sino de la capacidad de Madrid para entender el hecho diferencial catalán. Suena todo a un levísimo cambio de ciclo que solo un detalle podría averiar: convertir a Catalunya en puro campo de batalla para el poder estatal.
RETALES
Banco. El mandato de Pablo Hernández de Cos como gobernador del Banco de España está a punto de terminar. Será difícil encontrar un sucesor tan sólido, tan capacitado, tan independiente y con tanta calidad humana. Y para el Gobierno, un reto: demostrar que el Banco de España es una excepción en el “asalto” a las instituciones.
Fiscal. Dijo Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, en El País: “Si pidiéramos rectificación por cada noticia falsa, no haríamos otra cosa”. Pues alguna tendrá que pedir porque igual que hay sentencias que crean jurisprudencia, también hay verdades falsas que se fabrican a partir de mentiras no desmentidas.
Crédito/1. Consejo para portavoces socialistas: serían más convincentes si, al preguntarles por su gestión, respondiesen con datos y explicaciones. Responder con ataques a la derecha y la ultraderecha como hacen siempre solo suena a falta de argumentos.
Crédito/2. Nota para portavoces del PP: ganarían credibilidad y votos si, al preguntarles por su proyecto, hiciesen algo más que enviar a Sánchez a los infiernos. Hacer oposición no es solo tumbar al Gobierno; es crear algo de ilusión.
Alegría. La ministra portavoz hace honor a su apellido: responde con risas o sonrisas las preguntas más dramáticas. Me recuerda el histórico consejo de Isabel Pantoja a Julián Muñoz: “Los dientes, Julián, los dientes, que es lo que jode”.