EH-Bildu tendrá que seguir cultivando la “paciencia estratégica” que promueve su coordinador general, Arnaldo Otegi, para llegar a Ajuria Enea, basada en las muchas posibilidades que ven, por razones generacionales entre otras, de acabar siendo la primera fuerza política vasca y gobernar. Con los resultados electorales de anoche, la formación abertzale se queda a las puertas del sorpasso al PNV en escaños, y más lejos de la victoria en votos (unos 27.000), y tendrá que aguantar con perseverancia otra legislatura en la oposición del Parlamento vasco.
La candidatura de Pello Otxandiano ni fue la fuerza más votada ni logró sumar más escaños que el PNV. Pero el empate a 27 parlamentarios, seis más que los obtenidos en el 2020 por el propio Otegi, les permite presumir de haber puesto en más aprietos que nunca al PNV, un mérito que, aunque se queda en el plano simbólico, deja la huella evidente de que la política vasca ha entrado en una nueva fase.
Bildu se consolida como alternativa soberanista de izquierdas en el País Vasco y tiene depositadas sus esperanzas en el creciente apoyo que recibe entre los vascos menores de 40 años, así que confían en que el logro que no consiguieron anoche se produzca más pronto que tarde. A esta hoja de ruta ha contribuido el papel que ha adquirido la formación en el Congreso de los Diputados, compitiendo con el PNV el título de partido capaz de conseguir cosas en Madrid. Una muestra de ello es la ley de Vivienda pactada con el Gobierno –y con ERC– hace exactamente un año.
Tampoco es desdeñable el valor que confiere el hecho de que un partido como EH Bildu haya crecido incesantemente en las urnas desde el final de ETA, y el escaso –o nulo– impacto que habría tenido el traspiés de Otxandiano en plena campaña con la definición de la banda terrorista, que si acaso sirvió para movilizar al electorado del PNV.
Los abertzales perdieron la victoria en escaños por culpa del escaño por Álava que finalmente ganó el PSE
El empate final a escaños con los jeltzales tiene un responsable, el escaño que en la última fase del escrutinio perdieron en favor del PSE-EE de Eneko Andueza por Álava, una provincia que resultaba clave para el desenlace electoral y en la que Bildu se acabó imponiendo por ocho escaños (29,4% de votos) a siete del PNV (26,9%).
De hecho, la candidatura de Otxandiano se impuso en dos de las tres provincias, al ganar también en Gipuzkoa por once escaños (40,4%,) a nueve puntos del PNV (31,7%).
Bildu celebró casi como una victoria los resultados, pero la procesión iba por dentro. Los abertzales no esperaban el resultado de los socialistas, que sumaron dos escaños a los obtenidos en el 2020, pero la alegría desató igualmente en el mercado del Ensanche de Bilbao, cuartel general de la formación anoche, a escasos 300 metros de Sabin Etxea, la sede del PNV.
Otxandiano compareció una vez agotado el escrutinio junto a Otegi para poner en valor “los mejores resultados de la historia de la izquierda soberanista”, evidenciando que “hace cuatro años había una fuerza hegemónica –el PNV– pero ahora hay una competición entre dos y eso significa que la fuerza soberanista está en el centro del mapa político”, remarcó.
Otxandiano pone en valor un resultado “histórico” y anuncia “un nuevo ciclo político” en Euskadi
El candidato reivindicó la victoria en Álava y Gipuzcoa, y los buenos resultados en municipios como Vitoria, Eibar, Zumárraga o Urretxu, y apuntó que el próximo Parlamento vasco “será el más nacionalista y habrá mayoría de izquierdas, y eso se tiene que notar”.
Para Bildu, el mapa político de Euskadi “se ha transformado”. El resultado inaugura “un nuevo ciclo político”, una “realidad política nueva” en la que, como el sirimiri, que empapa poco a poco, “seguiremos trabajando”, prometieron.