El 40º congreso federal del PSOE que este fin de semana se celebra en la ciudad de València invita a rememorar la fulgurante trayectoria de Pedro Sánchez desde que se presentó a las elecciones primarias socialistas de mayo del 2014 para elegir al sucesor de Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del partido. El PSOE se hallaba exhausto por la crisis económica del 2008 y Sánchez ganó con el decisivo apoyo de Susana Díaz . La poderosa federación andaluza quería taponar la candidatura de Eduardo Madina, joven dirigente vasco que proponía entonces un ligero giro a la izquierda. El objetivo de los andaluces era ganar tiempo hasta que Díaz, entonces presidenta de la Junta de Andalucía, estuviese en disposición de dar el paso. Necesitaban a un masovero que les guardase la secretaría general y creyeron que el joven Sánchez podía ser un buen subalterno. “No sirve, pero nos sirve”, dijo Susana Díaz después de entrevistarse por primera vez con el joven aspirante. Ignoraban que Sánchez no quería ser masovero. No vieron que aquel ambicioso militante madrileño poseía una gran voluntad de poder. Han transcurridos siete años desde entonces y parece que haya pasado una eternidad.
La carrera política de Sánchez es electrizante (adjetivo del todo apropiado en estos momentos). Siete años después, preside el Gobierno de España con una ruta de navegación plagada de peligros, audacias y sinsabores. Primero, tuvo que enfrentarse a la nomenclatura de su partido, que quería encorsetarle. Fue defenestrado de manera humillante en septiembre del 2016 y logró recuperar la secretaría general en mayo del 2017 con el apoyo de las bases. Obtuvo la presidencia del Gobierno de España mediante una moción de censura en la que muchos no creían (la primera moción de censura triunfante en el Congreso de los Diputados). Gobernó en minoría desde junio del 2018 y ganó razonablemente bien las elecciones generales de abril del 2019. No se conformó, sin embargo. Quiso ampliar el resultado con una arriesgada repetición electoral (noviembre del 2019), y retrocedió. Tuvo que cerrar entonces el pacto con Unidas Podemos que meses antes había intentado evitar, dando lugar al primer gobierno de coalición en la moderna historia política de España. Obtuvo la investidura a principios de enero del 2020 y al cabo de cuarenta días, España entraba en estado de alarma como consecuencia de la pandemia mundial de la covid-19. Después de veinte meses de epidemia le ha entrado en erupción un volcán en las islas Canarias, que tiene magnetizados a los españoles como símbolo de estos tiempos inciertos. Y ahora quizá deba hacer frente a lo que la revista The Economist acaba de calificar como el “shock de la energía”: un aumento descontrolado de los precios de la energía motivado por distintos factores ante la aceleración de los planes de descarbonización de la economía mundial.
Sánchez afronta la segunda parte de la actual legislatura con la voluntad explícita de reconciliarse con su partido, de hacer las paces con los oficiales y con los viejos generales que no le apoyaron. Este es el signo del congreso de València. El PSOE cierra filas ante un porvenir incierto y unas próximas elecciones generales que serán muy reñidas.
La tenacidad ha sido la principal virtud de Sánchez durante estos años. Tenacidad y valentía. Con estos atributos logró evitar el ‘sorpasso’ de Unidas Podemos en las elecciones generales de junio del 2016. que fueron repetición de las generales de diciembre del 2015. En aquellos comicios, Sánchez logró salvar la vida del PSOE en términos históricos, consiguiendo recuperar votantes socialistas que meses antes se habían ido con Podemos, atraídos por el magnetismo del nuevo médium de la protesta social en España. Los antiguos oficiales del partido no se lo agradecieron y lo defenestraron.
Sánchez estuvo a punto de tirar la toalla, pero no se rindió. Logró vampirizar el espíritu rebelde de Podemos y acudió a las elecciones primarias de mayo del 2017 como el candidato a la secretaría general del PSOE perseguido por los grandes poderes económicos y mediáticos de este país. Movilizó a las bases. Desafió a casi toda la nomenclatura del PSOE, que apostaba por Susana Díaz, y venció. Volvió a taponar a Podemos usando la caligrafía de Podemos
Se fue del Congreso para no abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy y regresó al Parlamento como candidato de una moción de censura triunfadora. Ganó la presidencia del Gobierno con el apoyo de una mayoría parlamentaria de amplio espectro, difícil de coagular, pero representante del voto de más de la mitad de los españoles en las últimas elecciones generales.
Su principal error político seguramente haya sido el de haberse obstinado en la repetición electoral de noviembre del 2019 después de haber ganado razonablemente bien en abril de aquel año. Quería más. Quería acercarse a los 140 diputados. Y sobre todo no quería depender de Unidas Podemos, con Albert Rivera en el Congreso respaldado por 57 diputados. Sánchez forzó la repetición electoral y retrocedió. Tuvo que pactar rápidamente con Unidas Podemos antes de que en Madrid se pusiesen en marcha las maniobras de despacho en favor de un gobierno de gran coalición de los socialistas con el Partido Popular. Albert Rivera se desmoronó y el hundimiento de Ciudadanos está facilitando la recuperación política y electoral del Partido Popular, perfectamente perceptible en estos momentos. La repetición electoral del 2019 es el gran error político de Pedro Sánchez, sin lugar a dudas.
Obtuvo la investidura en un clima de increíble tensión política en el Parlamento y al cabo de cuarenta días llegó la epidemia. Parecía que el nuevo Gobierno iba a sucumbir ante la magnitud de la catástrofe y ha logrado resistir con la ayuda objetiva de la Unión Europea, ahora muy interesada en evitar un hundimiento estructural de las economías del sur de Europa. No han faltado maniobras en Madrid durante estos meses para intentar provocar la caída del Gobierno.
Con la epidemia casi bajo control, gracias a una ejemplar campaña de vacunación en la que el servicio público de salud ha demostrado su eficacia, ahora vienen nuevos problemas. Atención, mucha atención al encarecimiento de la energía.
Entretanto, el superviviente Sánchez se ha desembarazado de parte de su equipo inicial (remodelación de Gobierno de julio del 2021) para reconciliarse con aquella parte del PSOE que no le apoyó. Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero tienen previsto hablar, uno detrás del otro, en el congreso de Valencia. Lo nunca visto desde hace muchos años.
¿Qué será más eficiente ante un electorado estresado y desconfiado: un PSOE reconciliado o un PSOE encabezado por un héroe solitario?