Las grandes dificultades de España para ser un polo energético en Europa

Transición energética

La falta de conexiones entre España y Francia dan mucha ventaja a Italia para ser el gran distribuidor de energía desde el norte de África

A gas field is seen near Zarzaitine in In Amenas, 1,600km (994 miles) southeast of Algiers January 22, 2013. REUTERS/Louafi larbi (ALGERIA - Tags: ENERGY) - GM1E91M1JMB01

Yacimiento de gas cerca de Zarzaitine, unos 1.600 kilómetros al sur de Argel 

Louafi Larbi / Reuters

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, afirmó hace unos días en Alicante que “la península ibérica va a convertirse en uno de los principales polos energéticos de la UE”. Fue durante la presentación en sociedad del H2Med, un corredor de hidrógeno que conectará Portugal con Zamora y Barcelona con Marsella. Estas tuberías deben completarse en el 2030, año que la UE ha decidido independizarse de los combustibles fósiles rusos.

El H2Med es uno de los proyectos que contempla el plan RePowerEU, una estrategia que, de tener éxito, permitirá a los países de la Unión Europa ahorrar energía, producirla de manera más limpia y diversificar las fuentes de suministro.

España, sin embargo, tiene muy difícil asumir el liderazgo que le vaticina Von der Leyen. Primero porque no hay planes para que los Pirineos dejen de ser una frontera energética y segundo porque Italia está mucho mejor situada para ser el eje por el que circule la energía desde los yacimientos de Argelia, Libia y Azerbaiyán hasta los centros de producción en el corazón de Europa.

“No es suficiente con que el gas llegue a España si no puedes llevarlo a otra parte y esto es ahora sumamente complicado”, sostiene Aurèlia Mañé Estrada, profesora de la Universidad de Barcelona experta en energía. “Los Pirineos van a seguir siendo una frontera energética y de la conexión entre Barcelona y Marsella no se sabe nada a ciencia cierta”.

“No es suficiente con que el gas llegue a España si no puedes llevarlo a otra parte", dice la experta  Mañé Estrada

Mariano Marzo, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona y consejero de Repsol, reconoce que “mientras las interconexiones gasistas y eléctricas tengan las limitaciones existentes no se puede mover el volumen necesario de energía”. A su juicio, este “es un problema europeo, no español”.

España recibe gas de Argelia a través de dos gasoductos y también gas licuado (GNL), principalmente de Estados Unidos, que llega en buques metaneros a una de sus seis plantas de regasificación. Estas seis plantas, a las que se sumará una séptima en enero, tienen el 30% de la capacidad de regasificación de la UE. La de Barcelona es la más grande de Europa.

Estas plantas se construyeron para alimentar las centrales de ciclo combinado que producen electricidad y antes de la guerra de Ucrania estaban cayendo en desuso debido, en gran parte, a que el GNL es más caro que el gas argelino.

La guerra de Ucrania y el giro diplomático en el Magreb han alterado la política gasística de España

La guerra de Ucrania y el giro diplomático de España en el Magreb –hoy más a favor de Marruecos que de Argelia en el conflicto del Sáhara- han alterado su política energética.

España importa hoy más GNL de Estados Unidos que gas de Argelia y Mañé Estrada considera que no tiene mucho sentido "porque es más caro. Los contratos con Argelia a medio y largo plazo permiten abaratar el coste y estabilizarlo, mientras que el precio del gas norteamericano fluctúa más".

El gas estadounidense, además, se obtiene, en gran parte, mediante el fracking, una técnica que está prohibida en España por su elevado impacto medioambiental.

"El lobby gasístico norteamericano se frota las manos  -afirma Mañé Estrada- porque está haciendo un gran negocio con España. Hay que tener en cuenta que el mayor coste de este GNL repercute en el precio de la electricidad."

España cuenta con unos 1.200 parques eólicos y el viento es la primera fuente de energía. Aporta el 28,4% del mix energético español, es decir, de la combinación de fuentes de energía para producir electricidad. La segunda fuente es la nuclear y la tercera es el gas, a través de las plantas de ciclo combinado. La mayoría de este gas -el 63%- llega por barco.

Almacenarlo en los puertos españoles para reexportarlo a otros países europeos “no es una idea brillante ni práctica”, afirma Mañé Estrada. “No es un negocio en el que vayas a ganar mucho y los países que necesitan gas, como Alemania, están construyendo ya sus propias plantas de regasificación”.

El lunes pasado el canciller Olaf Scholz inauguró la primera de las cinco plantas flotantes que están en construcción en el mar del Norte y el Báltico.

"La capacidad de regasificación de España puede ser un alivio para Alemania y otros países europeos", afirma el catedrático Mariano Marzo

“Con estas plantas Alemania solo puede cubrir el 30% de su demanda”, precisa Mariano Marzo. “Alemania y otros países del nordeste europeo necesitan más gas. Por eso, la capacidad de regasificación española puede ser un alivio importante para ellos a medio plazo”.

