Entre el infierno y la Moncloa
EN PARALELO
El día que se constituyeron las Cortes, un bregado portavoz recibió con sorna a uno de los novatos de ERC: “Bienvenido al infierno”. En la divina comedia parlamentaria no hay senda recta hacia la salvación y el pacto en forma de investidura de Pedro Sánchez tiene más cantos y tercetos que la obra de Dante Alighieri. Después de mes y medio de liturgia popular productiva sólo para Alberto Núñez Feijóo, arranca ahora la travesía decisiva con el PSOE y los independentistas amenazando con el limbo.
“Si hay que volver a elecciones, iremos”. Salvador Illa es un hombre paciente, pero no de paciencia infinita, y el sorpresivo acuerdo entre Junts y ERC en el Parlament para condicionar la investidura de Sánchez a avances hacia un referéndum no es digerible en el tándem PSOE-PSC. El debate sobre la amnistía –o como se acabe llamando– está maduro en la cúpula del PSOE. No con el calendario exigido por Junts, así que hay que buscar cómo introducir controles que Carles Puigdemont pudiera esgrimir como garantía.
El problema llega con el “amnistía y algo más” que necesita el expresident para mantener su relato –“hemos mantenido la posición”– y que también condiciona la estrategia pragmática de ERC. El pecado de los independentistas, según los socialistas, es la avaricia. “Siempre más”.
Junts insiste en el “estamos dónde estábamos”. ¿Dónde? El gobierno ha impulsado la oficialidad del catalán en las instituciones europeas, ha reclamado a la Europol que desligue independentismo y terrorismo, y asiste estupefacto a la competición negociadora de Junts y ERC.
La sorpresa, también para los republicanos, llegaba el jueves con el pacto independentista en el Parlament, justo cuando Junts y PSC se unían para castigar al Govern de Pere Aragonès. Puigdemont había dejado claro dos días antes que él “no tiene nada que ver” con lo que negocia ERC y presumía de su protagonismo en solitario. Pero, en el debate de política general en Catalunya, Junts ha priorizado mostrar puntos en común con el partido de Oriol Junqueras. El acuerdo obligaba a los socialistas a marcar por escrito el perímetro de la negociación para la investidura; mientras en el Palau de la Generalitat celebran cómo el foco ha vuelto sobre ERC y, en lugar de hablar de un Govern “débil” que pierde votaciones, sólo se habla de “amnistía y autodeterminación”.
Ni ERC ni Junts tienen buenas perspectivas en las urnas frente al PSC; todo lo contrario
Tanto Junts como ERC aseguran que nada ha cambiado y sigue la negociación. El objetivo es –asumida la amnistía– no quedarse cortos en las demandas. Los contactos de los independentistas con el PSOE seguirán transcurriendo por separado pero coinciden en que no quieren una repetición electoral. Ni ERC ni Junts tienen mejores perspectivas en las urnas que el 23-J frente al PSC, si no todo lo contrario, y admiten los riesgos. Si Sánchez no “trabaja” para hacer posible el referéndum, ¿qué puede ofrecer? Se piden gestos. ERC puso sobre la mesa el traspaso de Rodalies, una solución al déficit fiscal –se prevén unos presupuestos menos expansivos–, la mesa de diálogo y el acuerdo de claridad. En Junts, el discurso de Puigdemont en el aniversario del 1-O señalará si la negociación va camino de convertirse en un infierno o conduce a la Moncloa.