El gas que España tenía que enviar a Marruecos a través del gasoducto Magreb Europa todavía no fluye. El dispositivo técnico y los procedimientos administrativos están a punto. Los compresores, con una potencia comparable a la de un motor de Airbus, están preparados. Y Rabat sabe que deberá entregar copia de las facturas al Gobierno español para que no haya ninguna sospecha de que se está revendiendo gas argelino a Marruecos. “Ni una molécula de gas argelino para Marruecos...”, han advertido desde Argel. El Reino de Marruecos comprará gas licuado a un tercer país, el combustible llegará en barco a una planta regasificación española y será inyectado a la red para viajar en dirección sur. Todo está a punto desde hace días, pero anoche, en las tuberías que recorren el estrecho de Gibraltar solo había nitrógeno, para evitar la oxidación de las tuberías.
Oficialmente no hay marcha atrás, pero la orden de apretar el botón, que la semana pasada se anunciaba como inminente, aún no se ha dado. En el momento en que el gas empiece a fluir hacia Tánger, las relaciones entre Marruecos y España habrán dado un salto de calidad, aunque el volumen del combustible transportado no sea de proporciones rusas. Estamos hablando de unos mil millones de metro cúbicos anuales, cantidad equivalente al 3% del gas que España consume en un año.
España no acaba de dar la orden de envío de gas a Marruecos a través de Gibraltar
No son las magnitudes siberianas que atraviesan el mar Báltico, pero estaríamos ante un gesto muy significativo en términos políticos. Con ese envío de combustible a través del estrecho de Gibraltar, España pasaría a formar parte del sistema de seguridad energética de Marruecos, puesto que ese gas será destinado a la producción de electricidad. El gasoducto Magreb Europa volvería estar parcialmente en funcionamiento, activando un eje de transporte entre Marruecos y España, al margen de Argelia, que algún día podría extenderse hacia el sur para captar el gas nigeriano y el que puedan producir Mauritania y Senegal en un yacimiento compartido en la costa atlántica, cuya explotación, en manos británicas, está a punto de comenzar. Estamos ante un paso significativo que, evidentemente, tensa aún más la relación entre España y Argelia, puesto que el pasado mes de noviembre Argel tomó la decisión de abandonar el gasoducto Magreb Europa para no tener que pagar peaje a Marruecos. Desde entonces, los envíos argelinos a España se realizan de manera directa a través del gasoducto Medgaz (mar de Alborán) y en barco.
¿Puede España dar ese paso mientras subsista la sospecha de que Marruecos puede estar detrás del espionaje a los teléfonos del presidente del Gobierno y de la ministra de Defensa? Oficialmente esa sospecha no existe, según se encargó de subrayar ayer el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares en declaraciones públicas.
De momento, mientras el escándalo amenaza con derribar al Gobierno español, el gas aún no fluye hacia Tánger.