Mañé Estrada considera que España debería construir depósitos más grandes para almacenar más GNL si quiere tener un mayor peso en el mercado energético europeo, pero, de momento, no está previsto.

El tubo submarino entre Barcelona y Marsella, conocido como Bar-Mar, es la alternativa al Midcat, el gasoducto que debería salvar los Pirineos, pero que Francia no quiere. El plan es que lleve hidrógeno verde dentro de ocho año.

Mañé Estrada recela: “Es solo un proyecto del que no se sabe nada concreto. Ya veremos cómo acaba y de que color es el hidrógeno que transportará”.

Apenas se conocen detalles del proyecto Bar-Mar y su viabilidad económica no está garantizada

Marzo reconoce que “es un proyecto a largo plazo del que todavía quedan muchos detalles por conocerse. Me preocupa que no conecte oferta y demanda de una manera efectiva. El hidrógeno, además, es difícil de transportar.”

Estas son las cuestiones que la Unión Europea deberá resolver antes de dar el visto bueno al Bar-Mar y financiar la mitad de los 2.500 millones de euros en los que está presupuestado. De momento, su viabilidad económica no está garantizada.

El coste de producir hidrógeno verde, es decir, a partir de energías renovables, “sigue siendo muy alto”, explica Marzo. Más barato es el azul, que utiliza gas natural para la electrolisis, la separación de los átomos de hidrógeno y oxígeno en la molécula de agua. También es más barato el rosa, que utiliza energía nuclear.

El pasado mes de abril, en plena crisis diplomática entre España y Argelia, el entonces primer ministro italiano, Mario Draghi, visitó Argel con una delegación empresarial. El objetivo no declarado era ocupar el espacio que dejaba libre España. Empresas italianas invertirán en energías renovables en Argelia. Sol y viento servirán para producir hidrógeno verde, combustible del mañana en el que también trabajan Egipto y Marruecos.

Italia cierra nuevos acuerdos energéticos con Argelia para reforzar su posición dominante en el norte de África

Marzo calcula que aún falta, por lo menos, una década antes de que se pueda vender en Europa hidrógeno verde producido en el norte de África y que España tiene tiempo para poner en marcha sus propios proyectos. "Además -añade-, el futuro del hidrógeno no está tanto en moverlo de un lugar a otro como en el papel que tendrá en la descarbonización de la industria". Y aquí cree que España está muy bien situada para transitar a unos sistemas de producción sin huella de carbono.

En todo caso, de momento, parece que España pierde terreno frente a Italia. “Siempre llegamos tarde”, reconoce Mañé Estrada viendo los nuevos acuerdos entre Roma y Argel y poniendo de relieve que hoy el gasoducto TransMed, que conecta Argelia con Sicilia a través de Túnez, más que duplica la capacidad de los dos que llegan desde Argelia a España. 

A España le queda Libia, donde Repsol cuenta con importantes concesiones petroleras.

España tiene una posición ventajosa en Libia, donde se libra un pulso entre varios países europeos que, sin embargo, puede ganarlo Italia

Varios países europeos compiten por una posición dominante en en este país, primera reserva africana de petróleo y cuarta de gas. Italia, como reconoce un reciente informe del Instituto Español de Estudios Estratégicos, “tiene muchas bazas para convertirse en el vencedor”. Es el primer socio comercial de Libia y desde el 2004 opera un gasoducto que va hasta Sicilia.

España debe contentarse con el transporte marítimo. Los puertos españoles del Mediterráneo están a tres días de navegación de Libia, una gran ventaja para diversificar las fuentes de energía pero, de nuevo, insuficiente para ser un hub energético en Europa.

Italia, como sostiene Mañé Estrada, tiene una política energética pública gracias a la participación del estado en compañías como la eléctrica ENEL y la petrolera ENI. “España, por el contrario –añade la profesora de la UB- ha cedido la política energética a las empresas”.

Marzo no ve aquí un problema y cita el ejemplo de Estados Unidos que, sin controlar a sus energéticas, sí “genera referentes de inversión. La ley IRA, por ejemplo, pensada para reducir la inflación, incentiva la descarbonización. España y la UE pueden hacer lo mismo y las empresas buscarán su oportunidad de negocio” en el marco de la nueva legislación.

A España le falta una interconexión eléctrica con Marruecos

En todo caso, aquí tampoco hay un camino hacia la centralidad de España en el mercado energético europeo. Faltarían más conexiones con el norte de África, incluyendo una eléctrica con Marruecos.

España, aún en este contexto, podría tener un papel relevante como zona de tránsito de esta electricidad verde y norteafricana, pero, de nuevo, necesita una interconexión con Marruecos y alguna más con Francia que, por ahora, no están previstas.

"La conexión eléctrica paneuropea -concluye Marzo- debe mejorar si se quiere transportar la energía del hidrógeno como electricidad". Mientras esto no suceda, España no podrá ser "uno de los principales polos energéticos de la UE", como vaticina Von der Leyen.

 

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