La silla del ‘Tito Berni’

The Situation Room

La silla del ‘Tito Berni’

No escribas nunca, Nicolás. Un político no debe dejar huella de sus indiscreciones, que eliminan la confianza, ni de su talento, que alimenta la envidia”. Así expone el escritor mexicano Carlos Fuentes la sugerencia principal de La silla del águila , su originalísimo manual de Maquiavelo . La obra narra la historia de María del Rosario Galván , una mujer fascinada por el poder que quiere convertir en presidente de México a Nicolás Valdivia , un joven asesor del que se ha enamorado. En un país en huelga, el presidente mexicano realiza unas declaraciones desafiantes contra EE.UU. que tienen como respuesta el cierre del Centro Satélite de la Florida, al que los mexicanos han cedido toda su red de comunicaciones. La correspondencia se convierte en el único medio de comunicación disponible para los personajes. Y será a través de las cartas que se van escribiendo como iremos desentrañando su voluntad de poder, así como los misterios y las pasiones soterradas de los altos cargos que tienen en sus manos el destino del país. Los secretos de todos y cada uno de sus protagonistas se irán mostrando poco a poco en forma de poder, sexo y dinero.

Hay generales, empresarios, mujeres y churumbeles. Un circo, como ven, que se repite. La mayoría de ellos completos idiotas que morirán políticamente sin enterarse de que fueron pendejos. Y, por supuesto, más de un Tito Berni dispuesto a ingerir un litro de vinagre por la nariz y lo que haga falta, incluido aceite de corrupción para que todo funcione. En este relato mexicano tan actual, todo malhechor es reincidente como el mediador , hay varios papás , así como buena gente que despierta el olfato de los lobos. Y, sobre todo, algunos asesores de partido con dos tipos de opiniones: la suya y la equivocada.

En comunicación de crisis el “y tú más” no funciona, porque el escaño es de los paisanos

La mayoría de los políticos, los funcionarios y los contratistas piensan a lo largo del libro que no van a tener otra oportunidad para hacerse ricos. Luego volverán al olvido. Y precisamente por ello quieren ser olvidados para que nadie los acuse, y ricos, para que nadie los moleste como el Tito Berni . Ya vendrá otra camada de sinvergüenzas. Por eso, allí donde el genio florentino justificaba el fin y los medios, los personajes de la novela, en una oda al corporativismo y la tribu, se tatúan la ley de Herodes: o te chingas o te jodes.

La silla del águila apela al sillón presidencial, símbolo de la Moncloa mexicana. Cuando “te sientas en esa silla es como si te hubieras subido a la montaña rusa. Te sueltan...y haces una mueca que se vuelve tú máscara para siempre” se relata en el libro. Esa máscara es precisamente el cáncer de la política española. Al igual que en la reciente sátira política Cos a terra , el cuerpo a tierra que vienen los nuestros, del sublime Toni Aira .

Juan Bernardo Fuentes, Tito Berni, cuando era diputado del PSOE

Juan Bernardo Fuentes, Tito Berni, cuando era diputado del PSOE

Europa Press / A. Perez Meca

“No escribas nunca, Nicolás… y lograrás ser uno de ellos” hubiera sido una buena manera de completar esa frase. Precisamente necesitamos lo contrario, escribir más. Necesitamos huellas, confianza y más talento en nuestra democracia y necesitamos políticos, funcionarios y contratistas que lo cuenten todo para acabar con ellos. La silla del Tito Berni no es el PSOE, un partido institucional, honrado, con una militancia mágica. Necesitamos que esto también se diga, alto y claro. Para ello, reaccionar a las 16 horas está bien, pero se necesita más y más acción para recuperar el control. En comunicación de crisis nunca anuncies ni comentes las noticias, actúa. Dando tú, tus noticias. Diciendo la verdad, con coraje y serenidad. Rompiendo las dinámicas burbuja y renunciando al ventilador. El error es no abordarlo como una crisis de representación, perdiendo con ello la mirada institucional. El “y tú más” no funciona, porque el escaño es de los paisanos.

Los partidos políticos son imprescindibles, pero los españoles tienen sed de más sociedad civil en el gobierno y en la oposición. Saciar ese apetito reforzará a los partidos. ¿Quién elige a un diputado? Los partidos. ¿Quién compone el legislativo? Los partidos. ¿Quién decide el Poder Judicial? Los partidos. ¿Quién elige al presidente? Los partidos. ¿Pero saben quiénes realmente les eligen? En un setenta por ciento los ciudadanos sin partido. No es broma el resultado: Siete, Cero.

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