Un desembarco parecido de catalanes en Madrid no se había visto nunca antes. Ni cuando el general Joan Prim presidía el gobierno en 1870, ni en el año 1873 con Estanislau Figueras en la cima del gobierno de la Primera República con Francesc Pi i Margall y Joan Tutau en Gobernación y en Hacienda. Ni entre 1917 y 1922 con ministros de la Lliga Regionalista en Hacienda, Instrucción Pública o Fomento. Ni siquiera durante la Segunda República, cuando casi cada ejecutivo hasta 1938 contó con, como mínimo, un ministro catalán republicano, de ERC, de la CNT-FAI o lligaire . Tampoco se ha visto más después, aunque catalanes han seguido ocupando ministerios y cargos de relevancia en los organismos estatales.
No, la presencia catalana durante el primer gobierno de Felipe González —constituido el 3 de diciembre de 1982, ahora ha hecho cuarenta años— no ha tenido equivalente en la gobernación de España. De inicio formaron parte Narcís Serra en Defensa y Ernest Lluch en Sanidad y Consumo. Los ministros se rodearon de perfiles que conocían, miembros del PSC o afines. En Defensa, Lluís Ballbé fue director del gabinete técnico, Lluís Reverter director general de relaciones informativas y sociales y Antoni Flos Bassols, secretario general técnico.
Lluch llevó a Madrid profesionales como Francesc Raventós de director general del Instituto Nacional de la Salud, Joan Josep Artells de director general de Planificación Sanitaria y Josep Artigas de secretario general técnico. También Juli de Nadal de subdirector de coordinación territorial del Insalud. “ Aterrizamos unos setenta cargos catalanes en el gobierno para participar en un proyecto político de cambio , todos con la vida resuelta antes de entrar y muchos con un alto y reconocido prestigio profesional”, dice este último a La Vanguardia .
La implicación en la gobernabilidad del Estado comportó una cierta descapitalización del PSC”
Algunos eran antiguos cargos de la C onselleria de Sanitat
del gobierno de unidad de la
Generalitat de Josep Tarradellas, que con Ramon Espasa
habían elaborado el mapa sanitario de Catalunya. Se aprovechó
la experiencia para muscular
un ministerio con una misión compleja y no empezar de cero. Ernest Lluch tenía presente la frase que le repetía su maestro Fabián Estapé, “si tienes que navegar en un barco, vale más que estés en la sala de máquinas”.
A Serra y Lluch, en el año 1985 se les unió como ministro de Industria y Energía, Joan Majó, que de entrada ocupaba la dirección general de Electrónica e Informática del ministerio de Industria. “Me lo ofreció Carlos Solchaga a instancias de Miguel Boyer, con quien había tenido algún contacto antes”, explica a este diario. “Cuando el navarro ocupó la cartera de Economía
y Hacienda, me propuso en su
”.
Los catalanes, sin embargo, no solo formaron parte de estos tres ministerios, sino que tuvieron responsabilidades importantes en otras carteras. Josep Borrell ejerció de secretario general de Presupuesto y Gasto Público en Economía y Hacienda, y Antonio Zabalza, como director del gabinete del secretario de Estado de Hacienda. También Romà Cuyàs fue secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes y del Comité Olímpico Español.
Asimismo, Carmina Virgili ocupó la secretaría de Estado de Universidades e Investigación, Jordi Carbonell Sebarroja fue secretario general técnico de Agricultura y miembro del equipo negociador de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea ( CEE). Baltasar Aymerich era subsecretario del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo y Rafael de la Cruz, director general de Presupuestos del Ministerio de Hacienda o Josep M. Bas, subdirector general de Educación compensatoria del Ministerio de Educación y Ciencia.
La penetración catalana en la gobernación de España se complementó con la dirección de entidades estatales. Alfred Pastor fue director de Planificación y director general del Instituto Nacional de Industria, Enric Trillas presidió el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Ramon Boixadors, Renfe. En paralelo, Narcís Andreu Musté presidió el Banco de Crédito Local y Rafael Suñol, el Banco de Crédito Industrial.
También varios catalanes ejercieron de representantes del Estado en Catalunya. Francesc Martí Jusmet, de delegado del gobierno central. En las provincias de Barcelona, Girona y Lleida, Ferran Cardenal, Miguel Solans y Antoni Pallarès como gobernadores civiles. Pero también fuera, como José Ignacio Urenda delegado del gobierno y gobernador civil en la Rioja. De entre estos, el cargo más emblemático lo ocupó Joan Reventós como embajador de España en Francia entre 1983 y 1986.
No nos arraigamos en Madrid, cada viernes el puente aéreo era una concentración de altos cargos catalanes
Lluís Armet, que vivió de cerca el proceso, afirma a La Vanguardia que “la incorporación de catalanes en el gobierno central dejaba de ser anecdótica por primera vez en la historia, además aquellos cuadros tenían un peso cualitativo elevado”. Para el entonces portavoz del grupo de los socialistas en el Parlament de Catalunya “la implicación entusiasta con el proyecto de gobernabilidad estatal tuvo como contrapartida una cierta descapitalización del PSC”. Y añade que “eso permitió a CiU concentrar el poder en Catalunya sin fugas en Madrid, mientras los socialistas se desarrollaban periféricamente en los municipios y en el Estado”.
