El 83% de los españoles quiere que España siga siendo miembro de la OTAN. Pero esa postura no ha nacido de la agresión rusa de Ucrania, ya que en el otoño del 2018 los partidarios de la continuidad española en la Alianza Atlántica ya rozaban el 80%. Y a partir de aquel año el apoyo a la permanencia de España en la NATO no ha caído por debajo de esa tasa. Ahora bien, las cosas no siempre han sido así.
Hace casi cuatro décadas, en 1985, los partidarios de la pertenencia a la Alianza Atlántica parecían estar en absoluta minoría frente al “OTAN no, bases fuera” que defendían los contrarios a la organización. En julio de aquel año, solo un 20% de los españoles estaba a favor de la pertenencia de España en la OTAN, frente a un 46% que se mostraba en contra, según el CIS. Siete meses después, en febrero de 1986, la correlación apenas había cambiado: un 30% era favorable a la participación en la Alianza, pero más del 48% se manifestaba en contra (y otro 22% no se pronunciaba).
Solo en las puertas del referéndum convocado por el Gobierno socialista de Felipe González en marzo de 1986 para decidir la posición de España, la correlación había cambiado: el 38% estaba ahora a favor de pertenecer a la OTAN y el 33% se oponía, aunque otro 29% se mostraba indeciso.
Al final, el sí (53%) ganó en la consulta con una ventaja de 13 puntos sobre el no (40%). Sin embargo, con una participación del 59%, los partidarios de la Alianza Atlántica suponían solo el 31% del censo electoral. Y tras la consulta, la opinión pública parecía muy dividida: un 41% se mostraba satisfecho de la continuidad de España en la NATO, pero un 39% seguía oponiéndose al ingreso.
El respaldo a un aumento del gasto militar español ha crecido 30 puntos tras la agresión rusa
Tres décadas después, a finales del año 2018, los partidarios de continuar en la OTAN se elevaban al 78%, y alcanzaron el 85% en marzo del 2020, según las encuestas del Instituto Elcano. Hoy, tras la agresión a Ucrania, ese respaldo se mantiene por encima del 80%. Es decir, el atlantismo de los españoles se ha triplicado a lo largo de los últimos 36 años y la actual amenaza rusa apenas lo ha modificado. De hecho, la percepción sobre la existencia de amenazas militares para España ya comenzó a cambiar hace 20 años.
Hasta el año 2000, menos del 15% de los ciudadanos consideraba que existía algún país que constituyera una amenaza para España. Pero a partir del 2005, y aunque con altibajos, ese porcentaje se elevó al 31% y en el 2017 rozó el 42%. La serie del CIS acaba ese último año, pero en marzo pasado un 83% de los españoles pensaba que la invasión rusa de Ucrania concernía a España como amenaza. De hecho, desde ese mes entre el 45% y el 50% de los consultados se vienen mostrando a favor de una intervención militar de la Alianza Atlántica si no se produce una retirada rusa.
Ahora bien, hay algo que sí ha cambiado profundamente en la opinión pública española tras la agresión de Rusia: el apoyo a un aumento sustancial del gasto militar. Entre 1997 y el 2017, solo alrededor de un 15% de los consultados por el CIS consideraba “insuficiente” el presupuesto destinado a Defensa. En cambio, entre un 25% y algo más del 30% lo creía “adecuado” y más del 20% lo veía incluso “excesivo”.
La agresión rusa ha alterado sustancialmente la posición de una opinión pública tan refractaria al gasto militar como la española. A día de hoy, más del 45% de los ciudadanos juzga necesario aumentar el presupuesto de defensa, frente a un 33% que se muestra partidario de mantenerlo en los actuales parámetros.
Más del 80% respalda que España siga en la OTAN, una cifra que triplica la de hace casi cuatro décadas
Además, quienes creen que el gasto militar debería disminuir han caído por debajo del 15%. Este sería, pues, el auténtico impacto de la agresividad del Kremlin, como también lo ha sido el abandono del tradicional neutralismo de otras opiniones públicas, como es el caso de los países nórdicos.
Marruecos sigue figurando como la principal amenaza para España
Que la cobertura de la OTAN llegue hasta la frontera marroquí no es un tema menor para la opinión pública española. Marruecos viene apareciendo en todos los sondeos de las últimas décadas como la principal amenaza para España. Por ejemplo, en el 2002, el año de la ocupación marroquí del islote de Perejil, y aunque solo un 17% de los consultados percibía alguna amenaza para España, el 44% de ellos señalaba a Marruecos como el principal riesgo (y menos del 1% a Rusia). En la última década, esa percepción amenazante se suavizó y en el 2017 sólo el 13% de quienes creían que algún país suponía un riesgo para España (el 42% de los ciudadanos) señalaba a Marruecos. Más tarde, la crisis de mayo del 2021 –cuando miles de inmigrantes entraron en Ceuta desde Marruecos– reavivó esos temores. Y en el último barómetro de Elcano, a principios del 2022, un 35% de los consultados señalaba a Marruecos como una amenaza (y la cifra total de quienes la percibían de algún país se elevaba al 71%). Ahora bien, ya antes de la invasión de Ucrania, Rusia había entrado en el radar de las preocupaciones de los españoles y a finales del 2021 hasta un 20% la señalaba como una amenaza.