Ir demasiado lejos

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Ir demasiado lejos

Si bien para muchos el objetivo de la política, los gobiernos, los parlamentos y las campañas electorales es conquistar o conservar el poder, en democracia afortunadamente también cumplen otra serie de propósitos de servicio público, como influir en las instituciones construyendo mayorías estables, hegemonía y consensos sociales. Incidiendo con ello en la toma de decisiones, en el desarrollo de la convivencia democrática y el progreso, así como articulando y dando foco a los debates sobre los principales problemas y temas de interés para los ciudadanos. Y aquí es donde hoy nos detenemos al hilo del último CIS. El que nos dijo aquello de “Ir demasiado lejos”. Así, lo creen el 44% de los hombres españoles y un tercio de las mujeres a propósito de las políticas de igualdad.

Y, sin embargo, la expresión “ir demasiado lejos” nos indica algo muy diferente. No constituye tanto una percepción presente como un espacio social que podría tener correlato electoral en el futuro y que puede girar indistintamente a izquierda o a derecha en función de lo que hagamos. “Ir demasiado lejos” fue el “a por ellos” del 2017, la persecución a Pedro Sánchez desde el 2018, el asalto al Capitolio del 2020 y lo de Donald Trump en Iowa hace una semana, el plan Ruanda de los tories , el speech de Javier Milei en Davos, lo que vendrá en Sajonia en setiembre, Giorgia Meloni en Italia, Marine Le Pen en Francia o una posible Comisión Europea sin la socialdemocracia. “Ir demasiado lejos” es también no hacer nada por reconocer el Estado palestino durante 30 años.

Detrás del “ir demasiado lejos” hay gente votando a izquierda o derecha con miedo e incertidumbre. En la década 2014-2024, los progresistas en España han conquistado ese voto cambiando el miedo de bando, primero frente al PP y luego ante la suma de PP y Vox. Pero el malestar del futuro, como la vuelta del trumpismo, nos explica que ese tiempo se acabó. “Ir demasiado lejos” es por ello hoy más que un juego de posiciones. Es el sentir de un número cada vez más grande de ciudadanos del primer mundo que perciben que la globalización y el multiculturalismo están yendo demasiado lejos, y por eso quieren ponerle freno. Si bien están profundamente equivocados, ni el reproche, ni el inmovilismo ni el miedo al otro servirán para convencerles, porque hoy, aquí y ahora, están creciendo todos los discursos de odio en el mundo. Solo “un plan de reconstrucción de consensos sociales” y dominar permanentemente la agenda pública a través de un liderazgo fuerte girará este espacio hacia la causa justa.

El espacio “ir demasiado lejos” funciona además como una máquina del tiempo. ¿Se acuerdan cuando en el 2009 en Arenys de Munt se hizo la primera consulta sobre la independencia de Catalunya, a propuesta de la CUP y con el único voto en contra del PSC? ¿Fue “ir demasiado lejos”? Pues bien, lo que en el 2009 pudo parecer una anécdota, hoy es pasto de una ley de Amnistía porque se llevó por delante a toda una generación de políticos catalanes. Las señales. De Arenys al Tribunal Constitucional. La CUP no era nadie entonces como tampoco la Aliança Catalana de Sílvia Orriols hoy fuera de Ripoll. Pero un cambalache mal explicado en torno a las competencias de inmigración, quinto problema según el CIS, puede situarnos en un escenario ignoto, que nos iguala a Europa y a EE.UU. metiéndonos directos en los miedos del futuro. Les recordamos que el liberal Mark Rutte dejó de ser primer ministro de los Países Bajos por las discrepancias con sus socios a propósito del derecho de asilo.

PONTEVEDRA, 21/01/2024.- El presidente de VOX, Santiago Abascal durante un acto electoral celebrado este domingo en Pontevedra. EFE / Salvador Sas

Santiago Abascal, líder de Vox, ayer en un acto en Pontevedra

Este CIS invita a pasar a la acción. El feminismo ni exagera, ni se monta películas ni es una amenaza. Las políticas de igualdad en España no son “ir demasiado lejos”. Pero tampoco las políticas de inmigración. Al contrario, son orgullo de país, porque ambas van en la misma dirección: consolidar la igualdad de derechos. Siempre se sigue el mismo hilo. A partir del “antifeminismo” como eje, se derivan todos los conceptos que conforman la ideología de la ultraderecha, en aspectos como la inmigración. Situando en guardia a toda la sociedad, porque luego vienen los tipos de familia, la lengua, las naciones o el Estado. La política en general.

En el 2009 una consulta imperceptible en los radares dio paso a unas votaciones en el Congreso en el 2024 por una ley de Amnistía. Con tres presidentes de por medio. Un controvertido decreto ómnibus y un CIS oportuno nos sitúan a tiempo para resolver los problemas en el presente transformando el futuro.

Volver a creer en la política

La amnistía es el problema número 37 del CIS, preocupan la crisis económica, la sanidad y el empleo. Pero si se agrupan todos sus temas relacionados, “la política”, con el 52,2%, es el primer problema del país. Desde poco después del estallido de la pandemia es así. Su máximo histórico fue el 72,5% a finales del 2020. El malestar es bastante transversal. La categoría “el Gobierno, partidos políticos concretos”, además, está en niveles próximos a sus máximos (15,7% en abril del 2022). ¿Mirar para otro lado no sería “ir demasiado lejos”?

Del ‘Aquarius’ a Ripoll

Desde el 2023 se está acelerando la inmigración entre los principales problemas, según el CIS. En el barómetro de noviembre se registró un pico repentino tras la oleada de barcazas llegadas a Canarias en octubre. Ese pico se acercó mucho, atención, a los máximos registrados en septiembre del 2018 y del 2019, tras las crisis del Aquarius. Tras amplificar Ripoll agitando el debate de las competencias, hay que volver a medir. La preocupación por la inmigración también es transversal. ¿Afrontarla sin unidad no sería “ir demasiado lejos”?

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