Europa cruje, Biden bosteza, Putin aguarda

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Los tractores ponen en vilo a los gobiernos y la extrema derecha se compacta

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Hay momentos en que empieza a ser perceptible el giro de una época. Creo que estamos en uno de esos momentos. En apenas dos semanas, la protesta agraria que recorre diversos países del Viejo Continente ha puesto a la poderosa Comisión Europea a la defensiva, claramente a la defensiva. Faltan cuatro meses para la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo, elecciones que en España tendrán lugar el 9 de junio, domingo. 

Hay nervios en Bruselas y en muchas capitales europeas porque las perspectivas de futuro no están nada claras. La guerra de Ucrania no marcha bien para la Unión Europea, que en febrero del 2022, nada más conocerse la invasión rusa, trazó una clara línea de apoyo al legítimo gobierno de Kyiv. Rusia no ganó la guerra relámpago que pretendía llevar a cabo, pero su capacidad de resistencia en los campos de batalla vuelve a ponerse de evidencia. Rusia, el país más grande de la Tierra, ha resistido las sanciones económicas occidentales, puede enviar más gente al matadero y reprime sin manías todo movimiento pacifista. Boris Nadezhdin, el único candidato a las elecciones presidenciales rusas del próximo mes de marzo que se manifestaba contrario a la guerra, acaba de ser apartado de un manotazo. Rusia puede ganar la guerra porque puede sacrificar a más soldados en el frente sin molestar a las clases medias de Moscú y San Petersburgo, reclutándolos en las periferias de ese extenso país. El Gobierno ruso puede acallar brutalmente las protestas internas sin riesgo de perder las elecciones, previamente controladas desde arriba. Así triunfan los modelos autoritarios. La gran crisis de Oriente Medio también está jugando a su favor. Ucrania ya no es la preocupación principal de Estados Unidos.

El sangriento golpe de mano de Hamás el 7 de octubre del 2023, la posterior ofensiva israelí sobre Gaza, la escalofriante matanza de civiles palestinos y la escalada de tensiones en todo Oriente Medio, han provocado una gran desazón en las opiniones públicas europeas. La economía alemana se está debilitando peligrosamente, en parte como consecuencia de la guerra de Ucrania y el encarecimiento de la energía. La incertidumbre  alemana puede convertirse en un gran factor crítico para la Unión Europea en el medio plazo. No hay perspectivas claras en el horizonte. Para hacernos una idea: uno de cada tres nuevos puestos de trabajo que se generan en la Unión Europea se crean actualmente en España, un país que si tomásemos al pie de la letra sus trifulcas internas podría decirse que está a punto de estallar. (No hay que tomarse al pie de la letra las furias españolas, pero tampoco hay que menospreciarlas).

Las líneas de perspectiva no están claras, las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre tienen un pronóstico muy incierto y de golpe y porrazo surge un movimiento de protesta agraria que obliga a la Comisión Europea a recular en su rigorismo ambiental por miedo a un crecimiento electoral del radicalismo de derechas y de las corrientes negacionistas del cambio climático. De golpe, el emperador ecológico parece ir desnudo. La protesta de los agricultores, pequeños y medianos propietarios en su mayoría, no es un movimiento de extrema derecha, pero la extrema derecha está haciendo todo lo posible para cabalgarlo. En España lo estamos viendo. No hay un titiritero moviendo  los tractores, pero el movimiento de protesta adquiere su máxima amplitud cuatro meses antes de unas elecciones europeas muy importantes.

Del alfiler al elefante. Del guisante a la Eurocámara. De lo particular a lo general. En los años setenta del siglo pasado, el periodista Manuel Vázquez Montalbán escribía una columna en el diario barcelonés Tele/eXprés en el que a partir de un alfiler dibujaba el gran elefante de la política internacional. Fue una columna muy leída, que creó escuela y enseñó a una generación de jóvenes lectores urbanos a relacionar los acontecimientos locales con las grandes corrientes del mundo. Del alfiler de los tractoristas al primer ministro húngaro Víktor Órban, que no es un elefante, pero sí el más robusto exponente de la derecha populista europea. Coincidiendo con las protestas agrarias, Órban ha anunciado que su partido (Fidesz-Unión Cívica Húngara) pedirá el ingreso en el grupo Conservador del Parlamento Europeo. No es una decisión intrascendente. 

