Sánchez-Camacho: “Cospedal es como mi hermana”

Las cloacas de interior

La dirigente popular presumió de fidelidad a la secretaria del partido en su reunión con Villarejo

Sánchez-Camacho aparece en las grabaciones del excomisario Villarejo

Sánchez-Camacho aparece en las grabaciones del excomisario Villarejo

La conversación de noviembre del 2012 entre la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho y el comisario de policía José Manuel Villarejo, uno de los momentos fundacionales de la operación Catalunya, es sobradamente conocida. Pero su análisis íntegro, incluidos los contenidos no divulgados, analizados por La Vanguardia y Cronicalibre.com, aporta una luz nueva para entender mejor el operativo ilegal organizado por altos cargos del PP y del Ministerio del Interior, para atajar la crisis política catalana.

Primero, los objetivos escogidos: políticos, hombres de negocios y medios de comunicación. En este último apartado ocupaba un lugar especial y destacado La Vanguardia, a la que ambos se refirieron con dureza y desprecio y a la que se proponían presionar para condicionar e influir. También sobre las pugnas de clanes en el PP y el intento de un sector de la policía, encarnado en Villarejo, de ganar preeminencia frente a los servicios de información, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

En esta primera cita se puso de manifiesto que el nexo entre los dos fue la entonces secretaria general del PP y más tarde ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, no imputada en ninguna de las causas vinculadas a Villarejo.

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Ambos hicieron explícita su obediencia a Cospedal. “El hecho de que yo esté aquí es que María Dolores se fía a muerte de ti”, arrancó el comisario. Sánchez-Camacho replicó con igual o más contundencia: “Yo igual. María Dolores es como si fuera mi hermana”. Confirmaban así lo registrado en otras grabaciones y lo anotado en la agenda del policía, que es Cospedal quien los pone en contacto.

Villarejo remató sus credenciales hablando de su relación, “desde hace 30 años” con Ignacio López del Hierro, un inquietante hombre de negocios e intermediario que también juega un papel destacado en la red del policía. Y aseguró de sí mismo que “lleva toda la vida trabajando para el partido”.

Finalmente, cerró el cortejo rematando que era “íntimo de Juan Cotino”, director general de la Policía en el Gobierno de José María Aznar y que según pudo saber este diario, fue quien recomendó al ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, que recurriera a los servicios de Villarejo.

Los dos conjurados analizaron quiénes formarían parte de su círculo de confianza. Y desde luego, Sánchez-Camacho descartó desde el inicio contar con el ministro, Fernández Díaz, para las informaciones relevantes, pese a que será en su ministerio donde se produzcan muchos de los hechos más relevantes de la operación Catalunya. “¿Esto lo sabe Jorge?”, preguntó a Villarejo para añadir, “Yo de Jorge no sé si me acabo de fiar (…) creo que tiene una cierta connivencia con la familia Pujol”. También cuenta que recientemente se topó con el ministro en un tren a Madrid, y que él no supo contestarle qué había ido a hacer a Barcelona, pero más tarde supo que había hecho una visita relámpago “a la fundación de Pujol padre”. “Es muy raro y a mí me da…”, susurra Sánchez-Camacho. A lo largo de la conversación la jefa del PP catalán insiste varias veces en que el ministro no es trigo limpio y que pasa información a los convergentes. Villarejo se compromete a no informarle de sus contactos, algo que obviamente no hará, a la vista de las grabaciones del comisario y de sus anotaciones en la agenda.

“Hasta el día 25 tenemos que conseguir que estos malandrines no saquen mayoría absoluta”

Villarejo añadió a la lista de quintacolumnistas a sus bestias negras, la pretendida rival de su amiga Cospedal, la vicepresidenta del gobierno de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, y sobre todo el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), dependiente de ella y en el que el policía tenía máximo interés en penetrar, lo que no logró gracias a la radical oposición de su responsable, el general Félix Sanz Roldán. Esa obsesión acabaría siendo una de las claves de la caída de Villarejo.

El policía razonaba que “Nosotros tenemos gente dentro [del movimiento independentista]. Hoy por hoy, aunque parezca mentira, nosotros no lo estamos escuchando. Digo que eso es una estupidez por parte de tu amiga la pequeñita [Sáenz de Santamaría] que se encarga del CNI u piensa que esto es una regla
de juego de diez pasos y aquí hay alguien que a los cinco pasos
se vuelve y te pega un tiro en la nuca”.

