El procés y la disputa económica han marcado los primeros compases de la campaña catalana de las elecciones generales. En el debate organizado por La Vanguardia y RAC1, el conflicto político ha capitalizado las disputas y los rifirrafes entre los ocho candidatos, dejando por momentos la pugna entre el bloque conservador y el bloque progresista que protagoniza la contienda en el conjunto de España en un segundo plano, a pesar de los intentos de socialistas, populares y comunes de llevar la batalla a ese terreno, cada uno con sus matices.
La convocatoria electoral inesperada del 23 de julio llegó tras un mal resultado del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, un patrón más o menos extendido en toda España, con la salvedad de la excepción catalana. Esa singularidad se da también ahora en la carrera de las generales. Los socialistas catalanes aguantan el tipo y todos los sondeos pronostican que mejoran, por eso la presidenta del Congreso de los Diputados y número uno del PSC el 23-J, Meritxell Batet, figuraba en la diana de varios candidatos, a izquierda y derecha, por las políticas sociales y económicas, pero también por el conflicto territorial.
Al margen de los bloques y la carrera por la primera posición hay otros frente abiertos, como el que mantienen Junts y Esquerra por la primacía independentista –incluso la CUP, con Albert Botran, ha reprochado a los republicanos su manera de negociar en estos últimos años–. O la de ERC, que trata de frenar el descenso del 28-M, con los comunes en el campo progresista. Aunque el candidato republicano, Gabriel Rufián, haya asegurado de entrada a las cabeza de lista de Junts, Míriam Nogueras, y de En Comú Podem, Aina Vidal, que él "no es su adversario en esta campaña", justo después de reivindicar los indultos a los líderes del procés en el minuto uno.
Nacho Martín Blanco, número uno del PP en Barcelona, ha buscado las cosquillas a los socialistas poniendo sobre la mesa asuntos como la fiscalidad, igual que el del PDECat-Espai CiU, con Roger Montañola, que ha reivindicado el peix al cove de Convergència sin complejos. Batet, como ha hecho el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, en estos últimos meses, ha tratado de llevar el agua a su molino y hablar de cifras macroeconómicas, mientras que posconvergentes y populares echaban en cara a los socialistas la pérdida del poder adquisitivo.
En la cita no han faltado asuntos de la última campaña, como los problemas crónicos de Rodalies o la ampliación del aeropuerto de El Prat, un asunto que polariza la discusión entre izquierda y derecha. Además, se han abordado, de pasada, cuestiones que se han sumado al pim pam pum político a última hora, como educación y los problemas de comprensión lectora. Vox, con Juan José Aizcorbe, sin éxito, ha sacado a colación otros asuntos como la inseguridad –que en las municipales tenía su espacio– o la islamización en el centro de Catalunya, pero nadie ha entrado al trapo e incluso se ha llevado el apelativo de "don Pelayo", por la reconquista.
Quien más se ha esforzado para que el debate visibilizara la confrontación entre bloques ha sido Aina Vidal, de los comunes, tratando de dejar de lado el conflicto en Sumar y En Comú Podem sobre el referéndum. La diputada de la confluencia morada ha buscado complicidades, por momentos, con ERC y PSC, pero también la distancia necesaria para reivindicarse, eso sí, con un tono pausado y conciliador. Batet ha recogido el guante y ha advertido que solo hay dos opciones después del 23 de julio: O un gobierno progresista liderado por Pedro Sánchez o uno encabezado por Alberto Núñez Feijóo. Aun así, los socialistas quieren concentrar el voto, más que hablar de coaliciones. Y Rufián y Vidal, niegan con la cabeza cada vez que lo verbalizan.
En el otro espectro, Martín Blanco y Aizcorbe no han exhibido sintonía ni colaboración alguna, pese a coincidir en algún momento. El inicio ha sido distante entre ambos, pero los de Abascal han acabado acercándose a los populares cuando se ha entrado en materia postelectoral.
Por parte del PDECat, Montañola, el más incisivo, ha insistido una y otra vez en pasar página del 2017 y del conflicto político para hablar de la situación de las empresas, de los impuestos y de los autonómos, mientras que Nogueras ha rescatado la lista de agravios económicos y de cuentas pendientes del Estado con Catalunya. La pugna entre las dos marcas posconvergentes ha tardado en llegar, pero no ha faltado a la cita.
La política de los pactos
En lo relativo a la política de pactos se ha cumplido el guion previsto, si bien el PP ha eludido las coaliciones con Vox pese a los arrumacos de Aizcorbe, mientras que Vidal ha advertido que "insistir en la concentración del voto es un argumento perdedor" porque "la cosa irá de coaliciones". Si Martín Blanco ha reclamado que gobierne la lista más votada y pactos de Estado "con altura de miras" en asuntos como la educación o la economía, Batet ha prometido que los socialistas catalanes no investirán a Feijóo –ha recordado que ya se plantaron con Mariano Rajoy en el 2016–, y ha pedido un gobierno progresista en la "batalla cultural" del 23 de julio. "El PP nunca ha sido un partido de Estado", ha sentenciado.
Ante la negativa del PSC, Martín Blanco les ha acusado de "frentismo y frente populismo", echando en cara los acuerdos con EH Bildu.
Entre las filas independentistas, Rufián ha reprochado a Junts y la CUP que en esta última legislatura ERC se ha sentido "muy sola" negociando con el Ejecutivo central; y Nogueras ha lamentado los incumplimientos y ha expresado su escepticismo ante cualquier gobierno, aunque su formación confía en ser determinante. "Tener políticos que hasta la cuarta vez no se dan cuenta de que les toman el pelo es absolutamente ineficiente para nuestro país", ha dicho en alusión al portavoz republicano en Madrid.
La CUP ha exigido al conjunto del independentismo que solo invista a quien contemple el derecho de autodeterminación de Catalunya. Montañola, en cambio, ha abierto el abanico a izquierda y derecha, de Sumar a PP, con Vox como línea roja. "Toca volver a hacerles pasar por caja", proclama y advierte.
Lo cierto es que aunque todos hablan de defender a Catalunya y sus intereses... cada uno lo quiere hacer a su manera.