Las corrientes de ultraderecha europeas están actualmente representadas en dos grupos en el Parlamento de Estrasburgo. Aquellos partidos de extrema derecha que defienden públicamente su lealtad a la OTAN se hallan reunidos en el grupo Conservador y Reformista (ECR), cuyos exponentes principales son los Hermanos de Italia (el primer partido de Italia en estos momentos), los ultranacionalistas polacos de Ley y Justicia (el partido más votado en Polonia, hoy en la oposición) y Vox, la extrema derecha española que el pasado verano consiguió jugosos pactos regionales con el Partido Popular, pactos que a su vez impidieron una nítida victoria del PP en las elecciones generales que Pedro Sánchez tuvo la audacia de convocar a finales de julio.

Los conservadores son la ultraderecha A, con la que el actual líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, se ha manifestado dispuesto a pactar después de las elecciones de junio. La ultraderecha B forma el grupo Identidad y Democracia (ID). Hasta la fecha su principal peso pesado era Órban, flanqueado por el Frente Nacional francés y la Liga Norte de Matteo Salvini, entre otros partidos. Es el grupo de los ultras que en algún momento han expresados simpatías por el régimen de Putin e incluso han obtenido financiación de Moscú. El movimiento de Órban es muy significativo. Después de que la derecha nacionalista polaca haya perdido el gobierno, el líder húngaro da un paso al frente para liderar ese bloque en el Este de Europa reunificando los espacios. El gesto de Órban ha sido inmediatamente secundado por el grupo Reconquista, escisión del Frente Nacional francés, que dirige Marion Le Pen, sobrina de Marine Lepen, y que tiene como rostro más visible a Éric Zemmour.

Las fuerzas principales de la ultraderecha europea podrían compactarse en el interior del grupo Conservador y desde allí tentar al Partido Popular Europeo para la recomposición de las alianzas europeas después del 9 de junio. Objetivo: marginar o expulsar a los socialdemócratas del puente de mando de las principales instituciones europeas a partir del próximo verano.

 Órban juega fuerte y parece estar apostando claramente por la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. Con Trump en la Casa Blanca, la relación de Washington con Moscú cambiaría y la extrema derecha europea podría reunificarse mejor. Experimentado jugador de ajedrez, Órban ha efectuado este movimiento mientras la mayoría de los gobiernos europeos se hallaban a la defensiva como consecuencia de las protesta agraria. El dirigente húngaro ha movido pieza unos días antes del gran golpe de efecto de Vladímir Putin con su entrevista con el periodista norteamericano Tucker Carlson, personaje recibido con todo tipo de lisonjas en Moscú, que hace poco estruvo en Madrid jaleando las manifestaciones en la calle Ferraz.

 Consciente de su actual ventaja en el campo de batalla, Putin se exhibe con una entrevista que conseguirá una brutal audiencia en las redes sociales y se permite recordar a los europeos cómo se produjo la disolución del Imperio Romano. (El nacionalismo ruso considera que Moscú es la tercera Roma, el último baluarte defensivo de la civilización occidental). 

En el otro bando, Volodímir Zelenski destituye al jefe del ejército ucraniano, Valerii Zaluzhnyi, un general muy popular en el país, que habría expresado su preocupación por el elevado número de bajas en el frente. Sustituye a Zaluzhnyi el general Oleksandr Sirski, de perfil más frío. Ucrania se debilita y los tractores recorren las carreteras europeas recordando que los malestares largo tiempo encapsulados llega un día que estallan.

Del alfiler al elefante. Los tractores ponen en tensión a la oficialidad europea, la extrema derecha se compacta para poder tener un papel decisivo después de las elecciones de junio, Putin resiste, aguarda y envía mensajes directos a la sociedad norteamericana, mientras Joe Biden bosteza y es cuestionado en Estados Unidos por su avanzada edad y sus problemas de memoria.

Este fin de semana, la protesta agraria se concentrará en Madrid. Sobre elefantes y alfileres versa el video-blog de esta semana.

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