De vuelta al 6 de noviembre del 2012, a tres días para que arranque la campaña electoral del 25-N en Catalunya. Y el objetivo se hace explícito: “Hasta el día 25 tenemos que conseguir que estos malandrines no saquen mayoría absoluta, pero después queda toda una guerra y es fundamental para el partido contar con personas como tú”, dice el comisario. “Fundamental para España”, remacha ella. Influir en la opinión pública, afectar al resultado electoral.

El comisario erige a Sánchez-Camacho en salvadora de Catalunya, pieza clave para obtener información imprescindible para la operación que están iniciando.

Villarejo describe sin ambages en qué consiste el plan que en parte le han encargado y que él complementa con su etilo crematístico: obtener información “nuclear” –preferentemente “temas personales, ni siquiera de financiación de partido”– y filtrarlos a la prensa. Enumera medios y periodistas que aguardan la orden.

Todo se hará sin que intervengan para nada los políticos, “para no quemar” al PP. Villarejo y su equipo se encargan. “Ya le he dicho a María Dolores que no debe de dar ese tipo de información nuclear a los periodistas bajo ningún concepto, jamás, jamás”. “La ventaja –dice en otro momento– es que nadie nos controla, nadie sabe que existimos y nadie tiene ni idea, ni tiene que saber nada”.

Y al fin, los dos al alimón, confeccionan una lista de personajes a los que hay que hacer la vida imposible, buscarles informaciones comprometidas o, como acabará sucediendo, fabricar dossiers falsos o con medias verdades para descalificarlos ante la opinión pública o abrirles causas judiciales sin base real.

Villarejo destaca varias veces que su primer objetivo es la familia Pujol, pues el presidente de la Generalitat, Artur Mas, es un “adlátere”

Villarejo destaca varias veces que su primer objetivo es la familia Pujol, pues el presidente en aquel momento de la Generalitat, Artur Mas, es un “adlátere”. “A nosotros lo que nos interesa es fijar toda la atención en los Pujol, especialmente en Oriol”, dice.

Los dos están de acuerdo en que Josep Antoni Duran i Lleida, el exdirigente de Unió Democràtica de Catalunya (UDC), partido entonces coaligado con Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y que se disolvió tres años después, es “un agente doble”. “Hay que desmantelarlo, es un tipo clave”, dice él. “Hay que defenestrarlo y enviarlo al exilio”, zanja ella.

Por su proximidad con los Pujol, Sánchez-Camacho pone en la lista a la familia Sumarroca, propietaria de la constructora Emte y a Sandro Rosell, el empresario y presidente del Barça. Tiempo después, algún miembro de la primera familia y el presidente del Barça acabarían detenidos, en el caso del segundo durante dos años. Sánchez-Camacho también pidió investigar a Jaume Giró, entonces director general de la Fundación La Caixa. “Ahora ya se ha vuelto totalmente independentista”, dice.

El comisario incluso ofreció presionar al entonces director general de La Caixa, Juan María Nin, aprovechando sus divergencias con el presidente del banco y de la fundación propietaria del primero, Isidre Fainé.
Ella advirtió a Villarejo contra Narciso Ortega, exjefe superior de Policía de Catalunya, cesado por Fernández Díaz, de quien asegura que es “íntimo de Felip Puig”, entonces conseller de Interior. Según Sánchez-Camacho, Ortega no puede regresar a Catalunya.

Villarejo comparte con Sánchez-Camacho la información que tiene su equipo. Supuestas cuentas en Andorra, por ejemplo. Le dice que ha estado yendo mucho al Principado. “Estamos allí pagando a banqueros. Estamos en el BPA”, asegura.

Villarejo salió de aquella reunión con dos nombres especiales anotados en su agenda: el del multicondenado Javier de la Rosa y el de una exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez. Los dos personajes se convertirán en las dos fuentes visibles de la operación Catalunya, las que presentarán denuncia y servirán para primeras revelaciones periodísticas. De la Rosa, me dijo que “tiene documentación de la familia Pujol y quería dársela a alguien seguro y que necesitaba dinero”, apunta Sánchez-Camacho.

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