La parábola de la cabra

Mar de fondo

La parábola de la cabra

En una reunión del gobierno de Artur Mas, hizo fortuna la “parábola de la cabra”. La explicó el entonces consejero de Economía y Finanzas, Andreu Mas-Colell. La historia se desarrolla en un pasado indeterminado, en un domicilio extremadamente humilde en el que viven apretujados abuelos, padres, hijos, nueras, yernos y nietos. La falta de espacio hace que la vida de los convivientes resulte insoportable. Desesperado, el cabeza de familia acude al rabino de la comunidad a pedir consejo. El sabio no defrauda las expectativas y rápidamente prescribe la solución al acuciante problema.

-Poned una cabra a convivir con vosotros. Ya verás como las cosas mejorarán.

Estábamos mal, estuvimos peor y el objetivo es volver a estar solo mal

A pesar de no entender cómo podría ir a mejor la convivencia añadiendo una cabra en una casa en la que ya no cabía nadie más, el buen hombre sigue a rajatabla y de inmediato el consejo. Pasados quince días, acude de nuevo a visitar al rabino. Con lágrimas en los ojos, le explica que con el animal en casa las cosas han empeorado sustancialmente hasta el límite de lo soportable.

-No te precipites. Que la cabra viviera con vosotros era solo el inicio de la solución. Ahora debes quitarla.

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Una cabra montesa

Ángel Sastre Martínez

Dos semanas después el rabino y el cabeza de familia vuelven a citarse.

-¿Qué tal ahora sin la cabra?

-Maravilloso. ¡Ahora sí que vivimos en el paraíso!

En el 2022 puede decirse ya abiertamente que el proceso soberanista es la versión catalana y moderna de la parábola de la cabra. Acudió el nacionalismo al rabino en el 2008 por graves problemas con las infraestructuras viarias, ferroviarias y energéticas, además de la infrafinanciación. Y este no defraudó. ¡Cabras, necesitáis cabras! ¡Chivos, cabrones! ¡O cualquier animal que se asemeje! ¡Las cosas mejorarán! Y como hiciera el cabeza de familia de la parábola original, el nacionalismo siguió a pies juntillas el consejo. Se invitó a la fiesta a un borrego cimarrón, cuya cornamenta mide más de un metro de punta a punta. Embistió el animal con el referéndum y la declaración de independencia. Siguieron cárcel, inhabilitaciones y frustración. ¿Y después? ¿Adivinan? Intentando sacar al borrego de la ecuación para volver a estar como estábamos hace una década, solo que percibiéndolo como una mejoría por haber estado mucho peor.

Los indultos, la reforma del delito de sedición y probablemente también el de malversación, la agenda para salvar la lengua catalana de una amenaza de desaparición que acabamos de descubrir tras tantos años de ufanía y, en general, toda la agenda política que ofertan el PSOE y ERC se basa en hacer desaparecer el borrego y las consecuencias de su embestida. Estábamos mal, estuvimos peor y el objetivo es volver a estar solo mal. Ese es el resumen del proceso independentista tras una década conviviendo con un rebaño caprino en la habitación. Un viaje circular que, visto lo sucedido, no requería tanta alforja ni mucho menos tanta energía política y menos aún tanta tensión.

Ayer hubo un accidente ferroviario en Catalunya que afortunadamente no dejó víctimas que lamentar. En septiembre se suspendió el servicio de cercanías por un fallo en el sistema de comunicaciones. Los retrasos se suceden en prácticamente todas las líneas a diario. Los usuarios viajan –gratis, eso sí– en condiciones poco acordes a las que se espera en un país europeo en el 2022. Nos hemos quedado sin una autopista que cruce el país de sur a norte (o de norte a sur, como prefieran) porque la AP-7 ha dejado de serlo. El nuevo modelo de financiación autonómica duerme el sueño de los justos. Al sistema sanitario le están reventando las costuras, particularmente en la atención primaria. La escuela se hace trampas al solitario para maquillar los ratios de fracaso escolar. Sigan ustedes mismos con la lista de la compra.

Pero estamos, según parece, mejor que antes del proceso porque ERC y PSOE siguen oficiando el entierro de la cabra gracias a la reforma del Código Penal. Tienes un problema, creas otro mayor, intentas arreglar –ni que sea con una colección de parches el segundo– y el primero ya no parece tan importante. Falta un libro que añadir a la extensa bibliografía del proceso independentista: Historia de una cabra de quita y pon. Con un subtítulo aclarativo, como es pertinente en toda la literatura ensayística del presente: El caso catalán y el arte de mejorar empeorando.

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