Por qué confiasteis en Suárez?”. Si se acercan al final de la impresionante obra Anatomía de un instante , de Javier Cercas , encontrarán la respuesta a esta sencilla pregunta. El padre del escritor responde esto a su hijo (los paréntesis son del arriba firmante): “Porque era como nosotros… Era de pueblo (como yo), había sido de Falange (como yo), había sido de Acción Católica (como yo), no iba a hacer nada malo, lo entiendes, ¿no? (como yo)”. Tras el cara a cara Alberto Núñez Feijóo-Pedro Sánchez muchos analistas les dirán quién gana o pierde. Utilizarán una variada panoplia expresiva, el color de la corbata, la camisa, las frases cortas, las cejas acentuadas, incluso gráficos y encuestas. Pero les diré algo que no se dice: en un debate tu candidato puede ganar retóricamente y, sin embargo, perder políticamente. Una victoria dialéctica no es una victoria política.
¿Por qué confiar en Feijóo? ¿Por qué en Sánchez? Hay preguntas de control que ordenan las opiniones, formales e informales. Esos factores son determinantes, porque producen victorias culturales que preceden a las victorias políticas. La relación entre el candidato y el sentido común de época hace el resto. El Sánchez de El hormiguero puede vencer formalmente esta noche, reanimando por enésima vez el estado de ánimo del lado izquierdo. Pero para vencer políticamente necesita otra vuelta de tuerca: asustar con los pactos PP+Vox es insuficiente. Debe dejar de levitar a un palmo del suelo. Eso es Soria y no Siria. No puede pasarse de testosterona ni ser responsable de una España ingobernable. Debe ser un ciudadano común y no tanto el primer ministro. Fíjense cómo ha colado en campaña Feijóo, así como si nada, que es el momento de poner a ‘un chaval de aldea’ como presidente. Os Peares, 300 habitantes, es un ‘como yo’ como una catedral que responde a la pregunta de control. En esa España rural el líder del PP le saca al presidente un mínimo de 29 diputados.
Fiarlo todo ahora al debate es la constatación de los graves errores de los dos últimos años
El último cara a cara en el 2015 influyó en 1.380.000 personas: 700.000 cambiaron de voto, 330.000 lo reafirmaron y 175.000 se animaron a votar. Grandes cifras, pero la batalla real para Sánchez es más concreta. Está en el carril central. Tiene que reducir la transferencia récord entre bloques: 800.000 que votaron PSOE en el 2019 que están en PP+Vox. Debe recuperar 400.000 votos para lograr su plan B: el bloqueo, evitar la mayoría absoluta de la derecha. La campaña se le hará muy larga si no lo logra, porque la dinámica del voto útil puede producir furor hacia el PP. Tampoco le vale una victoria a los puntos. Sin esa transferencia los números están vistos para sentencia.
El adelanto electoral ha sido un ajedrez aleatorio sin jaque mate. Queda claro que no hay plan A, la victoria en votos y escaños. Solo tablas, bloqueo, plan B. El 23-J ha destruido la aritmética de la reelección.
Y es que el adelanto electoral ha sido un ajedrez aleatorio sin jaque mate. Queda claro que no hay plan A, la victoria en votos y escaños. Solo tablas, bloqueo, plan B. El 23-J ha destruido la aritmética de la reelección, debilitado a socios como el PNV o ERC y situado a Sumar –también por sus errores propios– como el jarrón chino de lo de Évole. Por eso, la pregunta de control para Yolanda Díaz sigue siendo la misma desde Magariños: ¿por qué no está Podemos? El veto a Irene Montero es un error tan grande como la campaña primavera-verano del 2019 que enterró a Albert Rivera . El adelanto ha impuesto además el marco de la restauración: resucitando un bipartidismo que vitamina en una escala de 3-1 al PP como se puede ver en provincias como Ourense, Lugo o Salamanca. A cambio de un inane ‘momento Rubalcaba’, el entorno de 110 escaños.
Por miedo a ser el Pasok, el PSOE puede pagar un precio tan alto como perder la Moncloa por goleada, regalando al PP un gobierno en minoría, 156 diputados como Aznar 1996. Olvidando, 1: que con el marco perestroika de abril del 2019 junto a sus socios, el PSOE sacó al PP 57 diputados y no 40; 2: que el PSOE nunca será el Pasok porque no hay Syriza en España, y 3: que Sánchez con la fórmula Sumar con motor Podemos habría ganado las generales porque ambos hubieran movilizado el 20% del votante de izquierdas que hoy está dormido, deprimido o cabreado.
¿No era como nosotros?, se dicen. Sin embargo, no se ha cuidado el bloque, la derecha sí a Vox. Y fiarlo todo ahora al debate es la constatación de los graves errores de los dos últimos años. Dejando que el centro comenzara a desplazarse a la causa de la derecha un 10 de julio como hoy.
¿Es como nosotros o lo fue? Como dice un buen amigo, el resultado ya está escrito, ahora solo falta esperar a la actualidad. Esperar y confiar.
Next week
Catalunya da votos
Se trata de un mantra que hay que desterrar. Cuando la izquierda habla sin complejos de Catalunya gana votos en Catalunya y en el resto de España. Y en el caso del Partido Popular, también. En las elecciones generales del 23 de julio los azules van a multiplicar sus escaños en Catalunya pasando de 2 a una horquilla de 7-8. No solo reducen su diferencial de 10 con los socialistas, entre 13-14, sino que crecen más que ellos. ¿Saben cuántos escaños sacó en Catalunya Aznar cuando venció en 1996? 8 diputados. No dirán que no lo advertimos.
El ojo de halcón
Los años 90
o recuerda en su genial libro sobre los años 90, la década del primer cara a cara José María Aznar contra Felipe González (1993), mi compañero de generación Eduardo Maura apoyándose en la anécdota del padre de Javier Cercas: “Nacemos vulnerables, dedicamos muchas energías a dotarnos de referencias seguras, de imágenes y palabras que acolchan nuestra vida cotidiana. Pero no hay esperanza sin miedo ni miedo sin esperanza”. De eso va la política y este debate. Le das tu confianza al que no va a hacer nada malo. Ese gana.