Ganar influencia en Madrid no fue fácil. Juli de Nadal apunta un elemento relevante. “No nos arraigamos, cada viernes el puente aéreo era una concentración de altos cargos catalanes”. Majó admite que la única condición que puso para aceptar el ministerio “fue poder ir a Barcelona el fin de semana”. Este celo para marcharse, según Armet, no caía bien en la capital. Tampoco las reuniones de catalanes entre ellos, aunque no se actuara como lobby.
“Una vez al mes Romà Cuyàs nos reunía en una cena multitudinaria, donde se añadían parlamentarios y periodistas catalanes”, recuerda Nadal. Y añade que en las instituciones del Estado “nos recibieron con gran respeto y curiosidad como si viniéramos de un mundo muy diferente, de más calidad y con poco conocimiento directo de lo mismo. Nos escuchaban con atención y nosotros nos pusimos en contacto con el poder real”.
De forma paradójica, la designación en octubre de 1986 de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos marca simbólicamente el inicio del declive del número de catalanes en la sala de máquinas del Estado. En el segundo gobierno del PSOE solo continuó Narcís Serra como ministro. Y aunque en los siguientes Josep Borrell o Jordi Solé Tura obtendrían carteras, el número y la relevancia inicial no tuvo continuidad.
Después de participar en muchas de las rupturas con el franquismo, las causas del retraimiento no son claras. Ferran Mascarell, en calidad de historiador, sostenía en el volumen colectivo editado por el periodista Xavier Vidal-Folch, Los catalanas y el poder (1994), que a mediados de los años ochenta en la sociedad catalana había calado el mensaje pujolista de limitar el catalanismo a Catalunya y confrontar a la Generalitat en el Estado. También que la apuesta catalana se había basado más en “el regate corto que en la utilización plena y convencida de todo el terreno de juego” para conseguir una entrada profunda. “Quizá hubo un cierto desencantamiento desde Catalunya a raíz de la Loapa y un mayor recelo desde Madrid hacia el socialismo catalán”, concluye Majó.
1982-1986
Los catalanes más destacados en el Gobierno
1. Narcís Serra, ministro de Defensa, 1982-1991
2. Ernest Lluch, ministro de Sanidad y Consumo, 1982-1986
3. Joan Majó, director general de Electrónica e Informática del Ministerio de Industria, 1982-1985 y ministro de Industria y Energía, 1985-1986.
4. Josep Borrell, secretario general de Presupuesto y de Gasto Público del Ministerio de Economía y Hacienda, 1982-1984
5. Romà Cuyàs, secretario de Estado para el Deporte y presidente del Consejo Superior de Deportes, 1982-1987, y presidente del Comité Olímpico Español, 1983-1984
6. Carmina Virgili, secretaria de Estado de Universidades e Investigación, 1982-1985
7. Antoni Flos Bassols, secretario general técnico del Ministerio de Defensa, 1984-1992
8. Josep Artigas Candela, secretario general técnico del Ministerio de Sanidad y Consumo, 1984-1985
9. Jordi Carbonell Sebarroja, secretario general técnico del Ministerio de Agricultura, 1982-1988 y miembro del equipo negociador de la entrada de España en la CEE
10. Baltasar Aymerich Corominas, subseretario del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, 1983-1986
11. Rafael de la Cruz, director general de Presupuestos del Ministerio de Hacienda, 1984-86
12. Joan Josep Artells, director general de Planificación sanitaria, 1982
13. Alfred Pastor, director de Planificación y director general del Instituto Nacional de Industria, 1983-1985
14. Francesc Raventós, director general de l Instituto Nacional de Salud, 1983-1985
15. Lluís Reverter, director general de relaciones informativas y sociales del Ministerio de Defensa, 1982-1991
16. Josep M. Bas, subdirector general de Educación compensatoria del Ministerio de Educación y Ciencia, 1982
17. Juli de Nadal, subdirector general de coordinación territorial del INSALUD, 1983
18. Lluís Ballbé, director del gabinete técnico del Ministerio de Defensa, 1982-1987
19. Antonio Zabalza, director del gabinete del secretario de Estado de Hacienda, 1984-1995
20. Francesc Martí Jusmet, delegado del gobierno en Catalunya, 1982-1993
21. Ferran Cardenal, gobernador civil de Barcelona, 1982-1992
22. Miguel Solans, gobernador civil de Girona, 1982-1985
23. Antoni Pallarès, gobernador civil de Lleida, 1982-1986
24. José Ignacio Urenda, delegado del gobierno y gobernador civil en La Rioja, 1982-1986
25. Narcís Andreu Musté, presidente del Banco de Crédito Local, 1983-1985
26. Rafael Suñol, presidente del Banco de Crédito Industrial, 1983-1988
27. Enric Trillas Ruiz, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1984-1988
28. Ramon Boixadors, presidente de Renfe, 1983-1985
29. Joan Reventós, embajador de España en Francia, 1983-1986