Sesenta y cuatro años después de ser depositados junto al altar mayor de la basílica del Valle de los Caídos, los restos del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, han sido exhumados del rebautizado como valle de Cuelgamuros para ser transportados al cementerio de San Isidro.
Los trabajos han empezado antes incluso de que amaneciera en Madrid. Y, poco antes de las 13.00 horas dos coches fúnebres, han salido del Valle de los Caídos junto a una reducida comitiva familiar.
Al igual que sucediera con el Francisco Franco, la exhumación de Primo de Rivera se enmarca en el cumplimiento de la Ley de Memoria Democrática de 2022. Pero ahí empiezan y acaban los parecidos entre ambas desenterramientos ya que, a diferencia de lo sucedido en octubre de 2019 con los restos del dictador, la familia del considerado mártir del bando golpista ha optado por la mayor de las discreciones pese a que un nutrido grupo de simpatizantes de la Falange se ha concentrado a las puertas del camposanto para recibir a la comitiva fúnebre.
La operación, justo el día en el que se cumplen 120 años del nacimiento del líder falangista, se ha llevado a cabo con el templo cerrado a cal y canto y con la única presencia de los familiares y los trabajadores encargados de levantar la gran losa que cubre su tumba. El prior de la abadía benedictina, Santiago Cantera, ha rezado un responso antes de que el ataúd saliera del mausoleo rumbo al madrileño cementerio de San Isidro, donde tras su incineración los restos serán depositados junto a los de otros familiares, como su hermanos Miguel y Pilar.
No ha habido por tanto helicópteros, ni vítores nostálgicos en la explanada principal, ni, en definitiva, nada de la parafernalia que rodeó en 2019 la retirada de los restos de Franco en una jornada cuyo clima de crispación fue caldeado los días previos por los devotos del régimen. Al contrario. Los descendientes de Primo de Rivera optaron por adelantarse a cualquier actuación gubernamental y, en cuanto se aprobó la norma, comunicaron oficialmente su pretensión de exhumarlo solicitando el permiso de obras al Ayuntamiento de San Lorenzo de El Escorial.
A pesar de tratarse de una petición expresa de la familia, la Fundación Nacional Francisco Franco ha tachado la exhumación de los restos del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, de "actuación ruin y guerracivilista del Gobierno" y se ha calificado al presidente del mismo, Pedro Sánchez, como el "indiscutible campeón mundial de la infamia" por su acción "miserable".
En el rebautizado Valle de Cuelgamuros "solo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra"
La nueva Ley de Memoria Democrática establece en su artículo 54 que en el rebautizado Valle de Cuelgamuros "solo podrán yacer los restos mortales de personas fallecidas a consecuencia de la Guerra, como lugar de reconocimiento, conmemoración, recuerdo y homenaje a las víctimas allí inhumadas" siendo reubicado "cualquier resto mortal que ocupe un lugar preeminente en el recinto", como el caso de Primo de Rivera y antes lo era el de Franco.
Y, aunque existía la posibilidad legal de mantener sus restos en alguna de las criptas anexas al templo, la familia del fundador de la Falange optó por llevarlos a un cementerio católico, dado que la normativa considera todos los enterramientos del enclave como cementerio civil.
Quinto entierro de Primo de Rivera
El de este lunes en el cementerio de San Isidro será el quinto entierro de José Antonio Primo de Rivera desde que fue fusilado tras ser juzgado por las autoridades republicanas en 1936 en la cárcel de Alicante, hace 86 años.
El fundador de la Falange fue primero enterrado en una fosa común en el cementerio de Alicante. Tras la victoria del bando sublevado, el 4 de abril de 1939, Primo de Rivera fue sacado de la fosa común y trasladado con todos los honores a un nicho.
Meses después, su féretro se trasladó al Escorial en una procesión a pie que duró diez días hasta su destino final en la capilla de los reyes del monasterio.
Veinte años más tarde, en 1959, los restos se movieron nuevamente, esta vez a la basílica de Cuelgamuros, coincidiendo con la inauguración del recinto mandado construir por Franco para perpetuar la memoria de los que cayeron "en nuestra gloriosa cruzada" bajo una enorme cruz de piedra de 150 metros.
El Gobierno ha destacado hoy el "rigor científico y técnico y con todo respeto y acompañamiento a su familia" en la exhumación. La portavoz y ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, ha asegurado en declaraciones a Antena 3 que se está produciendo "con absoluta normalidad". El ministro de la Presidencía, Félix Bolaños, por su parte, definió este traslado como "un paso más en la resignificación" del Valle de los Caídos para que allí "no se enaltezca a ninguna persona, a ninguna ideología que evoque a la dictadura".
Se trata de un proceso complejo, previsto en la Ley de Memoria Democrática, que comprende diversos ámbitos, desde el nuevo estatus de la comunidad benedictina del monasterio, hasta la transformación del recinto en un centro de interpretación sobre el franquismo.
Todo ello sin olvidar que en Valle de Cuelgamuros yacen los restos de 33.833 personas, combatientes de ambos bandos de la Guerra Civil, un tercio sin identificar, y que hay descendientes que quieren hacerse cargo de sus familiares; pero las exhumaciones han estado sometidas a numerosos obstáculos en las últimas décadas, tanto de índole política como judiciales.
El pasado mes de diciembre el Gobierno reanudó por fin los trabajos para recuperar los restos de 118 víctimas reclamados por sus familias, tras una paralización de varios meses ordenada por un juzgado de Madrid. La retirada de la lápida de granito de 3.500 kilos que cubre la fosa de Primo de Rivera y su reposición por seis losas de mármol negro semejantes al del suelo que la circunda se ha presupuestado en 8.630 euros.